El recalentamiento

En días pasados vi circulando un carrito viejo, todo maltrecho y conducido por un señor de piel morena, que no me hubiera llamado la atención a no ser por el enorme letrero que tenía pegado en el vidrio trasero: "Yo soy Rctv", decía. Si la misma consigna hubiese aparecido en una gran camioneta o en los muros de las urbanizaciones del Este caraqueño, no sería en absoluto noticiosa. Al fin y al cabo, aquí existe libertad de pensamiento y cada quien puede expresar sus simpatías como quiera.

Sin embargo, me quedé pensando en lo que puede haber en la cabeza de una persona humilde que asume de manera tan notoria una identidad que está muy lejos de calzarle. ¿Se habrá imaginado ese señor cuánta importancia tiene él como ser humano para los propietarios de Rctv? ¿Creerá él que, si la situación fuese a la inversa y él estuviera en problemas, Marcel Granier andaría por la calle con una franela que diga "Yo soy Pedro Pérez"? Muy difícil. Me acordé inmediatamente de los tiempos cuando las señoras del Country se ponían un letrerito que decía "Yo soy Carlos Melo". Nada más hipócrita y farsante que esas forzadas afirmaciones. Aquí los ricos y los negros sólo se juntan para marchar, y después cada uno para su colina y el otro para su cerro.

Llevamos tanto tiempo en estas ascuas que ya son fastidiosas las noticias políticas y nos hemos acostumbrado a esta especie de estado de zozobra permanente. Cuando no es una cosa es otra, pero la procesión no termina nunca. El odio sigue igualito, campante como al inicio, dispuesto a derramar un chorro de sangre a la primera oportunidad. Ese odio se lee en Internet, se escucha en las conversaciones de restaurante, se distingue en el mal comportamiento ciudadano. Ahí está, igual que siempre, conspirando, buscando la manera de ver cómo hace el mayor daño. Celebrarían la libertad de Posada Carriles sin un ápice de vergüenza ante la calaña del personaje.

Una suerte de obligada rutina hace que el país se mueva como si nada estuviera pasando. Pero en el interior, la caldera sigue ardiendo dispuesta a desparramarse sobre este valle de pasiones. Mejor es dormir con un ojo abierto. El diablo acecha.

mlinar2004@yahoo.es


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Mariadela Linares


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