Los desafíos del chavismo

El año 2007 está a punto de cerrar. Un año difícil, enmarcado entre la avasallante victoria electoral del Presidente en diciembre de 2006 y la sorprendente derrota de la reforma este diciembre. Este año que se va, en mi modesta opinión, fue un año de equivocaciones para el movimiento bolivariano. Ojalá el próximo sea más bien de rectificaciones.

En diciembre de 2006, comenzó la ofensiva del Presidente para avanzar rápido hacia el modelo socialista anunciado durante su campaña. Me pareció tal paso una lectura audaz del mandato popular que le fue otorgado. Evalué que después de siete años de confrontaciones y violencias, con un respaldo sorprendente, sin adversarios importantes a la vista ni dentro ni fuera del país, los tiempos eran propicios para bajar el tono, consolidar lo avanzado y abrir el debate con miras a evaluar mejor cómo seguir profundizando los cambios. Sin embargo, se optó profundizar la polarización, acelerando sin consulta transformaciones significativas. Al expirar el año 2006, ya estaban sobre la mesa tres propuestas temerarias: la reelección indefinida del Presidente, el partido único del chavismo, y la no renovación de la concesión a Rctv. En enero 2007, salieron del gabinete José Vicente Rangel y Aristóbulo Istúriz –ya Alí Rodríguez se había ido-, con lo cual el Presidente perdió importantes interlocutores políticos. Se anunciaron los motores de la revolución y apareció el nuevo eslogan gubernamental "Patria, socialismo o muerte", que nos habría de atormentar a lo largo del año. Ese mes también, Chávez insistió en que no hacía falta una constituyente pese a que los contenidos de los cinco motores anunciaban un viraje importante en las orientaciones y estructuras del Estado.

El giro gubernamental hacia un socialismo cuyas características no estaban definidas levantó muchas inquietudes. El proceso de elaboración de la propuesta, caracterizado por su naturaleza secreta, los contenidos centralizadores y estatistas que finalmente lo signaron, los añadidos de la Asamblea Nacional, algunos insólitos por la crudeza con la que expresaron los intereses particulares de los parlamentarios -como el que les permitiría volver a incorporarse al Parlamento cuando dejaran un cargo en el Ejecutivo- la campaña personalizada, enfocada en convertir la aprobación de la reforma en un plebiscito a Chávez, el obsceno ventajismo oficial, terminaron por ser un plato intragable. Tres millones de simpatizantes del chavismo prefirieron quedarse en casa, en una de pasividad activa. Otros poquitos hasta votaron por el NO.

Lo bueno de la derrota, es que casi de inmediato desencadenó la apertura del postergado debate crítico dentro del chavismo.

Un sin número de análisis circulan desde entonces por doquier, e iluminan el complejo de factores que produjo este revés. Además de lo defectuoso de la propuesta misma de reforma, se señala con acierto, la creciente y peligrosa intolerancia frente a las diferencias de opinión dentro de las filas chavistas. Este talibanismo ha venido enrareciendo la atmósfera política, provocando zozobra, desaliento y desmoralización. La estigmatización de aliados políticos como Podemos o el PPT por no querer disolverse como partidos, presiones hacia fuerzas sindicales que se resisten a perder su autonomía para formar consejos socialistas, regaños a organizaciones populares o a intelectuales que han disentido de propuestas u opiniones del Presidente, expulsiones absurdas en un partido que aún no existe, no sólo ponen en evidencia una propensión autoritaria por parte de quienes vienen concentrando poder en el proyecto bolivariano. También cultiva la imposibilidad de que el proceso pueda corregir sus desaciertos, seguir avanzando y consolidar hegemonía.

Otros diagnósticos apuntan a luchas sordas por cuotas de poder dentro del chavismo. Se menciona una "derecha endógena", que rodea al Presidente, que usa en provecho propio los recursos del Estado. También se señalan nepotismos, una boliburguesía emergente, que se aprovecha de sus contactos personales con políticos para lucrarse, grupos armados que respaldados por autoridades actúan con impunidad, una izquierda radicalizada dispuesta a todo. Los prolíficos rumores, sean infundados o no, son el resultado de un orden político que se ha hecho cada vez más opaco en sus reglas de juego. El personalismo creciente, con su valoración de la lealtad personal, la sumisión al líder y la adulación por encima de la solvencia política, profesional y moral de quienes ocupan cargos de responsabilidad pública, ha comenzado a erosionar la confianza en el contenido proOtro tema es el creciente deterioro en la calidad de vida en las grandes ciudades venezolanas, en donde ganó el NO con más ventaja que el promedio nacional. Con urbes sucias, inseguras, con severos problemas en servicios básicos como luz, transporte, con las familias pobres y de clases medias sufriendo una inflación que parece sin control, con desabastecimiento de productos básicos, ningún gobierno puede ganar elecciones. Los bolivarianos ensimismados este año en su retórica revolucionaria, descuidaron su obligación principal cual es la de gobernar, para asegurar la calidad de la vida cotidiana de los venezolanos(as).

Pasadas las primeras reacciones, falta ver cuál será la lectura que el Presiden-te y sus aliados políticos le darán en definitiva a este revés. Hasta ahora lo que hemos visto, salvo excepciones, han sido emociones desbordadas o simple desconcierto. Parece que nadie previó este resultado. Mejor, porque permite abrirse sin prejuicios y oír lo que la sociedad ha comenzado a decir. Y me parece, que esos tres millones de venezolanos(as) que a diferencia del 2006 ahora se abstuvieron de votar, expresaron desconfianza en la propuesta presidencial, y quizás también malestar por el rumbo que ha venido siguiendo el gobierno "socialista".

Los cuatros millones que votaron por el Presidente, por su parte, no creo que lo hicieron principalmente por el socialismo propuesto en la reforma, como tampoco creo que en 2006 los siete millones que votaron por Chávez, lo hacían por el socialismo que el Presidente tenía en su cabeza y aun no había concretado. Es crucial que el Presidente y quienes puedan asesorarle entiendan eso y tomen las previsiones del caso.

El gobierno tiene aún muchos recursos políticos para sobrevivir, y mucho que dar.

Pero a condición de que no pierda la capacidad de ver al país real, con sus potencialidades, flaquezas y aspiraciones. Para ello es impostergable que acepte el diálogo y el debate crítico, que permitirá a los diversos sectores sociales del país, a la pluralidad de intereses y perspectivas que poseemos, ayudarlo a evaluar mejor lo positivo de lo hecho hasta ahora, para consolidarlo institucionalmente, y lo negativo, para desechar los experimentos fallidos que han sido muchos y muy costosos. Necesitamos, por ejemplo, saber cuál es el mo-delo económico que el bolivarianismo ofrece para conjurar el Estado mágico, que ha resucitado con esta bonanza petrolera. Necesitamos asegurar institucionalmente las organizaciones sociales y las misiones exitosas. Necesitamos fortalecer la autonomía del Poder Popular, no sojuzgarlo. El año que viene promete ser difícil, menos mal que al chavismo suele estimularlo los desafíos. Porque tendrá muchos.

malopez@reacciun.ve


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Margarita López Maya


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