En Venezuela se ha cumplido una nueva fase desestabilizadora e injerencista tras las elecciones del pasado 28 de julio. Esta vez fue la activación de una operación manipuladora política y psicológica sin precedentes -salvo aquellas que se ven en las producciones cinematográficas hollywoodenses-, dirigida a cambiar por la fuerza y el odio al sistema político venezolano, a pesar de que la voluntad popular se expresó electoralmente en su contra. Una operación complementada por una desinformación sistemática llevada a cabo por las grandes empresas de noticias que minimizan, otra vez en su historia, la violencia y la destrucción protagonizadas por los grupos de odiócratas, psicópatas y malandros fascistoides que siguen a María Corina Machado y, quizá sin saberlo, a sus patrocinadores de Estados Unidos. Todo inspirado en la Revolución de Colores o la Primavera Árabe con que se derrocaron algunos gobiernos que no respondieron a los intereses económicos y geopolíticos estadounidenses.
Así, en un mundo copado por los avances de la tecnología de las comunicaciones y la informática, la manipulación de las redes sociales resalta como un elemento fundamental de la estrategia de la derecha fascistoide, cuestión que se vió reforzada por el apoyo brindado por el dueño de la plataforma X. Nada novedoso. En este sentido, Hammond-Errey, director del Programa de Tecnologías Emergentes en el Centro de Estudios de Estados Unidos de la Universidad de Sydney en 2023, escribió: «Pocos actos recientes han contribuido más a convertir una red social en una plataforma segura de desinformación, extremismo y propaganda a favor de un régimen autoritario que los cambios introducidos en Twitter desde que lo compró Elon Musk en 2022». Todo lo cual expone el alcance del interés puesto por la ultraderecha internacional en los asuntos internos venezolanos, a tal punto que no se reconoce la victoria de Nicolás Maduro y se le endilga la presidencia a Edmundo González Urrutia como si sólo a los jerarcas del imperialismo yanqui les corresponde decidir, de un modo arrogante y único, quién debe gobernar este país, usurpando la soberanía del pueblo. Mediante la propagación continuada de narrativas tóxicas a través de estas redes sociales, la derecha fascistoide creó para sus adeptos, dentro y fuera de Venezuela, una plataforma de desintoxicación efectiva contra el cúmulo de hechos y pruebas presentadas por el Poder Ejecutivo y el Fiscal General de la República que, incluso, afectó, hasta cierto punto, la misma percepción de algunas personas afectas al chavismo, las cuales dejaron notar su resentimiento hacia la actitud y la gestión cumplida de unos cuantos gobernantes regionales y municipales. En esta situación, el dominio cibernético por parte de los grandes centros de poder se hizo sentir también en el hackeo perpetrado contra el Consejo Nacional Electoral, causando retrasos en la emisión del boletín oficial de votos, lo que ayudó a la dirigencia derechista a imponer la matriz del fraude; cosa que, hasta el momento, todavía no logra demostrar.
Frente a los disturbios promovidos por María Corina Machado, vale rememorar lo escrito por el pastor luterano alemán Martin Niemöller (aunque generalmente se le ha atribuido al dramaturgo comunista Bertolt Brecht), describiendo la verdadera esencia del fascismo: «Primero vinieron por los socialistas, y yo no dije nada, porque yo no era socialista. Luego vinieron por los sindicalistas, y yo no dije nada, porque yo no era sindicalista. Luego vinieron por los judíos, y yo no dije nada, porque yo no era judío. Luego vinieron por mí, y no quedó nadie para hablar por mí». Y es valedero hacerlo puesto que alguna gente supone que, de llegar a obtener su objetivo, estos grupos de odiócratas, psicópatas y malandros fascistoides sólo se concentrarán en perseguir, golpear y matar chavistas para luego dedicarse a conformar una democracia más amplia y tolerante que la existente. Una Venezuela de ensoñación y dólares por doquier. Ello no es más que la demostración de la falta de argumentos sólidos y razonables por parte de aquellos que avalan este tipo de acciones al margen de la ley; confirmando, una vez más, que los seguidores de la extrema derecha nunca han tenido inclinación alguna por el debate democrático, lo cual les obligaría a aplicar la razón y no la emoción como lo han hecho hasta ahora.
Hace casi un siglo atrás, Clara Zetkin afirmó: «Debemos entender que el fascismo es un movimiento de los decepcionados y de aquellos cuya existencia está arruinada. Por lo tanto, debemos esforzarnos para conquistar o neutralizar a aquellas masas que ahora están en el campo fascista. Deseo enfatizar la importancia de que entendamos que debemos luchar ideológicamente por los corazones y mentes de esas masas. […] No nos debemos de limitar a continuar luchando por nuestro programa político y económico. Debemos al mismo tiempo, familiarizar a las masas con los ideales del comunismo como filosofía. […] Debemos adaptar nuestros métodos de trabajo a las nuevas tareas, precisamos hablar con las masas en un lenguaje en el que ellas nos puedan entender, sin perjudicar nuestras ideas». Siguiendo el hilo de sus palabras, muy pocas veces se ha reconocido la importancia del inconsciente colectivo y de las necesidades afectivas socialmente reprimidas en el desencadenamiento de acontecimientos políticos y sociales que muchos catalogan de excepcionales y sorpresivos. Esto, por ejemplo, explicaría la violencia social iniciada el 27 de febrero de 1989 en Guarenas y que se identifica hoy en día como el Caracazo, una reacción en cadena que selló el fin de la hegemonía adeco-copeyana. Por eso, «el objetivo de las guarimbas -destaca el psicólogo y cantor revolucionario José Garcés en su artículo "La balada del absurdo"- no es protestar por un supuesto fraude, es entronizar una visión distorsionada, psicótica y arbitraria de la realidad, para imponer SU realidad, por incoherente que sea». En ello ha influido, aunque se niegue, la falta de profundización en la formación política revolucionaria de quienes están al frente del chavismo, gran parte de los cuales solo se contenta con monopolizar todos los niveles del poder constituido, sin preocuparse por crear las condiciones apropiadas para que se instituya un poder popular realmente revolucionario y democrático. Sería éste, entonces, el talón de Aquiles del cual se han aprovechado los odiócratas, psicópatas y malandros fascistoides que auspician María Corina Machado y sus mentores gringos que, si no se adoptan las medidas oportunas y necesarias, volverán a intentar aterrorizar al pueblo venezolano y a plantearse la caída del gobierno de Nicolás Maduro y, subsecuentemente, la extirpación del chavismo como opción revolucionaria.