Decía Marx que los modos de producción se definían por las relaciones que se daban en un contexto histórico entre las fuerzas productivas (capital y fuerza de trabajo) y las relaciones de producción. Las características que presentaban estas relaciones determinaban qué tipo de modo de producción se aplicaba en cada sociedad. Caracterizando en el modo de producción capitalista los siguientes elementos: propiedad privada de los medios de producción, explotación del hombre por el hombre, acumulación de riquezas como incentivo y se da el juego libre de la oferta y la demanda.
Nuestra carta magna, a pesar de que busca darle un carácter social a nuestra economía, respalda constitucionalmente el modo de producción capitalista. Lo cual no es criticable porque el lapso que ha transcurrido desde que iniciamos este proceso revolucionario, es insignificante con respecto al tiempo de establecimiento que tiene éste. Aparentemente la Reforma Constitucional nos va a permitir avanzar un poco más en este aspecto.
Pero sobre lo que quería profundizar un poco era sobre la aberración de este sistema y cómo puede ser utilizado como elemento de destrucción de la sociedad.
Este sistema en sí, es aberrante porque genera profundas desigualdades en las sociedades, algunos pocos viven con excesos a expensas de la explotación de las grandes mayorías. Estos pocos se hacen de grandes riquezas en la medida que restringen o roban lo que con justicia le corresponde al trabajador. Pero su efecto dañino no lo vemos solo allí. Ocurre que este sistema, a pesar de que uno de sus principios establece el libre juego de la oferta y la demanda y sus exponentes planteaban que el mercado representaba una mano invisible que daría respuesta a los diversos problemas de la sociedad. Recientemente en nuestro país se han dado situaciones que reflejan todo lo contrario. Bastó que algunos voceros del Gobierno Norteamericano plantearan que la única forma de debilitar al Gobierno de Chávez era desestabilizando la economía, para que nuestra burguesía, dejando a un lado el libre juego de la oferta y la demanda y la invisibilidad de la mano del mercado, comenzara a acaparar los productos para crear desasosiego en la sociedad, desabastecimiento, inflación de los precios y por consiguiente generar descontento en la población y al final poder alcanzar sus objetivos. El Presidente había hablado de la necesidad de un aumento de la gasolina. Nuestra burguesía oyendo voces extranjeras y consciente de lo zángana que puede ser la mano del mercado, pretendió crear las condiciones que se presentaron de forma natural el 27 y 28 de febrero de 1989 y que generó en lo que conocemos como el Caracazo. Esta estrategia no es para nada nueva y no es la primera vez que se aplica en nuestro país y demuestra que en este sistema económico, el que tiene más músculos tiene la posibilidad de moldear circunstancias y arrodillar a mucha gente de forma premeditada e invisible, esto porque a muchos les costaría identificar el causante del descontento.
El sistema capitalista es simplemente una red global que busca por todos los medios sostener, y en algunos casos regenerar este modo de producción, siendo su máximo centro de acción los imperios. Y utilizan todas las herramientas que tengan a su alcance no solo para acumular riquezas excesivas a expensas del trabajador, sino que la utilizan para crear las condiciones que a ellos les parezcan más adecuadas para alcanzar sus fines. El mercado, es simplemente una herramienta que el más fuerte maneja con absoluto control, la imparcialidad y transparencia que le asignan al mercado, no existe y aunque el Estado lo controle y lo restrinja, los dueños de los medios de producción disponen de algunas herramientas para torcer algunas muñecas, como ocurrió en los días recientes en nuestro país. Solo que lamentablemente para ellos, Venezuela ya no es la misma de hace algunos años.
(*)Lcdo.
PEDRO.G.FIGUEROA@GMAIL.COM
