Gabriel García Márquez terminó de escribir Cien años de soledad y la envió de México a Buenos Aires, dice él que por correo. Pudiera ser amplificación mágico realista eso de que la mandó por correo, pero es creíble. La Editorial Sudamericana que la publicó en Buenos Aires fue fundada en 1939 por varios escritores para ser un vehículo libre. Su nombre mismo, Sudamericana, dice mucho de los propósitos del proyecto. No existía entonces el sistema de grandes corporaciones propietarias de cuanto medio de producción y reproducción simbólicas hay. Ahora Sudamericana pertenece al grupo Random House Mondadori.
En pocas semanas, Cien años de soledad estuvo en las librerías del continente y no se hablaba de otro tema en las peñas literarias y en las calles. El resto es parte de la historia de la literatura latinoamericana y mundial. Éramos independientes. Ahora quien no publica en Madrid no existe para el resto de América. Y para eso hay que ser aceptable por cualquiera de las grandes multinacionales.
Los jíbaros recelan en secreto su procedimiento de reducción de cabezas, en cambio los reductores de cabezas del Imperio son exotéricos: te dan una beca Guggenheim, te invitan a la Embajada, te pagan una gira por los Estados Unidos, te dan una cátedra en una universidad de ese país. Una amiga que gozaba de una de esas becas para estudiar no sé qué en la Biblioteca del Congreso en Washington, me decía de lo más hablantinosa y yente-viniente que lo único que le pedían era mencionar que «el presente libro fue posible gracias a una beca Rockefeller». Ahora dime: ¿cómo hubiera quedado que hubiese escrito un libro antiimperialista consignando que fue financiada por la Fundación Rockefeller? Y, además, se arriesgaba a que no le volviesen a dar la beca. Hoy es respetable exponente de la derecha intelectual.
Hay que desarrollar, pues, las bases de nuestra autonomía editorial, artística, académica y mediática. Ese fue el propósito del Congreso Internacional América repiensa América que termina hoy en el Celarg (entrada libre…). Telesur, Fondo Cultural del Alba, Banco del Sur, Petrocaribe, Petrosur, Mercosur, etc. Estamos, pues, en camino de recuperar la independencia que nos legaron Miranda, Bolívar y Martí.
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