Este miércoles, el canciller de la República, Iván Gil, emitió un comunicado donde Venezuela rechaza enérgicamente "la renovación de la orden ejecutiva por parte de Estados Unidos que, desde el 2015 que se ha utilizado para justificar una sostenida campaña de agresión contra el pueblo venezolano, violando toda norma del derecho internacional, constituyéndose en un caso de castigo colectivo".
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El gesto de Estados Unidos y la respuesta del gobierno de Venezuela, no tienen nada novedoso y como tales de poco sirven para incorporarlos al cuadro que pinta la coyuntura nacional, pues sería un como "llover sobre mojado" o repasar rasgos ya trazados en el cuadro con suficiente claridad. Pues ellos ya están allí y lo van a estar por más tiempo, "salga sapo o salga rana".
Se trata de dos gestos muy, quizás demasiado formales y obligatorios, como saludar al amigo y hasta enemigo, que se cruza en el camino y recibir de este respuesta, tratándose de gente que tiene necesidad de cumplir ciertas formalidades, más cuando eso tiene bajo costo o no tiene ninguno.
Aquel Decreto de Obama que, de manera como "simplista", pues así le vimos al inicio y hasta el gobierno mismo, a parecer, tuvo la misma percepción, nos volvió "amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y la política exterior de los Estados Unidos de América", se produjo el 8 de abril del 2015.
Al margen de las razones de fondo que aquel gesto generó, no siempre bien ponderadas por mucha gente, sirvieron para fundamentar todas las sanciones que posteriormente y por él, se desataron contra Venezuela. Y como recordé antes, tal decreto y asidero, se produjo un 8 de marzo; es decir, dado que tiene una duración de un año y faltaban pocos días para que pereciera, estando en medio y hasta como en el período inicial de unas conversaciones que demandan tiempo, sutileza e imaginación para encontrar salidas convenientes a ambas partes, como seguir levantando sanciones y en el orden correspondiente y al mismo tiempo ser correspondidos con garantías y facilidades, es sin duda natural y lógico que EEUU optara por prolongarlo por año más, pues falta le hace. Esa cuña es vital, escuece y sirve de palanca defensiva y ofensiva en la "guerra diplomática" de ahora.
Y es más natural aún y hasta elemental que Venezuela, pese lo que esté sucediendo, que no son malos presagios, reaccione de la manera que lo hizo a través de su canciller. Es como un perro que ladra porque le es inherente, dado cualquier estímulo y el de al lado, habiendo hasta una pared por medio, le responda a manera de advertencia o simple y cordial saludo.
En artículo anterior titulado "El 28, el 28, como repetía Eduardo Semtei, serán las elecciones. Quien no hace, le hacen", dije "El hecho que los avances en la búsqueda de nuevas o de las viejas relaciones entre EEUU y Venezuela marchen lentamente y en veces parecieran estancarse, no es más que el resultado de las desconfianzas surgidas en ambos sectores durante años y la inevitable incomodidad que genera la cultura de la desconfianza y hasta las viejas rencillas. Aparte de los distintos intereses y personas que en el manejo de ese asunto participan".
https://www.aporrea.org/actualidad/a329076.html
La política venezolana de ahora, más por los rasgos, características o expresión de los contradicciones, tiene incidencia significativa en el manejo de las relaciones diplomáticas entre EEUU y Venezuela, sino tanto como en el área económica y particularmente petrolera, pero sin con respecto a los aliados.
A nadie despierto y sobre todo a quien aborde la coyuntura de hoy, se le escapa que los aliados naturales de EEUU, dentro de Venezuela, están divididos. Es más, es evidente que, de estos, hay quienes por razones muy puntuales, pero ajenos a lo ideológico o mejor cultural, conviven en sana paz y hasta entendimiento y acuerdos con el gobierno. Para entender esto es suficiente recordar cómo, con todo su peso en los diferentes poderes del Estado, particularmente en la AN, los factores oficialistas han aprobado disposiciones como las relativas a las "Zonas Económicas Especiales" y la ley de "Inversiones Extranjeras del gusto del capital internacional y sus aliados internos.
Sería muy largo enumerar las decisiones en materia económica, como por ejemplo la eliminación del control de cambio, de precios, hasta la materia salarial, lo que incluye la congelación de los contratos colectivos, el salario mismo, que ha privilegiado en primer término al capital.
Estas decisiones se tradujeron en cambios en la valoración y manera de relacionarse con el gobierno de parte del capital interno y particularmente de Fedecámaras. En este organismo, como ha solido suceder en su no muy larga historia, suele acomodar su comportamiento según el del gobierno. Ante aquel desafiante Chávez, primero con un respaldo popular descomunal y luego un inmenso ingreso proveniente del petróleo, a Fedecámaras no le quedó otra alternativa que pasar a la ofensiva y se cuadró con quienes desde el área o terreno de la política, intentaron sacarlo del gobierno a como diese lugar, tal como siguieron haciéndolo con Maduro hasta determinado momento. Entre Chávez y Fedecámaras, en veces hasta por el sólo discurso, sin dejar a un lado algunas determinaciones, las relaciones parecieron adquirir el rasgo de casi absolutamente contradictorias.
Esta conducta de Fedecámaras no es nueva. Particularmente los gobiernos de Luis Herrera y Lusinchi, se caracterizaron por serios enfrentamientos con el ente empresarial y este encontró, en diversos asuntos, el motivo para enfrentar al gobierno correspondiente; sólo que nunca se trató de diferencias tampoco de gran envergadura y, en las cuales el gobierno y el capital predominante de procedencia estadounidense, nunca estuvieron envueltos.
Chávez entró en conflictos, justificados o no, con ambas caras del capital y esto, como es de elemental conocimiento se traduce al espacio de la política.
Con Maduro, al margen de las razones que cualquiera se le ocurra alegar, los motivos de distanciamientos entre el capital externo e interno se han ido achicando, si acaso no es valedero decir, han desaparecido.
Lo que ha quedado es la herencia de la política, como concepciones sin fundamento relativas al deseo de tumbar al gobierno o al menos sustituirle por la desconfianza y hasta el odio incubado desde años atrás entre los factores en pugna, donde los intereses de los trabajadores para nada cuentan.
Pero en ese proceso, el ente empresarial, que por el peso de sus intereses antepone el juicio a los sentimientos, pudo encontrar la forma de acordarse con un gobierno que ya no contaba con los recursos y las fuerzas completas de Chávez y anhelaba reestablecer unas relaciones que le permitieran subsistir. Y Fedecámaras se "mimetizó" para mejor decirlo, hizo en su seno los cambios que eran menester para conectar con un gobierno, al cual percibió todavía con fuerzas para subsistir, más si en el bando opositor persistía la locura que lo había venido destruyendo y la hacía incompetente para promover un cambio sustantivo.
Y esa conexión, gobierno-Fedecámaras, comenzó a dar sus frutos, mientras la oposición se dividía y, la que aún contaba con apoyo estadounidense se desgastaba y hasta autodestruía. Y pese las percepciones nada inteligentes que, por un tiempo prevalecieron en los gobiernos estadounidenses, en los últimos días de Trump y los primeros de Biden, las relaciones entre Maduro y Fedecámaras se hacían más cordiales y acordes con la lógica del capitalismo.
Este proceso conllevó a que en EEUU, factores despiertos, comenzaron a cambiar de actitud e influir en el gobierno. A actuar de acuerdo a algo que, para ellos ha sido un emblema, rezo singular. Al capital no le importa quien gobierne, siempre que quien lo haga, se comporte de conformidad a sus intereses. Eso, dentro de Venezuela, Fedecámaras lo asimiló primero, por lo que desde hace un buen tiempo, ha estado acercándose al gobierno de Maduro, tanto que hoy, no es descabellado decir que han hallado sólidas bases de entendimiento. Basta con recordar como recientemente el ente empresarial hizo causa común con el gobierno ante todos los asuntos relacionados con la confrontación cin Guyana por el Esequibo, hasta llegar a respaldar el referendo y ahora en lo relativo al llamado para elecciones a corto plazo, en este caso, para el 28 de julio próximo. Y no corre uno ningún riesgo de equivocarse si afirma que en eso, pese las simulaciones, el ente empresarial cuenta con el aval estadounidense.
Por todo lo anterior es iluso pensar que, la reciente prolongación por un años más, de parte de Biden, del Decreto de Obama del 8 de marzo del 2015, es una nueva manifestación del gobierno de EEUU contra el de Venezuela y particularmente por la materia electoral y en favor de una candidatura determinada, además inhabilitada, olvidando lo dicho por Juan González, el todavía Jefe de la Comisión de Seguridad de la Casa Blanca y luego de su anunciado sustituto, Daniel Erikson, según que para ellos, esa candidatura no es o determinante, sino las condiciones electorales.
Lo determinante en este caso, repito es que las sanciones contra Venezuela, están fundamentadas en ese decreto o por lo menos, este les da a ellas mayor sustento. Y mientras las discusiones, gestiones diplomáticas que incluyen, de parte y parte, garantías económicas y derechos negados o puestos en duda, continuarán hasta llegar, por lo menos, a los límites del espacio deseado, ese decreto permanecerá amenazante, como la espada de Damocles, no importa candidato alguno y tampoco los resultados electorales, pese predomine la mayor limpieza posible que la realidad determina.
La decisión de Biden de prolongar por un año más el Decreto de Obama, con respecto a Venezuela, no puede verse como una especie de retroceso. Creo que es una reacción lógica que fundamenta las sanciones existentes y más siendo estas el motivo sobre el cual negocian Nada tiene que ver con candidatos.
Por último, como acaba de decir Luis Vicente León, analista sin vínculo alguno con el gobierno y más bien del lado opositor, "el presidente de Estados Unidos (EEUU), Joe Biden no se dejará llevar por la fantasía de una candidata interina".