Fiebre disruptiva

El gobierno de cualquier nación, si es fiel a las leyes vigentes en ella, es una autoridad a ser respetada, gústele o no sectores nacionales o extranjeros. Tiene lo que el antiguo derecho romano llamaba Potestas, es decir, el ejercicio del poder conferido por su ley fundamental. Quien no lo reconozca se pone al margen de la ley y debe ser sometido a juicio, no al "ya veremos". A los insurrectos, los que les sale es clandestinidad, no suponer que tienen, a pesar de su jodienda, el derecho a postularse y obtener el apoyo de gobiernos e instituciones del exterior y como si fuera poco, que la gente vote por ellos. Pensar así es de desalmados o de tontos -cada quien se ubica donde quiera-. Pero llegó la hipertermia disruptiva diciéndoles todo lo contrario. Los medios comunicacionales la ponen a rodar perversamente. Ella es la nueva estrategia imperial, las Potestas pasan a ser lo que le dé la gana al que más voces tiene.

Por todo esto la Potestas, de por sí, no son suficientes, requiere de otro concepto central del derecho romano, aún vigente luego de 2.400 años: la Auctoritas. Ella a diferencia de lo que sucede con la anterior, se brinca el autoritarismo y la ideología, pues su sustento es la autoridad moral de la formación y de la actuación. Es un atributo personal que tienen o no, los miembros de cualquier gobierno, más allá de su filiación política. Los que la portan, al ser designados para un cargo específico, le suman a la Potestas, sus Auctoritas.

Algunas de las especificidades gubernamentales obligan a que sus responsables sean portadores, muy contundentes, de tales valores. Sin embargo, en la mayoría de los gobiernos del mundo la cosa no es así. En nuestro gobierno tampoco. Veamos el caso del ministro, recién nombrado, de Educación Universitaria. La Ley que rige, ese más alto nivel de la educación, deja bien claro que el Rector de una universidad nacional debe poseer, además, de elevadas condiciones morales, título de doctor, suficientes credenciales científicas y profesionales y haber ejercido con idoneidad funciones docentes y de investigación en alguna universidad... Pues bien, ese muchacho ahora ministro, que tiene de hecho como gabinete, a todos los rectores de nuestras universidades, para buscar conducirlas por el camino del servicio a la nación, sólo ha sido, según el perfil anunciado en televisión: "líder estudiantil y diputado suplente por la oposición y ahora diputado por el PSUV". La fiebre de la que hemos hablado, evidentemente nos ha afectado, mandó al carajo a la Auctoritas.



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José Manuel Rodríguez


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