Falta poco para que el 18 de abril nos alcance. Según, ese día, vence el plazo establecido en lo que respecta a las escasas sanciones suspendidas de las aplicadas por EEUU contra Venezuela, por las elecciones y fundamentalmente por los "Acuerdos de Barbados". Sanciones, casi todas, que más afectan al ciudadano común que al Estado, al gobierno y sus personeros como allá mismo reconocen.
Es evidente, no es un cuento o un deseo nuestro, que EEUU y Venezuela, desean y necesitan la recomposición de sus relaciones. Y al admitir lo anterior, estamos diciendo que fue un error de ambas partes, haber llegado adonde llegaron. Suelo decir entre amigos que aquella creencia infantil, según la cual antimperialismo significa odiar "a los gringos" y hasta insultarlos, conducta que pudiera derivarse de otras circunstancias, sigue vigente entre mucha militancia, como que desde EEUU mal valoraron a Chávez, el eco del contenido de su discurso de justicia y la ansiedad popular por escuchar aquello, más desde los tiempos del Caracazo.
Yo recuerdo que, en la década del sesenta, no era extraño que los hijos o descendientes de personas que tuvieron responsabilidades gubernamentales en la dictadura y hasta simplemente con ella simpatizaron, por el orden y como les garantizaba su seguridad, sin importar la del colectivo, se incorporaban a los factores de izquierda, al MIR o al ala correspondiente de URD, sólo por su sentimiento anti adeco "heredado". Y se incorporaban a esos grupos mencionados porque eran quienes, aparte del PCV, donde su rabia no les alcanzaba para llegar, más duro se enfrentaban al partido de gobierno y enemigo irreconciliable del perezjimenismo. Es decir, no eran de izquierda sino anti adecos. Y esto es bueno valorarlo, cuando en estos años al chavismo y, supuestamente a la izquierda, se incorporó mucha gente por lo mismo y otros fundamentados en un "antimperialismo" que no lo es, sino odio a EEUU y hasta su gente por motivos de otra índole, como el origen.
Según quienes saben del asunto petrolero, Estados Unidos está urgido del petróleo venezolano, porque es como una fuente natural, lógica y hasta comercialmente ventajosa. Pero Venezuela necesita, más o menos, en la misma medida, el mercado de ese país y ahora también sus capitales, para aumentar la producción, como aquél y otros demanden.
Estados Unidos necesita petróleo porque la meta de bajar sustancialmente el uso de ese recurso energético, no está a la vuelta de la esquina. En estos días, los medios hicieron saber, cómo en algunos países donde el número de automóviles que usan energía eléctrica, está generando un grave problema; como que el consumo de los mismos de esa fuente energética, está muy por encima de la capacidad de producirla y en consecuencia, generando graves problemas en los espacios y mundo donde tradicionalmente ella ha venido siendo y es usada.
Pero también es sabido que, los precios del petróleo vienen subiendo. Hoy mismo ha superado la barrera de los noventa dólares (90$) por barril, de donde se requiere mayor producción de hidrocarburos para contener esa tendencia y Venezuela de ese recurso tiene por demás. Y estas circunstancias son suficientes para que el gobierno de EEUU, al margen de quién sea el presidente, tenga como meta inmediata, recomponer sus relaciones y negocios con nuestro país. Y para nosotros también es imperiosa la necesidad y conveniencia de vender ese recurso que por demás tenemos, para resolver los tantos problemas que nos acogotan y, quizás, como última oportunidad para intentar arrancar con un proyecto económico que nos fortalezca, libere y descolonice, lo que no será posible cambiándole nombres a calles y escuelas. Pues no es verdad lo de la muerte del rentismo, aunque sea doloroso reconocerlo, es todavía el único que nos puede permitir en lo inmediato resolver los graves problemas que nos acogotan y hasta financiar proyectos de envergadura para soltarnos del dominio neocolonial, lo que no se logra cambiando nombres derivados de la relación colonial con España.
De manera que la urgencia y necesidad apremiante del gobierno de EEUU no es cambiar de mandatario en Venezuela, eso es para ese país "plato de segunda mesa", lo urgente y realmente necesario es tener a Venezuela como una fuente segura de suministro del importante y necesario hidrocarburo. Como que también, reincorporándose nuestro país como productor que antes fue a la OPEP sería una manera de contener la subida de los precios.
Pensar que EEUU nos sanciona porque aquí hay una supuesta dictadura, es ingenuo y hasta una demostración de ignorancia. Pues las tantas dictaduras que en América Latina hemos padecido, han sido instaladas y protegidas por los gobiernos y el capital de aquel país. Es por demás sabida que, esa actitud estadounidense contra el gobierno de Venezuela, de quererlo tumbar, que se volvió contra los venezolanos todos, fue el resultado de las políticas, diplomacia y hasta discursos aquí diseñadas y pronunciadas que pudieron generar que en aquel país, su gobierno y sus capitales, un sentimiento de amenaza. Una germinación de un abierto enemigo y peligroso en "su patio trasero". Y aquellas políticas, diplomacia y discursos, resultaron del muy mal manejo de la diplomacia y las negociaciones del gobierno del norte contra Venezuela, desde siempre y particularmente en los tiempos del gobierno de Chávez al cual quisieron tumbar, disposición que se mantuvo durante el periodo de Maduro. Para el capital norteamericano, más que discursos o simples gestualizaciones, lo determinante es que le dejen hacer a su antojo e interés y Chávez dio muestras de no estar dispuesto a prestarse para eso.
Pero como dice Daniel Erikson el nuevo funcionario del gobierno de EEUU para América Latina, ha llegado el momento de manejar las relaciones con diplomacia y poner a un lado el uso de la violencia militar, armada, por lo menos por ahora. Para EEUU lo importante, en esta emergencia, es que Venezuela vuelva a ser una fuente eficiente y confiable de recurso energético. El dilema relativo a quién sea el gobernante pasa a un segundo plano. Más cuando los grupos económicos internos han establecido magníficas y hasta inmejorables relaciones con el gobierno.
Ahora mismo el gobierno de Venezuela, por intermedio de Jorge Rodríguez, acaba de informar que el día 9, hace apenas 5 días, se produjo una nueva reunión con representación estadounidenses, donde volvieron sobre los mismos temas, particularmente lo relativo a la sanciones.
https://twitter.com/jorgerpsuv/status/1778913424451277144/photo/2
Pero el 18 de abril está muy cerca, lo está también la fecha de las elecciones de Venezuela y lo que es más, también está cerca la escogencia de nuevo presidente en Estados Unidos y todas estas cosas forman una madeja, un nudo nada fácil de desenrollar. Pues como sabemos, tendremos elecciones en Venezuela en julio y en el país del norte en noviembre. Y lo que aquí suceda, de alguna manera tendrá repercusión allá. Y los precios del petróleo también, sin duda pudieran tener incidencia en las elecciones de EEUU.
Para el presidente Biden, hasta ahora candidato por los demócratas, en las próximas elecciones del 24 de noviembre, lo que no es muy lejos, el manejo del asunto Venezuela, no atiende sólo a la racionalidad de recomponer unas relaciones dada la urgencia de lo relativo al petróleo, sino también a la presión que ejerce la dirigencia del Estado de La Florida, donde extremistas republicanos como Marco Rubio ejercen significativa influencia en el electorado de ese Estado y en los resultados generales. Y porque, como dice Fran 24, página informativa, "En un país donde el voto es indirecto, los sufragios primordiales para la Casa Blanca radican en gran medida en los estados como Florida, que tienen mayor cantidad de población y por tanto de colegios electorales. Además, cuando esas regiones forman parte de los llamados "estados péndulo" que no tienen una preferencia marcada, su inclinación por un candidato resulta aún más crucial para definir la contienda. Tal es el caso de Florida, que ha votado por el ganador en todos los comicios presidenciales desde hace 24 años". https://www.france24.com/es/20201014-elecciones-estados-unidos-2020-florida-estado-pendular-presidenciales
No olvidemos la percepción y sentimentalismo que en ese Estado predomina, derivado de los acontecimientos de Cuba a partir de 1959, por lo que la determinante mayoría de los votantes, ponen demasiado interés en el manejo de las relaciones del gobierno estadounidense tanto con el de la isla antillana como el de Venezuela. Por eso, la velocidad de los acuerdos y las suspensiones de sanciones, marchará a un ritmo lento y discreto hasta después de las elecciones no en Venezuela, si es que gana Maduro, sino en Estados Unidos.
De modo que, en mi personal percepción, como le dicho reiteradamente y lo insinúa de manera generalizada la diplomacia de EEUU, lo emergente y sustancial para ese país y su gobierno, no es eso de reclamar al de Venezuela "elecciones libres y democráticas", sin enfatizar sobre nadie en particular, sino la negociación petrolera y el tratamiento a los capitales y sobre eso, existe en ellos el convencimiento, que el futuro gobierno de Venezuela, el que sea, se los garantiza. Por eso Daniel Erikson sostiene, como también hemos dicho, que llegó el momento de manejarse diplomáticamente.
Es débil, por decir lo menos, la interpretación dado en un sector que, el adelanto de las elecciones en Venezuela, las cuales se celebrarán en Julio y no en diciembre, obedeció a la necesidad de hacerlas antes que EEUU, por el temor que Trump vuelva a la presidencia y con los mismos ímpetus contra el gobierno de Venezuela: Tal opinión no parece contundente por dos razones.
En primer lugar, al gobierno de Venezuela le conviene un adelanto de las elecciones porque eso le resta más tiempo al mundo opositor para buscar encuentros, el diseño y desarrollo de una campaña electoral triunfadora y otros elementos, como lo atinente al salario, que podrían también tener sustancial repercusión electoral.
Y en segundo lugar, no luce acertado pensar que, de ganar Trump, vendría con los mismos arrestos de antes contra Venezuela que, en lo que respecta a las sanciones, comenzaron con un presidente demócrata como lo fue Barack Obama.
De ganar Trump en EEUU y Maduro en Venezuela, lo que no es descartable, aquél se hallaría con el mismo cuadro que ahora confronta Biden. Con un país, el suyo, urgido de petróleo para su consumo y con necesidad lograr el descenso de los precios del hidrocarburo o por lo menos contener el ritmo de crecimiento de ellos. Y Trump y los suyos, como Biden y sus aliados, bien saben que todo lo acontecido en Venezuela, promovido desde EEUU, resultó en un total fracaso e hizo que Maduro pudiera seguir siendo presidente de Venezuela.
Y si Trump resulta vencedor y Maduro también, es infantil pensar que volverían al mismo escenario y actuación. Más cuando el mismo gobierno venezolano, con el respaldo del empresariado, está dando demasiadas demostraciones de querer recomponer sus relaciones con Estados Unidos, pese el discurso en ambos lados parezca áspero, pero diferente al de antes. Pero es un discurso o son dos discursos, dirigidos a impresionar e intentar que los suyos se adapten a la realidad y poner a un lado los estados emocionales, lo ideologizante y por supuesto los sueños ideales.