Una Reforma a paso de Tambor

Reconozco que el ritmo del tambor no cualquiera puede bailarlo, bueno si se trata de los venezolanos, ahí está el aparte, cuando intenté hace unos años, mover mis huesos con tan picante ritmo, mezcla de historia y cultura venezolana, mis estudiantes me narraban, que el baile muestra, la lucha de conquista amorosa entre el hombre y la mujer. Este ritmo alcanza tal intensidad entre ambos sexos, que es capaz de dejarte sin respiración y fuerzas, en menos de lo que canta un gallo.

Hoy en Venezuela se baila más que nunca el Tambor, ¿al ritmo de quién?, de un indio, que le critican lo bailao, que le maldicen hasta cuantas letras trata de crear en la partitura de su patria, mas, el sabe que el ritmo de la patria, no cualquiera lo baila, no cualquiera lo asume. Hoy este maestro autodidacta de la historia, quiere impregnarle un nuevo compás al Tambor, ese que quiere su pueblo desde hace más de 40 años, y que los antiguos “maestros de orquestas improvisados”, habían plagiado, pues habían perdido por completo el paso de las masas bailadoras, y le impregnaron a la obra majestuosa de la nación, la cadencia demagoga, enajenante de los principales valores nacionales. Quienes bailaban hace 4 décadas el Tambor en Venezuela, lo hacían con el acompañamiento de algún “músico extranjero” quien venía solícito a exigir cómo querían que bailaran los “venezolanos”, para la mayoría, aquel Tambor sonaba distinto, la intensidad, el deseo de sudar por el hombre o la mujer, no era el mismo. El dolor de sentir y ver como unos cuántos barítonos de pacotilla le robaban el canto al pueblo, era demasiado, inaudible para aquella raza hermosa, que lleva en la sangre una inmensa marea de cantos y bailes.

Es, pues, la nueva era del Tambor Venezolano, el que faltaba y se quedó, y ya están listos los instrumentos, pero con un nuevo matiz, a quien hay que conquistar, es a una mujer llamada, Venezuela, ya está listo el gigante cuerpo de baile, ajustados los zapatos, los pantalones, es ahora cuando la mayoría sale en conquista de esa grandiosa mujer, delante de la inmensa marea arrolladora, un hombre, batuta en mano presto a comenzar la función, no niego que en el paso sonante y constante de la conga (marea humana bailando un mismo ritmo) uno que otro “zapatón” (mal bailador) se le caigan los zapatos o hasta los mismísimos pantalones, los que no tengan fuerzas, y no quieran ayuda para reponerse, se pierden la oportunidad de besar la copa del sacrificio, los que aún tienen el paso perdido, pero las ganas de bailar, pues adelante, démosle una mano, pero se les advierte que luego de entrar en la comparsa, no hay marcha atrás, ya que en Venezuela se estará bailando el Tambor desde ahora y por mucho tiempo más.

ogongora@ceproni.moa.minbas.cu


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Oscar Luis Góngora Fonseca

Dirigente de los Círculos Bolivarianos, comunicador alternativo, Director del periódico La Voz del Valle

 lavozdelvalle2@yahoo.es

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