Es difícil de entender que una disciplina que estudia la manera como debe funcionar la explotación para que sea exitosa, guíe nuestros planes de desarrollo socialista. Me refiero a esa cosa abstrusa que llaman Economía. Sus "verdades" no necesitan de evidencias, es como la Religión. A ambas, les disgusta que le hagan preguntas. De las verdades que enuncia la Economía, casada históricamente con el capital, no nos podemos escapar. En eso es mucho peor que la Religión que nos condena después de muertos. La Economía nos condena en vida.
De tales verdades hay dos harto conocidas: "el mercado lo rige la oferta y la demanda" es decir, si la oferta es mayor que la demanda los precios bajan. Al revés los precios suben. Es así de sencillo nos dicen, no hay tramposerías, el mercado es como dios, omnipotente. La otra verdad es: "si suben los salarios los precios subirán". Estas verdades inventadas son de las más ofensivas expresiones contra la inteligencia.
Por esto asombra leer al connotado profesor Manuel Mariñas decir: que el socialismo no es enemigo ni del emprendimiento ni del capital privado, por cuanto ellos constituyen un aporte a la consolidación del socialismo… Lo digo porque, sabiendo que es miembro de un instituto de altos estudios para la nación, es válido suponer que esa es la línea. Y el diputado Maduro Guerra, que dirige la comisión de economía, lo remarcó al decir: el asunto del mercado es ponerse en sintonía con las necesidades de la gente… Nuestro modelo es el Socialismo del siglo XXI… que debe estar amarrado a la propiedad privada, pero, con responsabilidad social… El emprendimiento se ha desatado…
No es una impertinencia preguntarse ¿y las comunas? Su desarrollo en nada afecta al emprendimiento -que siempre ha existido- y menos al capital privado. Ellas sólo son otro modo de producción que sueña que los bienes que produce permitan otro tipo de mercado donde el valor de cambio sea sustituido por el valor de uso. Los que tenemos ese sueño sabemos que a eso se refería Chávez cuando hablaba del Socialismo del Siglo XXI, el verdadero, cuya esencia era la profundización de la democracia. Como le enseñó Alfredo Maneiro.
