Ayer, cuando me fui a la cama, creo que fue una pesadilla o quizás un delirio, o simplemente un sueño producto de mis temores; no tenia que ver éste con los logros, menos con los errores del gobierno.
Algo fue que paso en el sueño… pero no era el imperio que contraatacaba con marines catiritos, rosaditos con los que tanto sueñan la oposición, llegando con sus barcos a Puerto Cabello o La Guiara; no era Bush diciendo su parte de guerra con miles de muertos inocentes llenando su carro.
No era Fidel agarradito de la mano de Chávez; menos Chávez repartiendo los regalos de su pueblo por toda América, sin ver su pueblo soberano.
No eran los periodistas pidiendo libertad de expresión por todos los medios imaginarios; no eran los curas defendiendo a los espueladores de su pueblo, gente humilde que sigue dándole su limosna cada domingo antes del Ángelo; no eran las piernas hermosas de una joven que se hace mujer y que el tiempo inexorable se la va secando.
No era el rostro de las cientos de abuelas que han llorado por la partida de un nieto en accidente de trancito, o las miles de madres que se quedan como huérfanas de hijos por que el hampa les borro de un plomazo el derecho de ser madres, y ya no serán abuelas, ni tendrán a nietos en sus regazos.
No se si fue un sueño o fue que me dormí despierto, lo que me quedo claro es que lo único de la vida del venezolano de hoy, es la incertidumbre de un mañana; lo único que nos vinculara a la vida es vencerla y alzarnos sobre ella, como esos llaneros que tiñeron sus lanzas sobre un caballo cimarrón y alazano, que lucharon contra todo lo evidente e imaginario.
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