Pocas veces, por no decir nunca, menciono a la señora Machado. Y no le nombro porque lo menos que este país necesita es que una persona como ella esté al frente del gobierno. Y porque uno está bastante crecidito y maduro para no perder el tiempo oyendo, a quienes poco hablan y nada dicen, salvo lanzar rayos y truenos, maldiciones como los dioses "tronantes" del Olimpo. La nombro porque, si ella algo significa, es la figura viva de la extrema derecha.
No es nada difícil entender que sus sueños, deseos, siempre expresado en frases cortas, cortantes, pues es poco dada a extender su discurso, pareciera creer suficiente este estilo, más si en él las frases apocalípticas, amenazantes con destruir al contrario, que es una muy buena cantidad de venezolanos, quizás la mayoría que va más allá de lo que ella y los suyos creen, lo que sugiere como un esterero de cadáveres, están ya satisfechas o materializadas en la realidad venezolana de ahora.
Su discurso corto, hermético y tronante, no alude para nada las calamidades del venezolano en una amplia escala, y lo digo así y no uso la palabra "común", porque aparte del estereotipo, ella pareciera sólo interesada en destruir a todo el universo que definió como enemigo desde que decidió asumir el rol de líder.
Entre ella, Leopoldo López y la significativa lista de quienes asumieron el desarrollo de la táctica y forma de lucha guarimbera, no hay sustanciales diferencias, solo que aquellos, de discurso menos explosivo y por demás emocional, la aventajaron en cuanto a que sus deseos y sueños los materializaron, en actos donde predominó la violencia, en los hechos. Ella habla y ellos intentaron hacer realidad el discurso.
Por eso, por los hechos, lo costoso de los mismos en dinero y víctimas humanas, de lado y lado, aquellos quedaron totalmente arrinconados, tanto que, pese mucha gente no lo perciba porque necesitan más sonido y estruendo, el gobierno de Biden les ha puesto a un lado. Claro, todavía no les declara inservibles y hasta no les cobra las deudas que acumularon, porque el trabajo de acorralar al gobierno aún está en curso. Quieren dejar todo acomodado, cada cosa en su sitio. Pero "ese día llegará", uno le ve venir entre las brumas.
Hasta al "Cholo" Toledo, que tanto les sirvió y a un bajísimo costo, ya le abandonaron y más que eso, le entregaron al gobierno peruano para que le cobre las culpas.
La señora Machado no pasó de apoyar aquellos hechos, aplaudirlos, estimularlos y hasta quizás dio ayudas más específicas, pero se cuidó de no aparecer en el medio de ellos con su adarga y antorcha encendida; fue una lideresa en ese tiempo de discursos duros, salidos de un cuerpo como atrapado en una coraza y una cara como de persona víctima de tortura y mucho sufrimiento.
A Dolores Ibárruri, aquella legendaria militante revolucionaria española, dirigente obrera, la llamaron "La Pasionaria". Pasionaria es una planta que "con las lacinias del cáliz en forma de hierro de lanza" y el Drae nos dice que lacinia se trata de "cada una de tiras largas y de forma irregular en que dividen las hojas o pétalos de algunas plantas".
Pero la palabra pasión significa "sentimiento vehemente, capaz de dominar la voluntad y perturbar la razón, como el amor, el odio, los celos o la ira intensa".
En ambos casos, la palabra "Pasionaria" está asociada a la dureza, rigidez y las emociones desmedidas.
No obstante, desde hace muchos años, como ahora mismo, he visto muchas fotos de Dolores Ibárruri, de cuando joven, siendo dirigente obrera entre los mineros asturianos y combatiente contra el franquismo y el nazismo y siempre, como cuando anciana, lucía un rostro siempre sonriente y bondadoso. Pese ella fue persistentemente perseguida y de origen muy humilde, por lo que debió soportar hambre y por demás dificultades. Aparte que dejó una importante obra escrita.
Sin embargo, vainas de uno que, en veces no sabe de dónde le sale lo loco, siempre que veo la imagen de la señora Machado, la escucho cuando habla muy corto, como si se cuidase no gastar mucho las palabras, como comerciante avaro, muy rígida en eso, cuida que sean, pese la brevedad, lo más duras posibles, como si fuesen "tiras en forma de lanzas de hierro" que arranquen el cuero y extraigan las vísceras a quienes las dirige, me acuerdo de Dolores Ibárruri, "La Pasionaria". Y es por eso de los polos opuestos, que recuerdo a la española, una pobre obrera, quien se batió en medio de grandes dificultades, como que en Europa el nazi fascismo estaba fortalecido y en España mandaba Francisco Franco. Pero, como dije, Dolores Ibárruri siempre ofrecía un rostro dulce, hasta en la vejez, aunque en veces la atrapase la tristeza.
La señora Machado no. Ella es coherente en su palabra y rostro. Su permanente discurso explosivo y amenazante, sale de un rostro pétreo. Es como si nos dijese, no se llamen a engaño, "digo exactamente lo que pienso y deseo". Justamente, lo que digo, lo pienso hacer, exterminar a todo aquel que se me atraviese en el camino. Es un rostro, como si hubiese llevado la vida de privaciones de Dolores Ibárruri y de cualquier trabajadora sometida a la más vil explotación. Pero también ella es la típica matrona, la "doña", la de Rómulo Gallegos, propietaria mandona que percibe, a quienes le rodean, obligados a rendírsele y para eso no invierte ni siquiera una sonrisa. Es como demasiada avara con el afecto y, el dulce, al parecer, en su gusto, le percibe amargo.
El programa de gobierno de la señora Machado, expuesto siempre verbalmente, escueto y duro habla de exterminio. Y eso no requiere explicación. Los trabajadores, para ella, ni siquiera existen, como el amo que va a la finca y si les mira no les ve y menos les saluda.
Puestos López y Capriles como en "blanqueo", dado los tantos errores cometidos por ellos y la corte que les rodeó de muy cerca, tanto que estuvieron en medio del fragor de las guarimbas, pareciera que el liderazgo de la derecha extrema, se hubiese trasladado a los predios de la señora Machado, como algo que se desplaza inercialmente o por gravedad, porque la rampa se escora. Ha sucedido algo así como aquello de "agarrando aunque sea fallo, esto que se me vino cuando no lo esperaba". Aunque en verdad, el catalizador más abundante en la política venezolana es el odio y quien de esto más acumule, más atrae. Quien convenza a un bando que quiere y está en capacidad de exterminar al contrario, no simplemente ganarle unas elecciones, será un líder, un emisario de sus dioses o demonios.
Pudiera pensarse sea ella, si le aplicamos una lógica muy convencional, nada dialéctica, la lideresa en el plano político de lo que ansía Fedecámaras, pues aparte de los rasgos que la adornan y de los cuales ya hemos hablado, se trata de un personaje de la clase empresarial. No es una advenediza, algo así como El Conde del Guácharo", que si bien es empresario, dicen que exitoso, tiene sus orígenes en un mundo, una clase distintos y eso en veces pudiera desatar atavismos. No es lo mismo, haber nacido o creado en el Country Club caraqueño, que en el por demás humilde pueblo monaguense de "Musipán" y crecido fungiendo de carretillero en el mercado de Puerto La Cruz.
Pero no hay duda que, el deseo de poder en los hombres es como demasiado internalizado y el temor de perderlo y hasta algo más grande, hace que sean capaces de adaptarse o mutar, hasta llegar adonde uno menos lo esperaba.
Pienso que el presidente Maduro, pese se me juzgue mal, ha atravesado grandes dificultades. No deseo jamás vivir su experiencia. Asumió el poder con el compromiso de desarrollar un plan, hasta le llaman "El Plan de la Patria", que es como un idealizado "tránsito al socialismo". Quien o quienes lo elaboraron, él mismo pudo estar entre ellos, soñaron que eso podía ser posible a corto plazo y digo esto porque sé bien que, llegar al cielo, es una tarea muy larga y rigurosa.
Pero los avatares de la vida y de su experiencia política, le pusieron en una ruta inesperada; como si creyendo entrar al cielo, el diablo, haciéndole creer era Dios o Fedecámaras en lugar de Chávez, le bifurcaron los rieles y se lo llevaron al infierno.
Ayer, cuando el presidente anunció lo que todo sabemos y lo que en parte esperábamos, pese no habíamos caído en tanto pesimismo e imaginábamos al presidente deseoso y más que eso dispuesto a rescatar el respaldo de los trabajadores, entendimos que había perdido las fuerzas y los planos, mapas y hasta coordenadas. Más cuando a pesar de lo que iba a anunciar, lo asoció al socialismo. Tanto que en el enfrentamiento de los trabajadores con lo que representa y desea Fedecámaras, ganar hasta el cielo sin exponer nada y los gobiernos de EEUU que nos aplican sanciones, el presidente se metió no uno, sino como tres, cuatro, cientos y miles de autogoles.
Ya a Fedecámaras, al gobierno de Biden y el capital estadounidense, no les hace falta el reprimido, escaso, seco y escueto, pero duro, pétreo, pasionario, como lanza de hierro disparada al contrario, discurso de la señora Machado, que habla de metas que ya, a quienes ella quiere servir o mejor liderar, han alcanzado. Y las que faltan. Ya tienen al toro agarrado por los cuernos.