Hasta en silencio hablamos…
No somos los querellantes de este siglo, pero tampoco los anteriores, somos la confederación de un pensamiento diferente, somos los impuestos, grandes, venimos de un suelo húmedo sólo para beber de él.
No hemos evadido al menos un dolor en nuestras historias. Pero tampoco somos una idea para hacerla internacional pues eso no nos interesa, no nos imponemos, nosotros somos un Sur de ideas.
No damos instrucciones ni nos dejamos en nulo, menos, podremos ser la condenación de medidas flotantes las cuales no caen porque ni con aire contaron en los momentos de imponerse. Tampoco somos el SOS de otras ideas, pero sí somos los pabellones desde donde han salido centenares de ideas como buenos libros. Solo somos eso ideas en letras.
Cruzamos como el tranvía que ha traspasado la historia del Atlántico y el Pacifico y que hasta en la vuelta de Magallanes reclama lo que es nuestro. No somos un centímetro invertido en oscuridad, nos sobran lamparillas de muchos colores.
En todo esto que es el continente de centellas escritas no somos el frugal de los quince millones de 1810. Nuestro capital está soñado en ideas, únicamente seres de ideas. No le tememos ni a los cuentagotas. Nuestra América tampoco es un negocio. Menos somos un comercio. Nosotros estamos en lo más parecido a un camuflaje de alimentos que salva a pueblos enteros.
Pero tampoco somos seres humanos que pasan sin años de piedad siendo jóvenes. Esos que andan sin alcanzar la vida. Venimos del cajón donde quedaron ideas amarronadas. Es hora de hojas verdes, ilusión y razón. Encantos. Jóvenes para toda la vida exponentes de la más clara intelectualidad.