El neoliberalismo odia al salario. Gobernantes que aman el neoliberalismo y enamorados furtivos, ambos matan

Hay en abundancia quienes aseguran, como su tuviesen la piedra filosofal en la mano o mejor, para decirlo en lenguaje coloquial que, pese pudiera ser muy pedestre, es como más elocuente y entonces también ilustrativo, que la lucha de clases, esa que Marx puso en evidencia mediante la plusvalía, no existe. Hay "filósofos y sesudos economistas", uno les halla en abundancia, pues dominan hoy todas las academias, quienes sostienen que fue un invento suyo, el de un vago, alguien quien "nunca trabajó", pese haya dejado una enorme obra escrita, empezando por El Capital, dado que, para ellos, el estudiar, pensar hondamente por largo tiempo y escribir no es trabajar a menos que se haga para algún editor o empresario que, en base a él, se gane unos buenos reales o para exaltar a alguien que por eso paga. Hegel mismo, sin llegar al extremo de agregarle a las contradicciones lo material, como el salario y todo lo que Marx llamó estructura, también fue un vago y como él también lo fueron los grandes pensadores griegos. Hasta Bolívar fue un ocioso, pues se puso hacer algo que no era imperioso, pues al final de eso se encargarían los estadounidenses; por algo Monroe diría, "América para los americanos". Y de esa manera hubiésemos sido gringos de segunda. Lo que no dé ganancia, más en lo inmediato, nada vale y es una perdedera de tiempo. Eso le pasó a la mayoría de los grandes artistas, hasta a Armando Reverón mismo, pues murieron dejando una obra que "nada valía", pero en poco tiempo, quienes de ellas se posesionaron, sabiendo la verdad, hicieron grandes fortunas.

Y el odio por Marx es haber puesto en evidencia la plusvalía, no porque no trabajase, dado que el trabajo y el capital pese se juntan para producir riqueza, también generan odios, pues esta, la riqueza, se queda del lado del capital y no del trabajo.

Por esta opinión que de Marx se tiene y se manifiesta todavía con mucha frecuencia, pese digan además que está desfasado, pasado de moda y perdida toda vigencia, como para de él no ocuparse, pero mucho se ocupan y preocupan, tanto que viven para denigrarlo, recuerdo una anécdota, relacionado con uno de los grandes pensadores griegos, ahora no sabría decir si está relacionada con Sócrates, Platón u otro de los tantos que hubo, según la cual, alguien que pasaba frente a su casa y viéndole remover la tierra del jardín, le dijo a manera de saludo, "¿Con qué trabajandito?". El sabio le respondió, "no, descansando". Y a otro o al mismo, en otra oportunidad que, hallándole sentado y posición de aparente descanso, le comentó, "con que descansando", contestó, "no trabajando".

Y es que al trabajo suele relacionársele con la fuerza, lo manual, pero asociada al dinero, por lo que si no ganas dinero eres un vago, no trabajas. Para aceptar como trabajo lo que haces, debes hacerlo para producir dinero, sobre todo a quien invierte capital. Por esto, lo que ahora hago, es lo pertinente a un vago. Si te ganas unos reales con sólo llamar por teléfono para mover una cantidad de dinero, eso lo llaman trabajar, pero haber escrito "La divina comedia", eso no fue un trabajo. Por eso, los artistas, pintores, escritores, escultores, que no ganan dinero siempre han sido considerados vagos y fracasados. Tanto es así que, recuerdo otra anécdota cumanesa, de una señora madre que acudió ante un cura de nacionalidad peruana, buen futbolista él, para quejarse de su hijo y le ayudase a corregirlo. Dijo la madre al cura, "Padre, ayúdeme con mi muchacho, es un vago, no le gusta hacer nada, se la pasa todo el día tras de una pelota de futbol".

"Le ayudaré señora", contestó el cura, "conozco bien a su hijo, juega en un equipo de muchachos que dirijo en eso del fútbol, deporte que también juego y le digo que es el mejor de todos. No es un vago, sólo que es un apasionado de algo que aquí no produce dinero. Lo orientaré para que haga algo que a Ud. le satisfaga, pero tenga la seguridad que su hijo no es vago. ¿Sabe Ud. el esfuerzo, dedicación y empeño que hay que hacer para jugar al fútbol y más como lo hace su hijo?"

No obstante, la tradicional y generalmente aceptada definición de trabajo es aquella según la cual trabajo es la "actividad física o intelectual que las personas realizan para alcanzar un objetivo o satisfacer una necesidad". Que es distinta a aquella de carácter puramente economicista, según la cual trabajo es el "esfuerzo humano aplicado a la producción de riqueza, en contraposición del capital". Y ambas son acertadas, pues el lenguaje es rico y nadie puede negar que el arte, como el pintar, escribir novelas o poemas, jugatr al fútbol o al béisbol, es trabajar, de acuerdo a la primera definición. Pero también con respecto a la segunda, pues las obras de arte y hasta quienes de serlo presumen, como lo simple de satisfacer el gusto de determinados mercados, en un momento dado se vuelven mercancías, para producir riqueza material y ganancias a quien el trabajo hizo y al inversionista.

En la Cumaná de mis tiempos de niñez, por los lados de San Francisco, cercano a lo que llamábamos el Puente Nuevo o Gómez Rubio, ese que queda hoy detrás del cuartel de las 4 esquinas, unos chinos se ocupaban de lavar ropa en la orilla del río Manzanares; a quienes a ellos acudieran por ese servicio y, al momento de aquella retirarla, si pedían crédito o "yo te pago mañana", respondían, "si no hay lial no hay lopa".

Para muchos, quienes usan como argumento sustancial, hasta dentro de las aulas académicas, que Marx nunca trabajó, descalificándose así mismos, sino que se dedicó a tareas que nada valen, dado que no le produjeron dinero y más si su obra está dedicada a exponer cómo el inversionista, el dueño de los reales, se queda en buena medida con la mayor parte del producto del trabajo, eso que llaman plusvalía, el alemán fue sólo un vago lleno de resentimientos. Distinto a quienes sí mucho trabajan, según ese parecer y sólo por eso, se llenan de dinero. Y es así, el dinero, como se decía antes, "es lo que luce", además de "grasa que afloja todo tornillo", como poner en la cabeza de muchos las ideas a su favor. Hoy muchos columnistas de deporte, por ejemplo Juan Vené, más que las cualidades de un pelotero o un futbolista, lo que destacan es cuánto gana y ganará en la próxima contratación. Y por supuesto, pese no lo digan, dado se trata de categorías distintas, los peloteros, mientras más ganan más excepcionales son como trabajadores. ¿O no lo son? Sólo que pertenecen a un entramado donde los inversionistas ganan cifras colosales sólo por entretener y entretenerse.

Pero cuando hablamos del trabajo de quienes son llamados comúnmente trabajadores, esos que muy poco ganan como obreros, maestros, profesores, médicos, enfermeros, etc., a quienes se les reconoce que trabajan, pues son los generadores de la riqueza, la plusvalía que les arrebatan, nos encontramos con un universo que poco gana y hasta está amenazado por el modelo de ganar cada vez menos de lo que producen. Mientras los inversionistas, sin poco darle cansancio al cuerpo todo, por lo menos por el trabajo, cada día ganan y quieren ganar más. Es decir, el interés del capital se sobrepone al del trabajo y en esto el Estado, tiende a jugar a favor del primero.

Para este fin trabajan las ideas del liberalismo económico y el monetarismo para el cual prevalece la idea de controlar la circulación monetaria para reducir o mantener controlada la inflación. Y por supuesto, la manera de reducir la circulación monetaria, no es contener los niveles de ganancia y acumulación de capital, sino a costa de los más débiles, los trabajadores a quienes se les congela el salario. Ellos mismos ponen de relieve la lucha entre el capital y el salario, sin necesidad que lo haga "El Capital" de Marx. Por cierto, los trabajadores sienten el malestar generado por esa relación en las tripas y pueden tomar conciencia de ello sin necesidad de haber leído a Marx.

Y los capitalistas que tienen como bandera la libertad, "el liberalismo económico", un derecho sólo valedero para ellos, dado que eso implica restarle libertad al salario y los trabajadores, cuentan con el respaldo incondicional del Estado generalmente, aunque unas veces más que otras. Quitarle la libertad al trabajador de optar y luchar por un salario justo, es valedero, eso forma parte de "la libertad del capital". Cuando son más la veces, estamos hablando de un Estado neoliberal y monetarista o por lo menos de un gobierno que, por razones de diferente naturaleza, no habiéndolo sido en sus orígenes, termina atrapado por esos malvados principios.

Pues hay gobiernos que son por definición, origen y meta determinada desde el nacimiento, neoliberales y monetaristas, que ven en el éxito del capital, la acumulación desmedida y hasta la usura y por contraposición la miseria y hambre expandidas, la felicidad y meta deseada. De estos, el trabajo o trabajador nada puede esperar, pues ya está advertido. Allí está el caso de Milei, quien nada extrañamente ahora aparece repudiado en gran parte por quienes por él votaron, pese lo que había advertido. Como que privatizaría lo que se le atravesase y disminuiría al máximo lo que ellos llaman gastos, como servicios públicos, entre ellos la educación, pensiones y jubilaciones y salarios.

Pero los hay también aquellos que, por no haber sabido comportarse ante el mundo real, como diagnosticar acertadamente, para trazar rumbos ciertos, evadir los peligros, evitar generar motivos para que los enemigos estratégicos se desatasen y que las ratas invadiesen el barco o las que dentro estaban desde el principio se multiplicasen, terminaron atrapados en esas ideas para poder subsistir, pensando que algún día podrán liberarse, sin contar que, el ser atrapados no implica solamente amarrarles e inmovilizarlos sino que es al mismo tiempo el inicio de un proceso de transformación que hará de ellos y de quienes están a sus espaldas, a espera de sustituirlos, nuevos neoliberales y monetaristas y como tales, enemigos del salario. Y llegará el momento que se descubren aliados de quienes antes fueron enemigos, pero ahora están en la misma lucha, sólo que el odio que entre ellos se generó, por largo tiempo les tendrá como separados.

Y es que así como hay odios infundados, hay amores que matan.



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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