Hay varios temas que acaparan la atención de venezolanas y venezolanos. Los temas de conversación en general se refieren a la escasez de algunos productos, la inseguridad y la reforma de la Constitución. Estos temas no impiden no obstante que uno se ocupe de liberar el estrés y entretener el espíritu yendo a cuanto concierto uno pueda pagar porque no hay nada mas capitalista en el país que la entrada a un concierto. La entrada VIP del Serrat-Sabina cuesta 307 dólares (más de un salario mínimo) y la general más de 150.
Aun así, hay gente para esos escandalosos costos aunque soy de quienes piensan que si en algo hay que gastar los churupos, es en actividades que alimenten el alma y el espíritu.
Lo cierto es que este mes ya he ido a dos conciertos: The Black Eyed Peas y Jorge Drexler. A ambos fui casi de asomada pues no me considero fanática de ninguno. Al primero fui por insistencia de mi hija y al segundo por cultura general. Y porque fui gratis.
No obstante debo decir que desde el martes 9 de octubre soy fanática de The Black Eyed Peas puesto ese fue uno de los mejores conciertos al que he asistido de este año. En una Caracas bendecida por un cielo esplendoroso, en un espacio libre en el Hipódromo, me cautivó la música de estos jóvenes. La nota discordante: el irrespeto de la empresa Evenpro con la gente: otra vez abrieron el acceso cuando les dio la gana, una hora antes del concierto, a sabiendas de que el grueso del público nos encontrábamos allí desde temprano.
No puedo decir lo mismo del concierto de Drexler. Todo iba bien con este cantante de monótona voz, hasta que se le ocurrió decir que quería cantar otra vez en el país, pero que no sabia si podría pues a “Alejandro Sanz no lo dejaron cantar”.
Con este tema de Sanz sucede como con muchas cosas en el país hay que conformarse con la versión de los medios privados de comunicación porque los voceros oficiales, dejan que ruede una bola que se convierte en alud, imposible de detener.
No sé cual es la verdad de este asunto. Tengo dos versiones, ninguna oficial. Ahora, si fue el Ministerio de Educación Superior el “culpable” debe explicar por qué. Y si no fue, huelga decir que ya todo el país debería estar enterado oficialmente de las razones de la negativa de permitirle al español cantar en el Poliedro. ¿No les parece?
*Periodista
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