Y se mueve entre su gente, libre de amarras llevando su autoridad en su porte y en sus ojos, en su hablar franco y directo. "El verso caliente me salta de la pluma. Lo que refreno, desborda. Habla todo en mí, lo que no quiero hablar, ni de patria ni de mujer. De mujer, o alabanza o silencio".
¡Cómo no iba a sentirse triste un hombre, que había nacido para cantar a lo hermoso, a la libertad, a los sueños puros de los niños, encontrándose en medio de la esclavitud y las miserias más degradantes! Se confiesa: "No soy más que una perenne angustia de mí mismo. Todavía tengo una extraña sonrisa para mis locos dolores, y pensamientos de cariño para estas invencibles tristezas que me envuelven. Porque vivir es carga, por eso vivo; porque vivir es sufrimiento, por eso vivo; porque yo he de ser más fuerte que todo obstáculo y todo valor"
Cual otro Hombre de la Adversidad.
Aún clama como los mártires: "cuando yo hubiera vencido todas las miserias que me agobian, sufriría mucho... sufriría yo siempre de estos mis nobles dolores de no hallar vida y de vivir...Yo necesito encontrar ante mi alma una explicación, un deseo, un motivo justo, una disculpa noble de mi vida".
Es el caballero andante que nada pide para sí y que sólo encuentra descanso dando felicidad y consuelo a los demás: "He visto mucho en lo hondo de los demás y mucho en lo hondo de mí mismo... yo no puedo ser feliz, pero sé la manera de hacer feliz a los otros... el cariño es la más correcta y elocuente de todas las gramáticas"3.
Los dolores de Martí también viven en el futuro: en cada injusticia, en cada pena de nuestros semejantes, en cada crimen o error, la culpa; en cada falta, en cada obra inconclusa, en cada sueño irrealizado, un remordimiento. "Yo no me canso, ni me quejo; y aunque siento en el lado del corazón como un encogimiento, y un dolor que no cesa un instante, jamás pienso en él, ni en cederle, y hago cuanto debo y puedo sin esperanza y temores"4.
Y a medida que pasan los años, el amor de Martí se hace más sabio. Ya ha recorrido la sangre de todos los pueblos de América. Es la savia misma de lo más refinado de nuestras mezclas. El vive para perdonar y para hacerse mejor. "Soy pecador; pero no en mi manera de amar a los hombres"5.
Sus cartas a María Mantilla son un himno de conmovedora entrega humana, que estremecen las fibras más hondas. Uno imagina a la pobre María confundida, temblorosa y paralizada por aquella nobleza sin límites: "Conque Fermín es queridísima y yo no soy más que querida. Yo me vengo de ti, queriéndote con todo mi corazón. Aunque tú y yo somos así, que callamos cuando más queremos".
Su poesía es la flor que susurra con su fragancia en el silencio de la noche, es la calma que libera el recuerdo dulce, la paz lejana del ayer, transfigurada en los objetos más bellos y apacibles: "¿Ves el cerezo grande -escribe a María-, el que te da sombra a la casa de gallinas? Pues ése soy yo, con tantos ojos como tiene hojas él, y con tantos brazos para abrazarte, como él tiene ramas. Y todo lo que hagas y lo que pienses, lo veré yo, como lo ve el cerezo".
Pocos días antes de morir, con el sabor de la eternidad en la pluma, su pedagogía que a cada frase le pone un clavel; lanza su ser con la espesa dulzura de la miel en su María y "mi Carmita":
"...Las abrazo, las abrazo muchas veces sobre mi corazón. Una carta he de recibir siempre de ustedes y es la noticia que me traerán el sol y las estrellas, de que no amarán en este mundo sino lo que merezca amor -de que se me conservan generosas y sencillas, de que jamás tendrán amigos a quien no las iguale en mérito y pureza. ¿Y en qué pienso ahora, cuando las tengo así abrazadas? En que en este verano tengan muchas flores: en que en el invierno pongan, las dos juntas, una escuela: una escuela para diez niñas, a seis pesos, con piano y español, de nueve a una: y me las respetarán, y tendrá pan la casa.
"Mis niñas, ¿me quieren?"6
"¿Y cómo me doblo yo, y me encojo bien, y voy dentro de esta carta a darte un abrazo...? Yo voy sembrándote, por donde quiera que voy, para que te sea amiga la vida. Tú cada vez que veas la noche oscura, o el sol nublado, piensa en mí..."
"Cuando alguien es bueno, y bueno a Cuba, le enseño tu retrato"7