No es muy complicado. Siendo venezolano, no me queda duda alguna, en un momento que Venezuela sufre la agresión y hasta la amenaza de la Exxon Mobil, dar muestra de mi posición a favor de mi país.
Cuando los ingleses, bajo la feroz dictadura de Videla, hicieron la guerra a la Argentina por Las Malvinas, Venezuela toda, gobierno y oposición, se cuadró con nuestros hermanos, de modo que ante la intromisión y hasta agresión de la Exxon Mobil, no valen determinados argumentos, como la opinión que se tenga sobre el gobierno de Maduro, para ponerse en contra de Venezuela o ponerse a un lado, lo que casi viene siendo lo mismo.
La historia del Esequibo es por demás conocida por mucha gente. A quienes aquí, a este espacio, entran no es necesario explicar mucho el asunto; bastante saben.
No obstante, es valedero y fundamental para el análisis, darle valor al juicio de Javier Biardeau R., según el cual, "Las dos principales fuerzas políticas de Guyana no tienen ya grandes diferencias ideológicas, han abandonado proyectos y retóricas revolucionarias de los años 60. Ambas apuestan por administrar la riqueza petrolera entregada a la transnacional norteamericana Exxon".
Tanto es cierto lo anterior que Irfaan Alí, actual presidente de Guyana, pertenece al Partido Progresista del Pueblo, el mismo de tendencia socialista en los tiempos de Cheddi Jagan.
Acabando de asumir la presidencia, Irfaan Alí, en el 2020, se reunió con Mike Pompeo, Secretario de Estado del Gobierno de Donald Trump, y convinieron el rol que ahora asume Guyana, lo que explica lo citado arriba de Javier Biardeau.
Según eso, ya allí no hay aquella fuerza progresista, amistosa, hasta ganada para el proyecto bolivariano como lo fue el Partido Progresista del Pueblo de Cheddi Jagan, que siempre mantuvo relaciones de entendimiento con los gobiernos de Venezuela en los tiempos de la IV República.
Lo que pudiera suceder es que, entre nosotros cunda la confusión, dado el enredo que prevalece en la vida nacional en estos momentos.
La disputa por el Esequibo, antes fue con Inglaterra, eso lo sabe el lector. La potencia europea, por desconocer lo que en las entrañas de esa tierra había y por haberse convertido el colonialismo de por sí, en algo como indigno, optó por darle a los nativos de la antes Guyana Británica su independencia, sin restarle valor e importancia a los reclamos de muchos de los nativos del área. El colonialismo venía siendo derrotado en todas partes y se había convertido además, en algo desventajoso desde la perspectiva política. Era una figura cadavérica y hasta putrefacta. El neocolonialismo, emergido de las relaciones capitalistas, se había vuelto más productivo y menos antipático. Da el neocolonialismo la imagen de espacios "libres", "independientes", pero más explotados que cuando eran colonias.
Por eso, el gobierno británico, se adelantó incluso a firmar con Venezuela el Acuerdo de Ginebra en 1966. Ya estaban en disposición de darle a Guyana un nuevo status, más cuando las relaciones coloniales británicas en casi todo el mundo habían sido disueltas. Y hasta de esa manera trasladaban al gobierno de la nueva nación independiente la incomodidad de manejar aquel problema y borrar la idea de haberse apropiado de algo ajeno.
De Venezuela, todos los gobiernos, manejaron ese asunto con calma y hasta disposición amistosa y por lo misma de manera repetidamente errónea; salvo por instantes, antes y después de la firma del Acuerdo de Ginebra, pudo haber estallado o desencadenarse una acción de nuestra parte de carácter militar para recuperar ese espacio. Según opinión muy generalizada, quien más cerca estuvo de eso fue el General Pérez Jiménez, quien cuando eso pensó, quizás daba por descontado, la solidaridad de Estados Unidos.
Acusar a un gobierno u otro, sobre todo después de la independencia de Guyana, de haber incurrido en algún gesto que explique absolutamente lo que ahora acontece, es una manifestación interesada.
En 1966, con Inglaterra, se firmó el Acuerdo de Ginebra, era entonces presidente de Venezuela el Dr. Raúl Leoni. El espíritu de ese acuerdo encierra la idea de un compartir, buscar una solución que satisfaga a ambas partes. No se trata de un "topo a todo", como el que ahora quiere Guyana, estimulada por la Exxon y por lo que insiste en la CIJ, dado los compromisos de este ente con el gran capital. Y por eso, no es valedero, nada sensato ni moralmente válido, acusar al entonces presidente de Venezuela.
La historia posterior es conocida, como que el Dr. Caldera, firmó un acuerdo con Guyana para posponer el diferendo por 12 años y el presidente Chávez, hizo esfuerzos por mejorar sus relaciones con aquel país, dentro de su estrategia bolivariana de la unidad, lo que no significa, pues no hay nada firmado para corroborar que Caldera, CAP o Chávez, entregaron ese territorio, pues lo demuestra que nada de eso hay escrito y, de haberlo, ya las partes interesadas lo hubieran exhibido y el reclamo no existiera. Al contrario, el diferendo sigue vigente.
Pero sucedió que, la Exxon Mobil, como decimos en Cumaná, "metió su cuchará" en el litigio, al iniciar exploraciones y hasta explotación petrolera en parte de ese espacio. Y no conforme con lo hecho, desde breve tiempo atrás, ha continuado con esas actividades en nuevas áreas más al oeste, en muestra de un absoluto desconocimiento de los derechos de Venezuela y lo dispuesto en el Acuerdo de Ginebra. Y el gobierno de Guyana ha asumido la actitud de propietaria sin duda alguna.
La decisión de Antonio Guterres como presidente de la ONU, de poner el litigio en manos de la CIJ, no compromete a Venezuela y este país no está obligado a aceptar esa instancia. Pero aun así, la propia ONU y el gobierno de los Estados Unidos, han aceptado el hecho que Guyana, una de las partes en el conflicto, opere como dueño de ese territorio y le otorgue derechos a la Exxon Mobil para sus operaciones petroleras. Y lo que es más, unos pocos días atrás, la embajadora de Estados Unidos habló de la presencia de fuerzas militares de su país en ese espacio de conformidad con el gobierno de Guyana. Según un artículo publicado recientemente por el técnico petrolero Einstein Millán Arcia, Guyana ha recibido de la Exxon, derivado de las ventas petroleras, una enorme suma de dólares que en verdad corresponde a Venezuela.
De manera que, no es nada difícil entender, a menos nos dejemos llevar por bajos intereses políticos, que la intensidad tomada por el reclamo del área de Guyana, propiedad de Venezuela, está determinada, más que por los hallazgos petroleros, por la actitud de la Exxon que logró, sin dificultades, ni las habituales gestiones, propias de los negocios, como sin competencia, Guyana le otorgase unos derechos y prerrogativas para lo que no tiene las facultades necesarias, dado que no es dueña de ese espacio y más estando de por medio el Acuerdo de Ginebra. El hecho mismo que la CIJ, organismo al cual Guyana se ha encomendado, sin que Venezuela lo haya hecho, nada ha decidido, no autoriza a aquella nación a otorgar a nadie los derechos que ha concedido a la Exxon Mobil.
Sectores opositores, con el interés de sacarle partido al conflicto en beneficio electoral, han venido jugando una partida en la que parecieran darle a Guyana derechos por el Esequibo, como que ese territorio, por errores que ellos atribuyen a Chávez, se hubiese perdido. Ocultan que quienes a ellos dirigen o de quienes reciben mensajes, están demasiado atados a los intereses de Estados Unidos, tanto que, en la conflictividad política interna, quien los representa, dirige y financia es la Casa Blanca. Es demasiado obvio que los acuerdos de Barbados y cualquier otro sitio, en relación con la misma materia, la voz y mando de EEUU es determinante en la conducta de la Plataforma Unitaria. Y están cayendo en el infantil error, para no decir algo que pudiera ser muy ofensivo y hasta odioso, de ponerse del lado de Guyana y en contra de los intereses de Venezuela.
Es posible, como dice mucha gente hasta de buena fe, en este momento pienso en alguien que sé está del lado de Venezuela en este conflicto, no sea necesario, legalmente hablando, el referendo consultivo, dándole una interpretación convencional y parcializada, cuando se trata de un asunto de varias facetas. Para él ese evento no es indispensable, dado que el Esequibo es nuestro y esperan de la CIJ una conducta equilibrada. Además, según su parecer, todo lo por hacer y defender emana de la constitución. En esta todo está establecido, de donde piensa que ese refrendo no hace falta y no pasa de ser un acto publicitario. No ve ese evento formando parte de un movimiento de masas, destinado a despertar y fortalecer la conciencia nacional en torno a ese asunto y, al mismo tiempo, que el gobierno quedaría más comprometido a defender lo aprobado, de manera muy específica, por los venezolanos.
No está demás hacer esa consulta, cuando parte de la "dirigencia política venezolana", la misma de relaciones como demasiado comprometidas con el sector ajeno al interés nacional, pronuncia un discurso confuso, como que el Esequibo está perdido porque fue entregado por alguien; no conformes con eso se muestran confiados en lo que pudiera decidir la CIJ y hasta se anuncian gozosos que este ente decidirá en contra del interés nacional. Y preparan el escenario para luego utilizar esa pérdida como instrumento para su futura campaña electoral.
El acto de votación del 3D lo percibo como una manifestación, una convocatoria a los venezolanos a la lucha por sus derechos y en este caso, por la defensa de un espacio que nos pertenece desde antes del nacimiento de la república.
Además, no votar el 3D, alegando que el contenido de las preguntas es una obligación gubernamental establecida en la constitución, es un desmentirse, más cuando se vive reclamando participación y al gobierno que se identifique más con los intereses nacionales.
Justamente, quienes atienden las señales emanadas de Estados Unidos e indirectamente las de la Exxon y el gobierno de Guyana, ponen por encima de todo sus intereses puramente electorales. Se la juegan con que CIJ decida a favor de Guyana, circunstancia en la cual ellos, por su actitud de ahora, serían responsables, para usar eso como argumento y hasta proyectil en su campaña venidera.