Cuando uno escribe acerca de la importancia de la lucha por el salario, ahora cuando hay quienes creen que la sola "resistencia" es suficiente como medio para mantener viva la disposición por el cambio, el entusiasmo de los trabajadores, por hacer la sociedad más vivible y hasta engendrar motivos para volverse ingenioso, creativo e impulsar el movimiento, suele ser calificado de ortodoxo y los menos hirientes hablan de economicismo. Lo que significa muchas cosas, pero en el caso específico al cual hacemos referencia, sería como que estamos anclados en el pasado, recitando viejas letanías y formulando luchas que dejaron de tener vigencia o no tienen sustento en nuestra realidad. Lo de economicismo, por pensar que la lucha por el salario, en uno sea motivo y fin, aislado del todo. Y en verdad es que ellos no saben o no sienten el valor de ese mecanismo. Pues no están conectados con la placenta verdadera. Si alguna vez lo estuvieron, algún mago cirujano muy habilidoso les desconectó y pasaron a una nueva vida sin percatarse. Uno les ve como conformes con se les de un espacio donde vivir más o menos cómodamente sin molestar al patrón que de paso les utiliza a muy bajo precio.
Y es que, en muchos de ellos, ha prendido la idea que es suficiente estar en el poder, o mejor fungir que en eso se está, ocupando los bancos que, en su mayoría antes ocupaban otros, hasta enemigos nuestros. Y para eso mantener inalterable, es necesaria arriar banderas prodigiosas y hasta principios. Es como si apoderarse del trono y allí sentar a uno de los nuestros fuese suficiente y motivo para todo tipo de inhibiciones. No importa a quien sirva o él crea servir.
Yo mismo, suelo pensar de un buen grupo de amigos que optaron por evadirse, volverse monjes, ocupar su tiempo en la historia antigua, en temas como "Judas y el Evangelio" o tratar de hallar las respuestas que el mundo de hoy demanda en Aristóteles y Sócrates, más bien buscan la tranquilidad y paz que la ancianidad demanda. Estos, sí de algo están conscientes, es que nada pueden hacer y en manos de ellos no hay nada que les comprometa, quedaron, como uno, aislado en su mundo solitario. Pero la vejez de uno no es la misma del otro; hay quienes solo esperan la muerte para estar tranquilos. Sólo aspiro mi muerte placentera y me miro, en una estación de tren solitaria, sentado en un banco, esperando y, de golpe, veo a mi amor de toda la vida, con la misma figura y agilidad de cuando nos conocimos, venir hacia mí con los brazos abiertos y, ella y yo, nos fundimos en la eternidad. Es lo único que quiero. Con eso a nadie daño, porque de mí, como yo de mis amigos, nadie espera nada.
Por plantear que la lucha por el salario y esta mediante los contratos de trabajos y las acciones que están dentro de la legalidad, plasmadas en todo el cuerpo de leyes de la república, se nos califica de ortodoxo y hasta alguno que otro, menos informado y culto, de traidor. Pues eso, pareciera atentar con el status y la tranquilidad alcanzada. Pareciera que todo estaba en apoderarse de la iglesia, cambiar de curas, de santos y oraciones.
Pues quienes estos calificativos aplican, lo hacen en nombre de una supuesta estrategia destinada a hacer de esta sociedad, una socialista. Para ellos, el cambio vendría dado dejando a un lado ese instrumento, motivo de luchas, dado que el primer patrón, el Estado, que ellos creen conducir, dejaría de ser presionado, no estando en capacidad de cumplir esas demandas. Dejar de presionar por el salario, según ellos se le daría a la vanguardia dirigente la calma necesaria para maniobrar y manejar su lucha hasta lograr el exterminio del contrario. Y este, el exterminio, viene dado por alejarlos del coroto, aunque todo siga funcionando como venía haciéndolo. Y entonces, quien esto no entienda, se vuelve un socio de quien ellos tienen como el enemigo en el discurso y sus sueños dorados.
Se escudan diciendo que, "ha muerto el rentismo", mientras el mercado mundial demanda y demandará todavía con ansiedad nuestro petróleo, por bastante tiempo, sólo que nos destruyeron y contribuimos a destruir nuestra industria petrolera y no hay otro espacio o actividad de donde obtener recursos, mientras una minoría se enriquece groseramente y sin aportar mucho al Estado, este que manejan "los nuestros", que teme tocarla aunque sea "con el pétalo de una rosa". Pero quienes el gobierno manejan, siguen creyendo en la posibilidad de exterminarla o domarla hasta que responda a su estrategia. Mientras esa minoría, que controla la riqueza, de nuevo y de manera nada disimulada, vuelve por el petróleo y hasta el oro.
Dada la conciencia de las dificultades existentes que, por mucho que se intente disimular o eludir, no van a desaparecerlas, se habla de formar comisiones para elaborar nuevos contratos de trabajo, habiendo unos proyectos en discusión, lo que significa ignorarlos, optar por unos que se correspondan con los nuevos planes del Estado y no de los trabajadores y de paso desconociendo el descontento y los oponentes reales. Es decir, pasaría ese proceso por desconocer la realidad y elaborar una al gusto, lo que de hecho significa generarse mayores dificultades o dejar todo como está, lo que sugiere la idea y la disposición contraria de quien intenta cambiar la sociedad. La subsistencia del grupo, las individualidades, se anteponen al interés colectivo y la marcha de este en busca de nuevos espacios y cambios sustanciales.
Pero hay más; es por demás incomprensible un plan o estrategia para cambiar la sociedad, donde quienes lo conciben, estando en el gobierno, opten por contener los salarios, prohibir que se luche por ellos, hacer uso de prácticas importadas de adormecimiento, conformismo y adoración por la miseria de parte de la multitud, mientras una minoría se enriquece de distintas maneras. Los poderosos gozan sus riquezas y a los pobres, por la cultura que el Estado prodiga, se les forma para resistir hasta el final y por la patria. Hablan de una igualdad a dos niveles. Una arriba, de poca gente, llena de lujos y otra abajo, multitudinaria, donde todos carecen de lo más elemental.
Esta dualidad de iguales, conformarían un socialismo imaginario o conformista. Bueno para distraer y conformar al Señor.
Y por no compartir esas ideas que más parecen brujerías, se nos llama ortodoxos, dado que, según quienes esto hacen, creen que todo se explica en la falta de los recursos que prodigaba la industria petrolera y en las sanciones de EEUU que, con lo primero, también tiene que ver. Pero mientras en eso se sostienen, gritan contra el rentismo, sin percatarse que, por no haber dispuesto una alternativa, después de más de 20 años, no tienen eso como excusa.
Al parecer, según ellos, todo lo acontecido está justificado en el rentismo y las sanciones; se justifica lo que ahora vivimos y la necesidad de abandonar las luchas por los salarios, pues lo importante es mantenerse en el poder, sin importar lo que suceda; sin contar que en este suceder de cosas, como el acoso del hambre, la ausencia de servicios, no es inherente a todos sino sólo a la multitud de trabajadores. El pueblo, la mayoría, percibe ingresos miserables; se deteriora la escuela púbica en todos sus niveles y los servicios de salud llegan al más bajo nivel. Eso no importa, lo determinante y sustancial es que "seguimos en el poder, los hemos derrotado". No ver esto, tan simple y hermoso, es causa de la ortodoxia. ¡Abajo el imperialismo y la clase dominante!
Quienes eso piensan, la vanguardia, si es que valedero darle ese título y honor, no vive esa experiencia del pueblo. Ellos, nuestros[ED1] acusadores, hablan como si estuviésemos en un barco a la deriva, donde todos luchamos por igual y por salvar la nave, nuestras vidas, hallar la forma de arribar a un puerto seguro, mientras los recursos de abordo se reparten de manera equitativa.
No obstante, debo decir que, si algo he abandonado a esta altura de mi vida, es el pensamiento ortodoxo, que imagina que la sociedad se cambia por voluntad de una vanguardia que asume el gobierno. Las historias de la China de Mao y Cuba, demuestran la falsedad de esas concepciones, aun dejando a un lado, el esfuerzo de los dirigentes de la URRSS, por lograr esos objetivos, enfundados en su ortodoxia estatal o estatista. Pues si algo está demostrado, es que los cambios en las relaciones de producción, se lograrían mediante el esfuerzo, la creatividad de la masa de trabajadores en el curso de sus luchas. Sería como una enorme atarraya, en cuya elaboración cada quien mete su puntada, entre todos la lanzan al mar y luego la extraen llenos de peces, para al final repartirse la pesca por igual, mientras el mar sano se encarga de esperarlos con sus buenos procedimientos. Una labor ates hecha por la vida.
Las relaciones de producción nuevas nacen del trabajo humano, del colectivo y eso, hasta ahora, no se ha podido hacer con un Flautista Mágico, que pueda, con la suavidad de sus notas, encantar, para poner a todos a trabajar y administrar los bienes de una manera novedosa, equilibrada, tanto que permita un repartimiento justo y los medios, como el mar, sigan produciendo con generosidad. Lo visto es que, donde, de un solo porrazo, el Estado se apropia de las empresas y de los bienes del trabajo, sin darles opción a los trabajadores a ejercer sus derechos, todo termina en la quiebra, la herrumbre y la miseria. El Estado o los individuos puestos por éste a gerenciarlas, terminan acabándolas y al final dejando a los trabajadores en la calle. Esa camada interminable de corruptos es resultado del proyecto y las concepciones que dominan, las de los dioses y mandones. Esa fórmula o pócima, es la que genera todo. Y mientras más jorunguen, más saldrán, sólo es cosa de esperar sin asombrarse.
Además de no pecar en verdad de ortodoxo, o como ya dije, no seguir pegado a aquellas viejas, mohosas y hasta nocivas formas de "cambiar al mundo", tampoco me meto el cuento y, menos se le echo nadie, de llamar las cosas por otro nombre, como decir que en Venezuela estamos en transición al socialismo. Si el capitalismo muta para adaptarse y prolongar su vida, eso también hace mucho del pensamiento que cree combatirlo.
Una vanguardia accede al poder en un modelo capitalista, cambia las relaciones, tanto como que todo pasa a manos del Estado. Esto sucede en un sitio. Por no evolucionar y la naturaleza individualista del Estado, termina todo en el esterero, el moho y la sequía. Los individuos de la multitud siguen siendo individuos viviendo aún en plena calle, como separados por gruesas paredes y caminan como ánimas solas y es eso, la soledad lo que las acompaña; tanto que, si en algún punto del camino, dos aquí y acullá, se llegan a ver a través de un inesperado orificio, se asustan y esconden, pues la duda y el temor les agobia. Hay que evitar los huecos de las paredes y caminar viendo "siempre adelante", nunca voltear a los lados.
En otro sitio, no cambian nada estructural como prometieron y creyeron poder hacerlo, pero por no tener conciencia del asunto, no querer reconocer los errores o sentir la sensación que aquello les envanece, satisface el orgullo y llegan a sentir la suavidad de las ventajas, se conforman con llamar lo existente como si fuera lo que prometieron o creyeron poder llevar a cabo, sin que nadie eso les pidiera. Lo único pertinente era preguntar, escuchar lo que cada quien deseaba y ofrecía y con ello llenar un mapa y elaborar unas coordenadas. Y, si lo hecho concordaba con lo pedido por todos, ya era un importante avance. Y había que evitar los estorbos y los estorbosos y no mimarlos para que terminasen con los sueños de todos.
Pero la versión que ofrecen les llena de orgullo y no les hace sentirse pecadores; gozan del agradecimiento y respaldo de quienes debieron combatir con las armas adecuadas y las metas posibles. Y una de estas, armas y metas, era lograr que el salario fuese la punta de lanza y objetivo de una mejor distribución, mientras el planeta sigue dando sus vueltas. Lo ortodoxo no está en la lucha por el salario, dado que el modelo que a este justifica está intacto y tiene mucha vida por delante. Pero si está en quienes creyendo lo contrario se llenaron de errores, se dejaron enmadejar por estos y terminaron en manos de quienes creían poder derrotar en lo inmediato. Y, al contrario, todo terminó al revés.
Y esto de al revés significa que, siendo así, que estamos en "transición al socialismo", como antes "en vías desarrollo", los enemigos históricos, los capitalistas, con nosotros están por demás contentos y hasta reque chupetes, tanto que, ya no nos quieren tumbar, porque nos miran como buenos chicos, entonces es mejor dejar atrás eso de la lucha por la salario, esa vieja y arrugada maña de la ortodoxia.
Pero la verdad es otra, para que las luchas se mantengan dentro del modelo capitalista por el cambio, por el planeta, la vegetación, la vida toda, la relativa al salario, es una válvula o un estímulo que mantiene a los trabajadores en movimiento y en lucha. No hacerlo así es como tirar la toalla.