Escritor, poeta, luchador
social. Como Gramsci, fue encarcelado por una dictadura, en este caso
la gomecista, ambos fueron liberados para morir después de un
largo suplicio en la cárcel. Ambos escribieron muchas cartas: las de
Gramsci se salvaron, y han sido publicadas, comentadas y son famosas
en el mundo entero, donde han sido traducidas a casi todos los idiomas
conocidos; mientras que las de nuestro Pío Tamayo se han salvado sólo
unas pocas, desconocidas de todos y me atrevería a decir, deliberadamente
ignoradas.
Pío Tamayo, a pesar
de su amplia formación intelectual, su vocación poética y su magisterio
en América, murió como político, entre los creadores del naciente
Partido Comunista, como Antonio Gramsci. Fue un revolucionario, precursor
de la divulgación de las ideas marxistas, por las que murió. Por eso,
nos irrita tanto que cuando se hace la mención de Pío Tamayo se le
somete a una asepsia total, se le desvincula de su matriz intelectual
decididamente política y se le presenta, así, limpiecito como un pulcro
poeta del llamado movimiento vanguardista y se le sustrae de su verdadera
esencia revolucionaria, en la que creyó y por la que murió.
Desde niño, Pío era un rebelde, y durante su corta vida fue un ejemplo vivo de la unión entre la teoría y la práctica revolucionaria en países de América Central y en Venezuela. Ni la cárcel lo pudo domeñar, y estando allí, el camarada Rodolfo Quintero lo recuerda así:
“Hubo un grupo
que capitaneaba Don Rafael Arévalo González, el cual era una figura
antigomecista respetable, periodista, y hubo otro al mando de Pío Tamayo.
En el patio del Castillo de Puerto Cabello -que era un patio muy grande-
los del grupo de Pío recibíamos las instrucciones bajo una cobija
roja por lo que se llamaba la tienda roja. Sólo teníamos una cobija
y era roja y la pusimos como tienda. Inmediatamente el otro grupo puso
lo único que tenían, una sábana blanca, y se les llamó la tienda
blanca. Allí se planteó la división del estudiantado.” [4]
A la muerte de nuestro
Pío, fue olvidado. Los goces de la incipiente libertad que sobrevino
al gomecismo, embriagó a muchos de sus camaradas quienes se embarcaron
en diferentes aventuras en las que él ya no contaba, haciendo su martirio
inútil y desgraciado. Al largo olvido sobrevino el no menos largo secuestro,
pues quienes se han encargado de velar por su “memoria” están decididos
a enterrarlo nuevamente olvidando su pasado marxista y revolucionario.
Hay una cátedra en la Universidad Central de Venezuela, que para vergüenza
lleva su nombre, donde se compara al actual gobierno con el gomecismo,
al presidente con el mismo Gómez y donde se hace mofa de los cambios
revolucionarios por los que luchó nuestro Pío Tamayo.
No voy a escribir una
historia ni una biografía de Pío Tamayo, empezaré a escribir para
rescatar su verdadera esencia, y nada mejor que la proposición que
hago de fundar el “Instituto de Estudios Pío Tamayo”, que tome
en cuenta no sólo la creación literaria, sino la difusión política
de su obra, abordada desde una perspectiva piotamayista, la de
educar y difundir la cultura, del modo como él mismo lo quería cuando
expresaba: “No olviden que
he sido sencillo y limpio de corazón. Procuren enterrarme en El Tocuyo,
pueblo al que he amado y cuyas gentes me quieren. No deseo ninguna ceremonia
religiosa ni aquí ni en el acto del sepelio. Condúceme a una casa
amiga en aquel pueblo donde puedan reunirse los que quieran acompañarme
al cementerio…” [5]
Poco antes de morir,
según lo han relatado sus hermanas, que estaban en su lecho de muerte,
dijo a su madre que comprase suficiente café, pidió que encendieran
el radio para distraerse un poco de las angustias de la muerte, vino
el silencio, esperó que amaneciera y murió entre los suyos, como eran
sus deseos.
Anímate Farruco, tú
puedes hacer algo por Pío Tamayo, para rescatarlo del olvido, que es
la peor de las muertes; y del secuestro, que es el peor de los agravios.
Notas:
[1] Pío Tamayo nació en El Tocuyo el 4
de marzo de 1898 y murió en Barquisimeto el 5 de octubre de 1935.
[2] Para datos biográficos de Pío Tamayo:
a. Giugin Soy:
http://giugin.blogspot.com
b. Monografías.com:
http://www.monografias.com
c. Fundación Cenamec:
http://www.cenamec.org.ve/html
d.
[3] Entrevista a Rodolfo Quintero, líder obrero y revolucionario, otro olvidado.
http://ladb.unm.edu/econ
[4] Algunos datos sobre la obra de Pío Tamayo en la Biblioteca Cervantes Virtual:
http://www.cervantesvirtual
[5] Carta a su hermano Antonio Tamayo:
“Querido Toño:
No tengo acto de
qué arrepentirme; seguí los mandatos de mi conciencia y si alguna
vez me equivoqué hay que culpar la imperfección humana, pero nunca
la intención. Muero sereno y conforme con mi conciencia. Decía Juliano,
en su tienda de campaña, en los últimos momentos de su vida de Emperador,
mientras Amaino Marcelino, historiador cristiano al lado del Apóstata
grababa para eternizarlas las bellas frases de aquella oración postrera:
‘¡Oh, helios! ¡Oh, Sol! ¡Cuán bello eres!
–exclamaba el moribundo en un rapto de final entusiasmo-; un día
seré como tú, porque en el destino pleno de todas las criaturas está
el día en que han de confundirse con la Divinidad, y todos seremos
dioses’. Dijo, y murió mandando hacia el Sol su última mirada. […]
Yo, en esta hora que parece acercarme al término fatal, hago mía aquella
frase de ese hombre inquieto, de alma bellamente
atormentada: ‘Muero sereno y conforme con mi conciencia.’ […]
¿Por qué te escribo hoy? Porque quiero decirte, aprovechando minutos
de receso en los ataques tremendos, que me voy amándote como al hermano
bueno, amándoles con la fuerza toda de mi corazón afectivo. Si hay
un poco de dolor al anticiparles mi adiós, es precisamente el dolor
que me llevo: el de dejarlos, cuando hubiera deseado hacer tanto por
ustedes, vivir largo al amparo del cariño mutuo. Por lo demás, no
temo la muerte, ni la llamo ni la rechazo, la acepto tranquilamente,
como un hecho ineludible. […] ¿Qué te he de recomendar? Cultiva
siempre en el predio rico de tu espíritu las cualidades nobles que
te distinguen; húyele a las satisfacciones mezquinas de los egoístas,
y vivirás vida colmada de contento interior que es el más puro de
los deleites.
Esta carta debe llegar a ti en los minutos inmediatos a mi muerte. No
olvides que he sido sencillo y limpio de corazón. Procura enterrarme
en El Tocuyo, pueblo al que he amado y cuyas gentes me quieren. No deseo
ninguna ceremonia religiosa, ni aquí, ni en el acto del sepelio. Condúceme
a una casa amiga en aquel pueblo, donde puedan reunirse los que quieran
acompañarme al cementerio. Anuncia muy llanamente:
“Ha muerto Pío Tamayo (37 años). Su madre, hermanos y demás deudos,
invitan para el acto del entierro”... y en seguida la dirección.
[…] No pude revisar, corregir ni compilar nada de mi obra. En esas
condiciones no deseo que se publique ninguna cosa. Guárdalas simplemente.[…]
Te dejo a mamá. ¡Qué gran tesoro, hermano! Quiérela ahora
por mí y por ti. Te amo y digo adiós, Pío”.
Contacto con el autor:
Internet: “La Página de Omar Montilla”
http://lapaginademontilla
Correo: omar1montilla@gmail.com