Debo admitir que, antes de escribir esto, debí consultar con quienes son pertinentes, como psiquiatras, psicólogos u otros especialistas, que conocen bien de fenómenos como el que trato en este asunto.
Por la deficiencia ya admitida, el lector comprenderá; y es más, intentaré enfocarme, de manera que eso ayude, en "narrar", lo que observo. Por supuesto, lo que "observo", está sujeto a la comprobación y yo ahora sólo me limito a narrarlo.
El ascenso de Chávez al poder, por su discurso, sus primeras acciones, como las "Leyes Habilitantes" y sus posteriores discursos, en gran medida dirigidos contra el capital internacional, siendo Venezuela una reserva petrolera de gran magnitud, lo que la ha hecho un área estratégica, tema que tocaré en otro trabajo que publicaré en breve, generó un inusitado temor en las clases dominantes. Pues aquel Chávez también, en sus inicios, por inexperiencia, esto lo he sostenido varias veces, al hablar de sus decisiones o propuestas, solía definirlas como destinadas contra algo o alguien, en lugar de hacerlo, como en efecto era, en favor de las mayorías.
Este proceder –vuelvo a recordar que este trabajo carece de la asesoría de expertos sobre la conducta humana – avivó más el temor, tanto que llegamos al extremo que, cuando se habló del regreso del supervisor itinerante para el sistema escolar, una insignificancia y algo que siempre ha existido en el sistema escolar, sólo que no se le usa adecuadamente, las madres de la clase media alta, reaccionaron con temor, no sé si simulado o cierto, con aquello de "con mis hijos no te metas", pues entendieron, quisieron o les hicieron creer el absurdo que Chávez les iba a quitar los hijos, a estos "su escuela y hasta los iba a amamantar".
Desde el mismo momento del fracaso del golpe del 2002, la oposición que, entonces eran todos los grupos, factores, partidos y hasta individualidades, distintos a quienes apoyaban a Chávez desde el MVR y el Polo Patriótico, construyendo una narrativa falsa, como que el presidente era un dictador, empezó a desarrollar una política persistente, al margen de la legalidad, hasta llegar a propuestas absurdas, insustentables como aquello de "La Salida", concretada en acciones de violencia que llevaron al terrorismo y al horror.
Este estado de cosas o caldo de cultivo, sustituyó lo racional por lo emocional y los opositores, lejos de dedicarse inteligentemente a elaborar una propuesta, consolidar los espacios y apoyos que habían alcanzado, como organizarlos y dotarlos de un discurso racional para el combate, quizás hasta sin percatarse de ello, se dedicaron a predicar y hasta inocular odio contra todo aquél o aquello que apareciese asociado a Chávez. Lo ideologizante se impuso sobre lo racional y hasta sensato.
De eso surgieron muchas cosas, conceptos emocionales, que los venezolanos todos, si no ahora, algún día tendrán que revisar; pues eso ha hecho mucho daño, tanto que la oposición misma, terminó fragmentada, vuelta un archipiélago, como que quienes ahora intentan hacer unas elecciones primarias, apenas son una parte, diría que cuantitativamente pequeña, aunque influyente por su poder económico y comunicacional, de lo que fue antes aquella MUD. Y de eso se internalizó la idea de "la dictadura", elaborada para justificar las ilegalidades, como el golpe de Estado y hasta la invasión. Conceptos que caben bien en la estrategia de los gobiernos de Estados Unidos, dado el valor significativo de Venezuela por sus recursos, sobre todo en materia petrolera.
El odio se ha incrementado tanto y es hasta como una fuente para alcanzar apoyo, que hay quienes ofrecen a sus potenciales votantes o aliados, de llegar al gobierno, desatar todo ese bajo sentimiento acumulado, que es como una bomba de tiempo, hasta contra quien alguna vez votó por Chávez o Maduro y eso, es una buena parte de la población venezolana y además un significativo número de nacionales que desde hace algún tiempo se distanciaron del gobierno y forman el inmenso universo de potenciales abstencionistas o deseosos de otra alternativa. Es decir, a potenciales electores o gente a la que habría y hasta podrían que ganarse, le ofrecen castigo por "los pecados concebidos".
El universo que llamamos y llamaremos convencionalmente "chavista", para facilitar la comunicación, dentro del cual hay partidos u organizaciones de izquierda y hasta un número inmenso de independientes, que hoy son opositores o simples abstencionistas, parece haberse contaminado de ese bajo sentimiento. Esa es la impresión que uno percibe al revisar las redes sociales y hasta escuchar directamente a la gente expresarse sobre el cuadro político venezolano.
Por supuesto, a lo anterior se agregan, pero sin duda como condimento sustancial, como un buen ají dulce a un sancocho de pescado, la infame política salarial, abandono de los servicios públicos y, en general, las políticas neoliberales, monetaristas del gobierno y el grave estado de indefensión en el cual se halla el venezolano.
Dentro de ese mundo que llamamos la izquierda, que hace oposición, como partidos o individualidades, el odio que generó la derecha, repotenciado por las políticas neoliberales del gobierno y las exclusiones sin justificación, por la simple discrepancia, ha penetrado con la misma intensidad.
Es triste percibir, en muchos factores, como se pierde el tiempo elaborando discursos, largos o cortos, miles y miles de mensajes cargados de odio, en lugar de invertir todo ese esfuerzo y tiempo en buscar la forma de acordarse para el diseño de una política coherente, racional, con posibilidades de éxito, por lo menos para unir fuerzas y ofrecer un frente contra los desafíos de la derecha, hállese esta, en un sitio u otro.
Es asombroso y triste leer artículos, mensajes por las redes y hasta escucharlos en la viva voz de alguien, donde gente y partidos de la izquierda comienzan a asumir el discurso de la derecha y hasta absorber toda la carga de odio que esta ha venido lanzando sobre el país todo. Es decir, en la izquierda, hay quienes, lejos de preocuparse por elaborar su propia opción, discurso, táctica y estrategia, se conforman con contagiarse del odio de su enemigo histórico, la derecha.
He estado leyendo a izquierdistas, haciendo elogios de la actitud de la UEE, que es como decir la OTAN y el mismo gobierno de EEUU, por sus reclamos en materia electoral, como si nuestro enemigo fundamental, estratégico y de los países sometidos a sujeción por el modelo, fuese nuestro aliado. Y entonces, los conceptos de soberanía nacional y hasta antiimperialismo, son secundarios o nada valen por el odio que les despierta Maduro y del cual fueron contagiados desde fuera.
En Venezuela hay un enorme espacio, universo de partidarios de una opción totalmente distinta a las que representan el gobierno y la oposición, esa del llamado grupo G, convencional y oportunistamente "·unida" alrededor de unas primarias, pero en realidad en favor de la estrategia y hasta intereses del gobierno de EEUU y las clases dominantes a lo interno, que juegan a dos cartas. Sí, dos cartas, pues terminar de doblegar al gobierno también es parte del juego.
Se trata entonces de diseñar una acción emergente para buscar acuerdos entre quienes pueblan ese universo opositor compuesto por revolucionarios, izquierdistas, progresistas, nacionalistas, democráticos, en partidos o independientes, con un discurso inteligente que retrate al país, recoja los intereses de la multitud y no de las clases dominantes y dejar a un lado el odio e intemperancia que sólo generan más división y fortalecen al enemigo.
Es vital desprenderse de ese oportunismo, aventurerismo "heroico" que parece regresar y por el odio, hacernos cómplices de los enemigos históricos del proyecto de Bolívar, "el bolivariano"; y no es verdad lo que muchos repiten, "cualquier cosa es mejor que esto". No es sólo asunto de llegar al poder, sino también lo es para qué. Consolidar un frente progresista, amplio donde quepan cómodamente los izquierdistas y todo el pensamiento progresista y democrático, es también importante y vital. Grave, muy grave, es caer en las redes de quienes, la actual política contra los trabajadores y la soberanía, en lo sustancial, no van cambiar; "pudiera", dicho así para no pecar de extremismos, salir el tiro por la culata o salir de "Guatemala para caer en Guatepeor". Es sustancial unir a las fuerzas progresistas y no quedar desarmados y atiborrados de odio, sentimiento que genera sufrimientos y no deja pensar con sensatez y por ello terminar en manos del enemigo histórico por razones de clase y particularidades del modelo.