Mestizo se denominó en la América colonial al hijo de un español y una india o de indio con española, aunque esta combinación fue muy escasa. En el sentido más amplio, se denominaba como mestizo a quien descendía de ancestros españoles e indígenas en algún grado, por lo que el mestizaje calificó genéricamente el resultado o el fruto del intercambio sexual entre los españoles y nuestros aborígenes. Si permanecían con la madre, se llamaban mestizos aindiados; pero si el niño permanecía con el padre español, se le llamaba mestizo hispanizado, como fue el caso de Francisco Fajardo, quien además del español, hablaba varias lenguas indígenas.
Cuando se produjo el poblamiento de la América española con esclavos provenientes del continente africano, se realizaron unos intercambios cuyos resultados enriquecieron el acervo genético de nuestros países, entre ellos el cruce en un primer grado: el mulato (español + negra) y el zambo (negro + india). De allí en adelante fue indetenible la mezcla cuyos nombres formaron un entramado muy difícil de entender en nuestros días.
Este entramado sirvió para, no sólo mantener la exclusión social y económica por motivos étnicos, sino también para hacer posible la dominación entre una mayoría que se fue conformando entre los aborígenes, la población afro descendiente, los mestizos y los mulatos y los descendientes de todos estos. Dependiendo del grado de mestizaje, se encuentran las denominaciones de cuarterones, quinterotes, requinterones de mulato, el requinterón de mestizo, que con español da gente “blanca”, y estos a su vez de nuevo con español, da un español “casi limpio”, y todavía quedan los claros, los pardos, los zambes o cabras y los harnizos, y pare usted de contar. La etiqueta racial que se le imponía a una persona, le significaba la exclusión y la pobreza de por vida, y a la vez una forma de humillación por las connotaciones que tenía.
Durante la Guerra de Independencia, los llamados “blancos criollos”, quienes descendían de españoles pero nacidos en Venezuela (entre los que se contaba El Libertador) trataron desde un comienzo de ganarse para la causa republicana a los llamados “pardos”, que genéricamente eran el resultado de la mezcla de español con negro, o sea era un término equivalente a mulato, y quienes en un momento crucial para la causa independentista siguieron a José Tomás Boves, quien les prometió el cumplimiento de unas promesas que permitieron el derrumbe de la Segunda República. La sublevación de los negros barloventeños contra Miranda, fue una de las causas que motivaron su derrota y posterior capitulación ante los españoles.
Se ha estimado que a comienzos del siglo XIX, la población de los pardos era aproximadamente del 38%, mientras que la de los blancos (entre los que se contaban los mestizos hispanizados), sólo ascendía al 25%. El aumento desmesurado de la población “parda” motivó muchas medidas legales que hacían aún más severa la exclusión, y para que éstos pudieran tener acceso a ciertos empleos en la Venezuela colonial, debían pagar enormes sumas de dinero, en virtud de las llamadas cédulas de “gracias al sacar”.
La población de pardos o mulatos y mestizos en Venezuela, a partir del Siglo XIX ha ido en aumento y en el día de hoy constituye la casi totalidad de nuestra población nacional. Sin embargo, aun subsiste en las mentes de los oligarcas de turno la idea de la discriminación y por eso se trata despectivamente al presidente Chávez como un “zambo”, lo que es una forma muy directa de señalar que la distinción que ostenta como Primer Magistrado “le queda grande” por su dudoso origen racial y social.
Técnicamente el calificativo de zambo para nuestro Presidente, no es el más adecuado, porque nuestra población, como hemos señalado es el resultado de las mas fabulosas mezclas que sólo se permitieron en ciertos países de nuestra América. Así, además de las clásicas mezclas étnicas señaladas, se distinguieron, entre otras, las siguientes: castizo (español + mestiza); morisco (español + mulata); tornatrás o chino (español + morisca); saltoatrás (chino + india); lobo (tornatrás + indio); jíbaro (mulato + loba); albarazado (jíbaro + india o mulata); cambujo (negro + albarazada); barcino (mulata + albarazado); coyote (mulata + barcino); coyote mestizo (mestizo + chamiza); chamizo (india + coyote); zambaigo (india + cambujo); calpamulo o calpamulato (mulata + zambaigo); tentenelaire (zambaiga + calpamulo, o cuarterón + mulata); notentiendo (mulata + tentenelaire); ahí-te-estás o tornatrás (india + notentiendo) y saltoatrás (mulato + loba).
A estas alturas de siglo XXI, ubicar étnicamente a algún venezolano entre tan numerosas mezclas, resulta una tarea bastante complicada, pero nuestros oligarcas criollos y sus lacayos de siempre, simplifican esta situación y para facilitarse las cosas, simplemente llaman zambo al presidente, pensando que así lo insultan y lo humillan, cuando ha resultado todo lo contrario. Ser zambo, o pardo como se le llamaba antes, es un orgullo para los venezolanos.
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