El Oro, ¿un secreto bien guardado? ¿Otro patuque? "Oro parece, plata no es"

Los venezolanos siempre "nos hemos dado con siete piedras en el pecho", lo que en verdad fundamento tiene, de tener todo de sobra.

Hay una vieja historia, de cuando Dios hacía el universo o "el mundo", en lo que uno supone de manera apresurada, dada la magnitud que tenemos del tiempo, en siete días, según la cual, alguien, a lo mejor San Pedro, al verle dotar al espacio de lo que después se convirtió Venezuela, de tantas riquezas le dijo:

-"Señor ¿No le parece que ese espacio su generosidad se excede?"

El creador, cuyo lenguaje no balurdo como el nuestro y bien pudo decirlo "a eso no le pares", más bien dijo de manera irónica:

-"No te mortifiquéis, el equilibrio vendrá dado por quienes allí habiten. Los gobiernos se encargarán que tanto exceso de generosidad mía, les ponga en dónde y cómo se merecen".

En los tiempos de la colonia, tuvimos café y cacao para exportar y hasta "tirar pa` arriba". En los llanos, el pasto, agua y el ganado sobraban. Como antes he contado, un conocido soldado británico que sirvió a la lucha por la independencia, también escritor, dejó constancia en su obra de aquello. Tanto era así, según cuenta, los ejércitos que transitaban por el llano, debían poner por delante patrullas que desperdigasen el ganado, para poder pasar sin dificultades. Y lo mismo acontecía con los animales de caza.

Todavía nuestro inmenso territorio está formado por inmensos espacios de tierras cultivables, agua en abundancia, esperando que algún día, acontezca el milagro que optemos por mirar hacia ellas y darle el valor que tienen y la gracia de poseerlas.

Los revolucionarios de estos tiempos piensan en "ráfagas de violencia, estallidos y rayos", pero nunca en hacer el "milagro posible", de ordenar las cosas en función de esos envidiables recursos. Pareciera ser que sembrar, recoger las cosechas que serían abundantes y todo el año porque a lo anterior se agrega la posición geográfica y por ende el clima, es contrario a la revolución.

Nos conformamos, siendo pobres y ahora hasta viviendo en la miseria, con decir que somos ricos, eso como otra forma de masturbarse gritando ¡abajo el imperialismo! Como que tenemos las mayores reservas petroleras del mundo, pese la era del petróleo comienza a decaer, quizás no tanto como lo dicen voces interesadas, pero habiendo algo de eso, mientras con ellas cada vez hacemos menos por corruptos, incompetentes y no saber dónde estamos y menos donde estar parados.

Y nos sobra el titanio, litio y el plutonio, uranio y cuánto material hoy demande la nueva industria tecnológica y por eso nos llenamos de orgullo y lo decimos, mientras el dólar acorrala al bolívar y a Bolívar ayudamos lo derroten.

Y nos sobra oro. Pero este ya no está en las bóvedas del BCV y tampoco siquiera en Bancos extranjeros, aunque sea corriendo el riesgo que nos lo roben. Las reservas internacionales se han quedado secas, el dólar de ellas se escapó con la decadencia y fracaso de la industria petrolera, planificada desde tiempo atrás para que se hundiese y el capital externo volviese por sus fueros a apropiarse del negocio. De PDVSA, una de las empresas más poderosas y florecientes del mundo, hicieron una bodega ratonera con el toque inicial de Rafael Ramírez. Y a esas reservas, pareciera que tampoco llega oro y uno no se sabe por qué. Pues de eso nadie habla, desapareció esa fuente o es un secreto bien guardado.

Unos poco años atrás, pese estábamos siendo víctimas de las ineficiencias del gobierno, los negocios sucios ocultos que denuncian los descubiertos corruptos de ahora, y las sanciones gringas para acelerar la destrucción de nuestra industria petrolera y toda actividad que nos produjese ingresos, siendo Jorge Arreaza funcionario encargado del área de la minería, todas las semanas, uno leía en los medios y veía fotografías que los textos respaldaban, como llegaban a los aeropuertos aledaños a la capital, toneladas de oro y se anunciaba con felicidad como con eso, las reservas internacionales aumentaban a pesar de todo.

El presidente, en un gesto que nadie entendió y del cual más nunca se ha hablado acerca de lo hecho en función del interés público, pero sí ha servido para alimentar sospechas y maledicencias, asignó a cada gobernador una mina de oro.

Habiendo salido Jorge Arreaza, un personaje que uno percibe por demás pulcro, de ese cargo y otorgado a cada gobernador una mina, el preciado metal dejó de llegar al sitio donde se guardan las reservas internacionales o, por lo menos, por alguna razón, de eso no se habla. Como si de repente, la tierra se hubiese tragado las minas, los mineros y los sueños; o los aviones toman otro rumbo. El oro se volvió un secreto bien guardado, nada oficial a uno llega, sólo rumores y presagios muy elocuentes pero nada estimulantes se escuchan.

También es digno de recordar como el presidente Maduro, unos años atrás, habló de un convenio, contrato o acuerdo de gran magnitud con una empresa, canadiense, si no es malo mi recuerdo, que se encargaría de la explotación en grande en la zona minera. De repente, después de tantos anuncios, hasta vanidosos, que auguraron la era del oro en sustitución del petróleo, aquello quedó en la oscuridad, ni es oro todo lo que brilla y hasta se hundió en el olvido, como las minas dadas a los gobernadores. Como que aquel motivo de orgullo de poseer oro en grandes cantidades, como estar entre los países con las mayores reservas del mineral, desapareció de manera misteriosa con el mismo metal.

Es un comentar incesante que esas minas, antes del pueblo venezolano, por razones constitucionales desde 1811 y por aquello del derecho "realengo", como el ganado, que hablaba de las propiedades del rey y a falta de este del pueblo, y manejada por el Estado, han pasado a manos de pandillas que en los espacios de la minería "imponen su ley".

Esa es la versión popular, la que se recoge entre la gente que esas áreas visita, que escuchan eso decir a quienes en ellas viven y la que de ellas hacen llegar a la gente. Es como si en ellas se hubiese impuesto la vieja cultura y práctica del Este norteamericano, donde la fuerza de los padrinos y pandilleros se hubiese impuesto sobre el Estado. Y conste que dije pandillas y eso suele estar asociado a gente armada.

Otra versión, nada creíble desde mi óptica, por distintos motivos, es que la guerrilla colombiana, en esos espacios ha impuesto su ley, como las pandillas de las cuales antes hablamos y el gobierno, por razones difíciles de entender, ha bajado la guardia o ha cedido soberanía, mientras nos distraen o nos distraemos en una aparente lucha, bastante difícil y complicada, pues no depende sólo de nuestro accionar, con el asunto del Esequibo.

Lo de las guerrillas colombianas apropiándose de ese territorio, como si fuese una sabana cualquiera, parece una versión sin sustento y hasta infantil. Y por serlo no la creo. A quienes me la cuentan no les rebato porque la imagen que difunden puede ser cierta, más no parece ser así tan simple la explicación del problema.

Si así fuese, y repito no lo creo, estaríamos diciendo que nuestro gobierno, las fuerzas competentes, incluyendo en ellas a quienes en esos espacios lideran, "se han dejado derrotar por la pandillas, no precisamente por la fuerza de las armas" y siendo así, el espacio nacional, el territorio todo, corre peligro y predomina un estado de indefensión e irresponsabilidad.

Debe haber otras razones. Una de ellas es que, si el gobierno es acreedor a ser señalado por muchas deficiencias, también lo es quienes a él hacen oposición. ¿No hay en ese mundo nadie que de lo que hablamos se haya dado cuenta?

Si hay pandillas de facinerosos y hasta guerrillas colombianas que se han apoderado de nuestras minas de oro, hasta aquellas dadas a cada gobernador, mientras las autoridades y fuerzas competentes para imponer la ley silban iguanas, cómo es posible que nadie se haya dado cuenta y no muestre preocupación alguna. ¿Tanto es el interés por llegar al gobierno, quítate tú para ponerme yo, que no hay tiempo para percatarse que nuestro oro está siendo apropiado de manera infraganti por facinerosos de un origen u otro?

¿O es como dije antes, ese oro, de repente, desapareció de nuestro suelo y cansado de esperar que lo sacasen a brillar y hasta hacernos el bien, optó por irse a otro sitio donde le sepan valorar? ¿Cuántas cuentas en bancos hay de oro que no sacan de la tierra? El oro, el tajalí y la sardina forman parte de una historia oscura. Algo que siempre abundó y de repente, como si fuesen "antirrevolucionarios", corruptos de los ya descubiertos o aterrizados, desaparecieron como por arte de magia y lo curioso, pese su popularidad, nadie se acuerda de aquéllos, es decir, de la sardina, tajalí y sobre todo del oro, por lo tanto que cuesta y significa para el futuro del país. Como que aquel prodigioso ilusionista, Harry Houdini, les hubiese desaparecido del mundo real y de la mente de la gente.

¿Por qué del oro nadie habla? ¿Oro parece o desaparece? Plata no es. Nota: Después de haber escrito todo lo anterior, leí el trabajo titulado "Presidente Maduro ¿Por qué no se investiga la Corrupción en el Arco Minero del Orinoco? (I)", cuyo autor es Juan Linares Ruiz, en el cual el autor se prodiga en detalles desconocidos antes para mí. Se puede leer mediante el siguiente enlace: https://www.patria.org.ve/



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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