La "renuncia" del "mancebo mirandino"

Fuentes generalmente bien informadas, muy próximas a la figura de "el mancebo" mirandino y cuyos nombres no nos es dado revelar, nos aseguran que éste ha tomado la irrevocable decisión de renunciar. Pero su turbado espíritu, MAS TURBADO aun por el último fracaso, no termina de decidirse entre renunciar a la dirección de la "oposición" o a la gobernación de Miranda, porque a las dos ¡ni de vaina!. En cualquier caso, habiendo tomado ya esta decisión ha decidido hacerla del conocimiento público, para lo cual se ha encerrado, triste y melancólico, en sus habitaciones para proceder a la redacción de su renuncia teniendo por único acompañante, según estas mismas fuentes, el Tomo I (Poesía) de las Obras Completas de Andrés Eloy Blanco (Ediciones del Congreso de la República,1973). Allí se le puede ver (siempre según las fuentes), sumido en profundas meditaciones, garrapateando y rompiendo hoja tras hoja de papel y volviendo la vista a cada rato hacia el mencionado libro. Una de las hojas, que uno de nuestros informantes pudo reconstruir, tenía el siguiente texto:



He renunciado a ti, no era posible,

con gran esfuerzo porque no quería

por golpes que recibes impasible

en medio de una gran algarabía.



Yo me quedé mirando la gente que se iba

poniendo arrecha por mi mala estrella...

volví mis tristes ojos hacia ella

y vi que me habían puesto boca arriba



He renunciado a ti, serenamente,

Igual que el borrachito al aguardiente;

he renunciado a ti como castigo

por haber sido desleal contigo.



Como el que ve perder grandes avíos

con rumbo a los bolsillos del otro contendiente;

como el perro "capao" que no teniendo bríos

ante un perro más grande se muestra complaciente;

como el pirata que renuncia al puerto,

como el caudillo que renunció: Alfaro

y como "el viejo" con un ojo abierto

mira "el mancebo" con mucho descaro.



Esto fue todo lo que se pudo reconstruir de las muchas páginas rotas por "el mancebo". Se ve que su pobre imaginación no se logra inspirar ni siquiera ante las líneas de un poeta del calibre de Andrés Eloy, a quien ramplonamente trata de emular, tal vez con la secreta esperanza de poder conmover a sus "fans" y de ser perdonado por todas las burradas cometidas.



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Ño Leandro


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