Semana de brujas

Esta semana se agudizarán las expresiones de sabotaje que se han venido sucediendo en los últimos días, como antesala a la noche en que saldrá del aire la señal abierta de Radio Caracas Televisión. Ha habido demasiado ruido en el ambiente empresarial, como para pensar que van a esperar el próximo domingo de brazos cruzados.

Los estantes vacíos de las carnicerías son harto elocuentes.

Pero ellos no son sino una mínima expresión de algo mucho más grande y grave que se debe estar cocinando en los más oscuros rincones de la oposición, allá donde se cuentan los muertos cuando todavía andan caminando por la vida.

Si creímos superada la hecatombe del sabotaje petrolero de 2002, estaremos pecando nuevamente de ilusos y nos estaríamos tropezando por tercera vez con la misma piedra.

Seríamos tontos si creyéramos que la godarria criolla se va a conformar con que le pongan límites a su mercado y le levanten cercas a su ambición.

Nada de lo que sucede en este país es casual. Por eso es que no sería nada extraño que de la noche a la mañana comiencen a fallar los servicios básicos, así como dejó de funcionar de pronto nuestra máxima industria.

Por otro parte, casi al mismo tiempo que Fernando Araújo, el canciller colombiano, declarara que mientras Venezuela impida la entrada de la tenebrosa DEA a nuestro país será muy difícil la lucha contra el narcotráfico, otro colombiano, Salvatore Mancuso, el líder de los paramilitares, admitía la vinculación entre el entorno más cercano al presidente Uribe y las Autodefensas Unidas de Colombia. Mancuso acusó no sólo al vicepresidente Francisco Santos y al ministro de la Defensa, Juan Manuel Santos, sino también a un primo hermano del propio Uribe y a varios generales. Recordemos que Fernando Araújo asumió las riendas de la política exterior colombiana, luego de que María Consuelo Araújo se vio forzada a dimitir por los vínculos de ella y sus familiares con los paramilitares.

Esa ultraderecha ya opera en Venezuela, no sólo en Táchira, Mérida y Zulia, donde se han instalado como en patio propio, sino en Caracas, en los cerros de Petare, en los Valles del Tuy. El fundador de las AUC, Carlos Castaño, asesinado por otros paras hace dos años, confesó en su biografía que se había formado en Israel (por cierto, el mismo país donde fueron a buscar asesoramiento Rosales y López Sisco) y que allá aprendió el arte de la guerra sucia. Se convirtió en uno de los más criminales y sanguinarios personajes que han operado en la política colombiana. Mancuso le siguió los pasos y ahora confiesa sus crímenes.

Nada de lo que suceda en Colombia es ajeno a Venezuela.

Mientras recrudece la hostilidad de Washington hacia nuestro país, se abren al mismo tiempo distintos frentes de sabotaje interno: el desabastecimiento, las amenazas de bombas y de secuestros, la guerra psicológica, los asesinatos de guardaespaldas y una interminable cadena de sustos diarios capaces de mantener al venezolano en vilo. Se impone cuidar el Metro, el tren, el nuevo viaducto, los centros comerciales, la telefónica, la electricidad y cuantos espacios vulnerables existan y sobre los que las brujas puedan estar tejiendo sus macabros planes.

mlinar2004@yahoo.es


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Mariadela Linares


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