La cultura Sambil

Sambil ha resultado el más alienante producto de la explosión mercantilista de las grandes ciudades venezolanas en las últimas décadas. Hoy por hoy, es el espacio preferido por la mayoría que quiere comprar, pasear, divertirse, comer, ir al cine y practicar esa suerte de arte social de "ver y dejarse ver", tan propio de las clases arribistas.

Sin intentar desconocer la ventaja de encontrar en un mismo sitio los lugares necesarios para hacer casi cualquier cosa, no nos hemos percatado de que la gente ha internalizado el Sambil no desde su punto de vista práctico sino como parte de su cultura, de su quehacer cotidiano, de sus valores. Y no consideramos que por donde quiera que ha pasado Sambil no ha vuelto a crecer la hierba para los demás. El primero, aquí en Caracas, significó la quiebra de mucho comerciante de los alrededores y aun de otros centros comerciales que ya existían para la época y que vieron mermado su público ante la aparición del "mall" de moda. En Margarita no dejó para más nadie y pasó a convertirse, irónicamente, en el eje de una isla donde sobran los paisajes y el aire libre y donde comer y comprar eran una tradición en las áreas abiertas de calles y avenidas.

Hoy no, la gente que va a vacacionar allá termina invariablemente encerrada en el CC.

Aún está fresco en la memoria el recuerdo de diciembre de 2002, cuando mucho comerciante se vio forzado a bajar su santamaría, producto de la presión de la derecha. Los dueños del Sambil hicieron lo propio y nadie sabe cuántos de sus arrendatarios no pudieron abrir de nuevo porque fueron a la bancarrota. Ahora, sin embargo, vemos con enorme sorpresa cómo se erige, con los permisos reglamentarios, un nuevo gigante en los predios de Candelaria. Los pequeños comerciantes de la zona pagarán el precio de una competencia casi monopólica y verán su clientela migrar hipnotizada. Mientras tanto, habrá más de uno frotándose las manos: después que se apruebe la reforma constitucional la gente tendrá dos horas más de tiempo libre para invertirlo en la alienante práctica de sambilear.

Contradicciones de esta revolución "comunista" donde el dinero sigue teniendo más poder que la razón.


mlinar2004@yahoo.es


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Mariadela Linares


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