Vladimir Putin, el hombre de la mirada de hielo, formado en el mundo del
espionaje (KGB), con el petróleo como herramienta estratégica de poder, intenta
relanzar a Rusia como la gran potencia del siglo XXI.
Emergente de las cenizas del Kremlin y de la Guerra Fría, y luego de expulsar
del poder al lobby sionista infiltrado con Yeltsin tras la caída de la
URSS, la Rusia de Putin se
proyecta hacia la consolidación de un Imperio forjado a partir de la
vieja sociedad capitalista de las armas, el petróleo y las finanzas.
Se trata de un reposicionamiento de la "Guerra Fría", no ya entre
dos sistemas opuestos (el
capitalista y el comunista) sino entre dos potencias capitalistas que se
disputan la hegemonía del poder mundial.
La antigua "guerra fría" de la URSS con
EEUU (y el bloque aliado de naciones capitalistas) era principalmente por áreas
de influencia militar y política: el sistema comunista vs. el sistema
capitalista occidental.
Como consecuencia irradiadora, en
el mundo y en los cinco continentes confrontaban" dos sistemas": la
"revolución socialista" por vías del poder armado, o del poder político
(exportada por la URSS), y la "civilización capitalista de libre mercado"
(exportada por EEUU y sus aliados).
Con la derrota y desaparición
de la URSS (punto de referencia geopolítico y logístico de la "revolución
socialista" y de sus movimientos armados) desaparece el sistema comunista,
y el sistema capitalista occidental de "libre mercado" ingresa al nuevo "orden
mundial" convertido en sistema hegemónico unipolar liderado por EEUU como
potencia locomotora.
Por lo tanto, a la contradicción
fundamental de la "guerra intersistemas" (comunismo vs. capitalismo) por
áreas de influencia y dominio geopolítico-militar, le sucede la "guerra
intercapitalista" por áreas de influencia y de control de recursos
productivos y de mercados, dentro de un mismo sistema.
Como consecuencia irradiadora, los
conflictos sociopolíticos ya no se desarrollan en el radio de influencia
de "sistemas diferentes" (comunismo vs. capitalismo) sino como contradicciones
económicas, políticas y sociales de un "sistema único": el capitalismo de
libre mercado nivelado como "única civilización" para todo el planeta
En este contexto internacional, la
llamada nueva "guerra fría" de Rusia con EEUU (y el bloque aliado de la Unión
Europea) es principalmente por áreas de influencia comercial y competencia por
los mercados: el Estado capitalista ruso vs. el sistema capitalista
occidental de libre mercado, liderado por EEUU como potencia locomotora.
Pero, para entender la nueva
"guerra fría" por áreas de influencia que mantienen Rusia y EEUU, es necesario
entender primero la guerra de Putin con el lobby sionista
ruso-europeo-estadounidense.
El fracaso del lobby sionista
Tras la desaparición
de la URSS, en la década del 90, la administración Boris Yeltsin desmanteló por completo
al ex Estado soviético para ponerlo en manos de
la mafia interna (la "nueva oligarquía" sionista) aliada a las transnacionales
y bancos capitalistas, con terminales en Europa y EEUU, que intentaban integrar a
Rusia y a las ex repúblicas socialistas al "gran mercado capitalista".
Severamente disminuida en sus capacidades militares y
económicas, y perdidas buena parte de las áreas de influencia
que en su momento detentó la URSS, los nuevos líderes e
ideólogos nacionalistas rusos, con Putin a la cabeza,
apostaron a la estrategia y la táctica como
armas para redefinir su futuro (no en balde Rusia es la sociedad
ajedrecística por excelencia en el mundo).
El
Gobierno de Yeltsin, con Putin de primer ministro, consolidó las "reformas" y el
ingreso al poder de los "oligarcas" entre los cuales brillaban con luz propia
Boris Berezovksy
y Mijaíl Jodorkovski
(dueño de la petrolera rusa Yukos, hoy encarcelado, y que aspiraba a la
presidencia). Ambos eran señalados como cabezas emblemáticas de lo que se
conocía como el "lobby sionista" de la Rusia pots-soviética.
Luego de asumir como presidente interino por la enfermedad de Yeltsin,
Putin (con su entorno conocido como la "camarilla de la KGB") inició una purga
feroz contra el "lobby sionista" de los oligarcas que se profundizó cuando llegó
a la presidencia de Rusia por elecciones,
convertido en el nuevo "líder fuerte" del país.
Una vez que Putin (y tras ejercer el gobierno interino por enfermedad de Yeltsin)
asumiera la presidencia en el 2000, restauró la burocracia soviética convertido
en "nacionalismo ruso" con un fuerte control sobre las FFAA y el aparato de
seguridad y con la hipótesis de "guerra contra el terrorismo checheno"
infiltrado por la CIA.
Desde esa posición de poder, Putin y su
grupo iniciaron una persecución
contra el poder de los oligarcas "sionistas", en primer lugar contra los dos
multimillonarios
Berezovksy y
Khodorjovksy, hoy exiliado en Londres uno, preso el otro, acusado de
evasión y fraude contra el Estado.
Desde allí Putin inició la purga y la cacería de los sionistas
pro-Washington, cuyas representaciones más emblemáticas eran los
mencionados oligarcas potentados
El arresto de Jodorkovsky sacudió al mundo financiero de Europa y de Wall Street,
y el sionismo mediático lanzó una ofensiva internacional para conseguir
su liberación.
La prensa británica llegó a especular sobre una posible conexión entre
Jodorkovsky y Jacob Rothschild, cabeza emblemática del sionismo británico.
Jodorkovsky, según la prensa británica, habría solicitado apoyo a un grupo
neoconservador de EEUU conectado con el lobby judío que controla la Casa Blanca.
Roman Abramovich y
Boris Berezovsky, se exiliaron en Reino Unido luego de
trasladar parte de sus fortunas a Londres.
Luego de acceder al poder con
Yeltsin,
Putin y el grupo nacionalista de la ex burocracia soviética refugiada en
la KGB atacaron los dos frentes operativos de los "oligarcas" para
apoderarse de Rusia:
1) La oligarquía y el lobby sionista ruso con
terminal en el lobby judío de Washington y Wall Street que,
infiltrada en el gobierno de Yeltsin, propiciaba la sociedad de consumo y el
"libre mercado" para apoderarse de la economía rusa tras la caída de la URSS.
2) La guerrilla fundamentalista chechena infiltrada por la CIA que había
colaborado con la mafia rusa y los oligarcas para desestabilizar y derrocar
al régimen soviético, y que ya actuaba para el sionismo ruso con terminal en
Washington-Wall Street.
El cerco a Rusia
La estrategia "otansista" del lobby EEUU- Unión Europea intentaba aislar a Rusia por medio del establecimiento de un cordón de repúblicas ex soviéticas con gobiernos pronorteamericanos y sumisos a Europa alrededor del cuello económico de ésta (petróleo y gas). Las redes de la droga y el tráfico de armas infiltradas por la CIA y los servicios secretos rusos, así como las disputas estratégicas entre Rusia y el eje EEUU-Unión Europea por áreas de influencia, son factores esenciales que cuentan en las "revueltas populares" que hasta ahora -salvo Uzbekistán y Bielorrusia- han terminado con gobiernos pro-Washington en la región. Las protestas y los movimientos de caos planificado y de desestabilización callejeros (Georgia, Ucrania y Kirguistán) fueron organizados por las ONG financiadas y dirigidas por Washington utilizando las redes económicas de la CIA canalizadas a través de la USAID, según informes de la inteligencia rusa expuestos en el Parlamento moscovita. Todas las "revoluciones de terciopelo" en aquella región sirvieron a los intereses financieros globales de Washington –representados por la Open Society de George Soros y la Fundación Nacional para la Democracia (NED) cuyos fondos provienen de la Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID)- para fracturar y desmembrar las fronteras nacionales de sus más importantes rivales geoestratégicos: China, Rusia e India. En opinión de expertos rusos las llamadas "revoluciones de terciopelo" de Georgia, Kirguistán y Ucrania no fueron tales sino movimientos golpistas "democráticos" orientados a sustituir gobiernos fieles a Moscú por otros que respondieran a los intereses de Washington. Con políticos que responden incondicionalmente a las directrices de la Casa Blanca, como es el caso de Viktor Yushchenco en Ucrania, cuya campaña fue organizada y financiada por el Departamento de Estado, a través de su esposa, quien fuera secretaria de George Bush padre. Parte de las ex repúblicas comunistas de Europa del Este que conformaron la Unión Soviética -y el Pacto de Varsovia-, ahora son miembros de la OTAN., la fuerza militar liderada por Estados Unidos que nació para combatir la expansión militar del ex Imperio Soviético del que formaban parte estos flamantes miembros de la alianza atlántica. Desde el fin de la Guerra Fría, la estructura militar controlada por Estados Unidos primero, incorporó a Polonia, Hungría y la República Checa, y ahora se extiende a Rumania y Bulgaria. Además, con las tres repúblicas bálticas de Lituania, Letonia y Estonia, llega casi hasta Finlandia. Con la ampliación de la OTAN con "socios confiables" de las ex repúblicas soviéticas de Europa del Este, Estados Unidos consiguió la consolidación de su poder geopolítico y militar estratégico en la región, en desmedro de Rusia, y China que ven afectadas y desestabilizadas sus fronteras y áreas de influencia. El caos y la desestabilización planificada con las "revoluciones de terciopelo" en el Asia Central forman parte del mismo proyecto estratégico, cuyo objetivo central apunta a desestabilizar las fronteras y áreas de influencia de Rusia con el propósito del control militar y geopolítico sobre las ex repúblicas soviéticas. En este marco, y luego de asumir la presidencia en el 2000, Vladimir Putin, el hombre de la mirada de hielo, formado en el mundo del espionaje (KGB), con el petróleo como instrumento geopolítico-económico estratégico, ponía en marcha su proyecto de relanzar a Rusia como la gran potencia del siglo XXI
El contraataque petrolero de
Putin
A principios del
2000, ya convertido en presidente de Rusia, Putin, formado en el mundo
del espionaje (KGB) y con un curriculun que incluye una tesis
doctoral sobre la utilización del petróleo como instrumento
geopolítico-económico estratégico, comenzó su proyecto de reposicionar a Rusia
como gran potencia mundial, utilizando como herramienta sus colosales reservas de petróleo y gas y
su condición de país pivote entre Asia oriental y Europa.
Favorecido por los altos precios del petróleo, con $200.000 millones en reservas
de oro y divisas duras, y con su renovado sistema de armamento nuclear y
convencional, el gobierno de Putin comienza a desafiar a la hegemonía
imperial estadounidense en relación a los países situados por Washington en el
"eje del mal", como Irán, Siria, Venezuela, Libano, Corea del Norte
y las organizaciones y países anti-sionistas de Medio Oriente y el mundo
islámico.
******
(*) Manuel Freytas es periodista, investigador y analista, especialista en inteligencia y comunicación estratégica |