En defensa de la pasión

Un arma de creación masiva contra los gringos

Duélale a quien le duela, el nacionalismo es el hijo más famoso y más
universal de la pasión. Algunos malos entendedores –o tergiversadores– de lo
que significa “globalización” han pretendido convertir a ese hijo en una
vaina pasada de moda y a la madre en una bicha desnaturalizada: como eso de
“pasión” sugiere un significado cercano a sentimiento primario, a impulso
animal, a puro corazón, entonces hay quienes marcan distancia y se ubican en
la acera opuesta alegando que ellos son “la clase pensante”, mientras
quienes insistimos en amar esta tierra desordenada, caótica, caribe y
maltratada, pasamos a engrosar la categoría de sucios irracionales. Es
entonces cuando uno comprende por qué, cada vez que algún extranjero le echa
mierda al proceso venezolano, quienes por aquí saltan de emoción son una
cuerda de bobos y güevofríos que tienen una foto de la estatua de la
Libertad en el cuarto y se desviven por pagar 10 mil bolos por ir a
atragantarse de panes de plástico en Mac Donalds: Leopoldo López jamás se
comerá una morcilla en la Cortada del Guayabo, y Juan Fernández entrará en
coma el día que una barloventeña de Curiepe le ensaye un quiebre de cintura
a dos centímetros de distancia, bajo una lluvia de tambores.

Roger Noriega, un “latino” con mil comillas a quien Bush disfrazó de
subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental, acaba de bailar un
joropo bien zapateao encima de la torta que otros funcionarios de la
administración Bush pusieron antes que él. Mientras éstos se limitaron a
intervenir con sus opiniones en los asuntos venezolanos, Noriega dio como
ocho pasos al frente para decir con todas sus letras que los gringos
seguirán metiendo sus narices en nuestro país porque han invertido real en
un proyecto (sacar a Chávez del poder como sea) y la pinga, las cosas no
están como para perder unos cobres sólo porque un pueblo decidió defender a
su presidente.

Pongámonos serios. La cita textual de Noriega (citada por El Nacional en
primera página con un regocijo del coño de mil madres) es: “Estados Unidos y
muchos otros países proveen asistencia por montos de decenas de millones de
dólares cada año para procesos de institucionalización democrática. Esto (la
intromisión) no es inusual”. Hay que ser pendejo, subnormal o gringo para no
darse cuenta de qué clase de asquerosidad está confesando este señor. Pero
como Temas es leído por unos cuantos gringos, subnormales y pendejos, le
pasaré la linterna por encimita a esta impresionantemente hija de puta
–aunque bastante franca– declaración.

“Proveen asistencia por montos de decenas de millones de dólares” y por lo
tanto seguirán jodiendo, metiéndose en el CNE y poniendo al Powell a opinar
con la cara arrugada a ver si le cogemos miedo (¿cuántas de esas decenas de
millones habrán servido para financiar el golpe de abril y el sabotaje de
diciembre?). Eso significa, en cualquier idioma, que según ellos el poder de
los reales otorga la potestad de elegir y quitar presidentes. ¿Nos estamos
haciendo los bolsas, ignorando que los centavos son para “procesos de
institucionalización democrática”? No, sino que hay que recordar que Estados
Unidos fue el primer país que reconoció el Gobierno del chiquilicuatro de
Carmona el 12 de abril, para comprender qué cosa entienden los yanquis por
“procesos de institucionalización democrática”.

Pero no es a los gringos a quienes queríamos descargar (¡menos mal!) sino a
esa catarata de idiotas made in Venezuela que, cada vez que un gringo se
expresa en esos términos, se suelta a aplaudir hasta que se le hinchen las
manos. Hace poco más de 30 años, sus similares chilenos clamaban por un
Pinochet y Estados Unidos “proveyó asistencia por montos de decenas de
millones de dólares” para liquidar a Allende, a la democracia y a la
voluntad de un pueblo. Para desgracia de quienes desean ver reproducida aquí
esa aberración de la Historia, sucede que la pasión, el instinto, el
corazón, la sangre, la belleza, la poesía, el color, las negras divinas y
también la razón, están con los bolivarianos, con quienes amamos nuestra
locura y nuestro desorden: con nosotros, esta horda de caimanes que todavía
juramos que la verdad puede derrotar a los millones de dólares y también a
los misiles.


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José Roberto Duque


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