El abuelo de Facundo Cabral, un militar que se la pasaba haciendo la guerra, dijo una vez: “Yo no le hago la guerra a los pendejos”. El famoso cantautor, cuando era niño, le preguntó: “¿Por qué?”. El abuelo, que había demostrado ser un inequívoco analista de la correlación de fuerzas aunque no era –seguramente- marxista, observando a su nieto, le respondió: “Porque el Frente de los pendejos son muchos”. De esa verdad, en el sentido de la cantidad, se olvidan con frecuencia los políticos que, por intereses económicos, ordenan hacerle guerra al mundo desconociendo que casi toda su población pertenece al Frente de los pendejos, que son los explotados y oprimidos por el capitalismo, ahora en condición de globalización salvaje.
El mundo actual ya pasa de los 6.300 millones de habitantes. Nada más, para comenzar, alrededor de 1.000 millones son analfabetos. Y todo analfabeto, por mucho dinero que tenga acumulado, es un pendejo. Quedan 5.300 millones. Sigamos: unos 4.000 millones vivimos en la pobreza económica, unos en situación crítica, otros en grave, otros en aguda, pero pobreza al fin y al cabo. Conclusión: todo el que viva en la miseria padece de dolores diversos y, por tanto, es un pendejo. Van 5.000 millones de pendejos. Quedan 1.300 millones. ¿Son todos ricos? No, no se puede creer en eso ni existe una estadística posible de comprobarlo.
En esa cantidad están los pocos ricos verdaderamente ricos (tipo Hill Gates), los burgueses dueños de los más poderosos monopolios de la economía imperialista, burgueses dependientes de los primeros, la pequeña burguesía alta y un poco de la media. Casi todos los pequeño burgueses corren el riesgo de sucumbir en la ruina y de convertirse en pendejos con tendencia al suicidio. La pobreza, lo saben, es un arma mortal para ellos. Sin embargo, por ahora, no están en la categoría de miseria. Aceptemos que de esos 1.300 millones gozan de buena salud, educación, bienes, vivienda confortable, buena alimentación y recreación. Viven muy bien, unos pocos mejor que los muchos de esa cantidad.
¿Es justo ese mundo?: para los pendejos, no; para los ricos verdaderamente ricos, tampoco. ¿Por qué para éstos no?: porque también quieren apoderarse de lo que tienen los otros que pertenecen a los que viven bien, pero no poseen la riqueza capitalista para estar a la altura de los primeros y tener derecho a pensar y decidir el destino del mundo en el mercado mundial.
Ahora: ¡cuidado con caerse para atrás! Si desconocemos las matemáticas, no seremos afectados en la repercusión de los datos, pero si no dominamos la regla de tres simple, nos puede dar un infarto: el 80,3% de la población de la tierra está integrada en el Frente de los pendejos, y el 19,7% está enrolado en el Frente de los rolos de vivos y otros menos vivos que gobiernan, saquean y cometen toda clase de atrocidades en nombre de la libertad para esclavizar a los pendejos. El señor Bush, creyéndose predestinado, llegó a decir que Dios no era neutral, es decir, que estaba de parte de los ricos y no de los pobres. Conclusión: mientras más pocos sean los ricos-ricos, más numeroso se hace el Frente de los pendejos.
¿Cuál es el mundo en que viven los pendejos?: por muy analfabeto que se sea, el pendejo sabe que existe un rolo de vivo que lo jode. Pero no hay que estacionarse allí. Se vive actualmente la era de la globalización capitalista-imperialista salvaje. ¿Qué significa eso?, se pregunta el pendejo. Nada más y nada menos que esto: la privatización de las naciones o sociedades llamadas subdesarrolladas, del tercer mundo o en vías de desarrollo, agregando aquellas de capitalismo desarrollado que no están en capacidad de competir con las poquísimas naciones imperialistas. Esa privatización será tan atroz que el deber o el derecho natural de ir a un baño y tirarse algunos pedos libremente antes de evacuar, lo perderemos y tendremos que pagar un elevado precio o impuesto por hacer nuestras inevitables necesidades humanas, aunque a nadie podremos venderle pedos y, menos, los hediondos o putrefactos como sueles ser los de los cotidianos consumidores de caraotas revueltas con huevo y leche. Todos sabemos que los ricos-ricos no se tiran pedos sino que expulsan gases de muy olorosa aroma y hay esclavos, ¡por Dios!, que se los aplauden y festejan.
En el caso de América, por interesarnos por demás, viven más de 550 millones de habitantes, de los cuales más de 400 millones forman parte del Frente de los pendejos. Pero como tenemos en el continente al imperialismo más poderoso y terrorista y hacedor de guerra del mundo, pronto –si no nos decidimos a ser definitivamente libres- podremos entrar a vivir en un verdadero infierno mucho más trágico que el reino de Satanás, porque la intención es de convertirnos en buenos y fieles esclavos pendejos-pendejos de unas pocas empresas que nos dejarán completamente desnudos, hartos de hambre y de sed, y llenos de dolor. Incluso, nuestras madres, nuestras mujeres, nuestras hijas y nietas y sobrinas serán obligadas –posiblemente como consuelo- a satisfacer los desaforados instintos sexuales de los soldados mercenarios del imperio que nos colonice radicalmente. Este es el mundo en que vivimos y en que el imperio nos ofrece una digna condición de pendejos.
¿Cómo ser entonces un perfecto pendejo? Limitémonos exclusivamente a la América. Cuba, si bien no posee suficientes riquezas materiales para crear una vida avanzadamente cómoda a su pueblo, es la nación donde menos existen pendejos. Estos son pocos, los que quieren que vuelvan los gringos a convertir la isla en un centro del azar y de la prostitución, de manera que los transforme en perfectos pendejos. En Venezuela, Brasil, Argentina, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, esencialmente, millones de personas que antes eran pendejos han decido no continuar siéndolo. En Colombia existe una insurgencia que hace muchos años decidió no ser pendeja. En el resto del continente, incluyendo al propio Estados Unidos, se están produciendo hechos que indica que se vislumbra una corriente política de abandono radical a las filas del Frente de los pendejos. El imperio sabe que sin la existencia de un gran Frente de pendejos que le obedezca incondicionalmente, no tiene vida.
En fin, para dejar de ser pendejo es necesario rechazar el mundo actual y luchar por crear uno nuevo con humanidad nueva, con hombre y mujer nuevos y donde nadie sea pendejo, pero tampoco donde nadie sea un rolo de vivo jodiendo a otros