Un aporte…antes que el reformismo pequeño-burgués nos friegue

2008 y las tres erres al revés

2008 debe ser un año de resoluciones revolucionarias inaplazables. Aún en medio de las grandes dificultades que representa el hecho de que el aparato estatal continúe siendo fundamentalmente el mismo que sirvió de instrumento de opresión a los gobiernos de la IV República, la Revolución tiene que alcanzar un grado de eficacia práctica en el servicio a la sociedad, reitero, inaplazable. Una revisión a fondo y sin concesiones a la capacidad real de todo el funcionariado estatal es imprescindible. El paso del objetivo propuesto a su realización tiene que ser lo más corto y eficaz posible. Para ello se debe aplicar un sistema de medición y contraloría en la ejecución de tareas absolutamente inflexible. Desde gobernadores, alcaldes, diputados, concejales, gerentes de institutos autónomos, hasta el funcionario que atiende al público en sus necesidades cotidianas tienen que demostrar eficiencia o ser removidos.

Por otro lado la inaplazable tarea de dotar a la Revolución de un partido capaz de ser el corazón eficiente del motor revolucionario como aliento imprescindible para alcanzar eficacia con precisión quirúrgica de los objetivos de implantación del Socialismo del Siglo XXI, es prioridad absoluta. La formación de un partido de masas no puede soslayar la necesidad de ser también un partido de cuadros altamente preparados, ideológicamente sólidos, comprometidos hasta la vida misma con los valores que deben transmitir y cuidar. Esto implica una definición doctrinaria precisa que sirva de azimut a todos. En ese sentido el uso de todos los medios de comunicación del Estado para alcanzar los fines de dar a conocer, educar y formar en los valores socialistas al punto de generar verdadera conciencia revolucionaria será, junto al trabajo insustituible del contacto y la inserción cara a cara, corazón a corazón y piel a piel, de primerísima importancia.

En el aspecto doctrinario debo hacer una propuesta que considero de primer orden para evitar la avalancha de "reconciliaciones" engañosas que se nos vendrá encima cargadas de reformismo capitalista puro y duro: una sociedad socialista nunca se alcanzará a plenitud en convivencia con el cáncer de la explotación del hombre por el hombre que caracteriza al capitalismo. Son modos excluyentes de concebir al hombre, a la sociedad y al mundo. Cualquier forma de coexistencia táctica con formas de economía capitalista tiene que ser exactamente eso: una coexistencia táctica destinada a su superación en favor de una sociedad, unas relaciones humanas y una economía socialista. De modo que aceptar el sentido táctico del tiempo no puede verse ni aceptarse nunca como la aceptación de una forma de explotación radicalmente rechazable, no por alguna forma de integrismo doctrinario sino porque el capitalismo y sus valores son el camino al infierno y el fin de la humanidad misma.

Hasta el momento la superioridad humanista del socialismo, su armonía con los valores superiores del hombre integral se ha encontrado con un muro insalvable, al menos hasta ahora: el muro de la generación de riqueza, la productividad y la eficiencia, ámbitos donde el socialismo real presenta magros resultados y en muchos casos un saldo negativo. La asociación generalizada -además con pruebas- de ineficacia y burocratismo a cualquier servicio que dependa del Estado -con escasas excepciones- representa una pesada tara que debe ser vencida desde la esencia misma del socialismo. Si una actividad, cualquiera sea esta, es realizada con eficiencia y productividad por la empresa privada, vale decir, por campesinos, obreros, empleados o gerentes que lo hacen en la forma de asalariados, esa misma actividad realizada por una empresa de producción social, vale decir, por campesinos, obreros, empleados o gerentes, dueños de su propio trabajo, de sus vidas y además conscientes de su misión social, tiene obligatoriamente que ser superior en eficiencia y productividad.

Todo indica que una economía socialista está llamada a ser más eficaz y productiva que una economía capitalista. Esto en muchísimos casos no ha sido así. Un buen número de experiencias propias lo ha puesto de manifiesto. Se cuentan por miles las cooperativas de propiedad privada o incluso de propiedad social indirecta que muestran resultados lamentables en nuestra corta experiencia bolivariana. Es penoso el saldo de ineficacia que muestran la mayoría de los servicios públicos de igual manera. ¿Significará acaso que están reñidos eficacia y productividad con socialismo? La respuesta, contundente y rotunda es ¡NO! Si miles de millones de dólares se han perdido en las manos de vivos, oportunistas y camaleones de vieja ralea y vicios adecos, no ha sido por la inferioridad del sistema socialista sino justamente por todo lo contrario, porque se ha permitido que desde las cooperativas, empresas y otras tantas actividades llamadas a ser productivas unos cuantos miserables se hayan mimetizado debajo de una gorra, dentro de una franela o arropado por afiches de Bolívar, Fidel o el Che, con un discursito radical apropiado, haciendo del jalabolismo una técnica sublime y hayan copado la escena hasta convertirse en miserables "modelos" del ser socialista. Nunca se les pidió, ni se les pide, coherencia real entre la apariencia y la esencia. Hemos entregado en las manos de bandidos de siete suelas los más caros sueños de la humanidad y ahí está el aparente "fracaso" del socialismo. ¿Saben algo?, conociendo la naturaleza de los personajes, verlos me produce nauseas, sólo espero que en este proceso de las tres R al revés: Revisión, Rectificación y Relanzamiento se hagan visibles con todas sus pústulas al Presidente Comandante. Lo tendría relativamente sencillo... la tos y el dinero son imposibles de ocultar. Sólo mire, Comandante, sólo mire...mire sus modos de vida, mire sus groseras caravanas de escoltas y privilegios, sólo eso será necesario. No permita, Comandante, que le cobren al socialismo lo que no son más que viejos vicios burgueses de la peor ralea que nunca tuvieron porque no pudieron.

¿Entonces...cómo lograr la productividad y eficiencia sin hacer concesiones mortales al sistema capitalista? No cabe duda de que el socialismo es un proceso y no algo que puede alcanzarse con decisiones o acomodos más o menos direccionados. Al marco jurídico que de cabida a las formas de propiedad social de los medios de producción ha de corresponderle unas superestructuras en armonía con las aspiraciones vitales del hombre nuevo socialista. Entre tanto se logra esto último -tarea inacabable- el proyecto económico socialista debe hacerlo amalgamando valores y deseos, actitudes y disposiciones viejas herencia del capitalismo, en otras palabras, hay que hacerlo y hacerlo bien con el hombre y la mujer que somos ahora mismo. Se tiene entonces el enorme desafío de hacer que las formas de producción social alcancen niveles superiores de eficiencia y productividad en las condiciones actuales de cultura y costumbres profundamente arraigadas en la conciencia venezolana.

El pecado original -por llamarlo de algún modo- del capitalismo consiste en que estimula y exacerba los instintos primarios del ser humano. La preeminencia de lo particular sobre lo social está profundamente sembrada en el corazón del hombre. Hacer que el ser humano encuentre satisfacción y felicidad en producir y trabajar para el bien colectivo resulta una dura tarea de transformación e internalización en la conciencia que, incluso, podría no alcanzarse totalmente nunca. La primera necesidad, el primer hambre, el primer frío, el primer disparador de la voluntad en el ser humano es el suyo propio y en ese mismo orden el de su familia y consanguíneos. Trabajar más, esforzarse más cada día para tener y llevar a los suyos más calidad de vida está firmemente enraizado en la mente del hombre. Amalgamar este instinto natural al ser humano con la plenitud humanista de lo social es una tarea titánica. Es verdad que debemos inventar o errar, pero eso no puede significar que nos pongamos de espaldas a cualquier experiencia sea esta de donde sea si es útil. No tenemos porqué reinventar la penicilina... ya lo hizo el ser humano y nosotros somos sus herederos.

Si logramos un sistema, un modo, una fórmula que sea capaz de conservar la naturaleza propia del socialismo y sin la cual todo no será más que un triste retorno a la cueva de las brujas, estaríamos ganando tiempo, ganando eficiencia y productividad sin castrar el socialismo. Hace más de un siglo un pequeño grupo de jóvenes judíos emigrados de Europa oriental, inspirados en el socialismo, fundaron una comuna, "kibutz" en judío. Una comuna igualitaria, basada en la propiedad común de los medios de producción, en la cual las decisiones se tomaban en Asamblea por mayoría.

A pesar de que hoy no significan una política del estado israelita, los "kibutz" constituyen un logro espléndido digno -al menos- de ser estudiado. Más de 120.000 personas viven en unos 270 "kibutzim". Constituyen unidades sociales y económicas autónomas de gran éxito, confederadas entre sí en un Movimiento Kibutziano Unificado. La mayoría de estas comunas tienen una disposición parecida, las instalaciones comunales como un auditorio, oficinas comunales, bibliotecas, escuelas, en el centro, rodeadas por las casas de los miembros de la comuna, jardines y caminerías. Estos kibutz, originalmente agrícolas, han ido agregando formas de actividad industrial en muchos casos en conexión con la transformación de los bienes primarios por ellos creados en productos industrializados con valor añadido.

Debemos añadir que estos "kibutz" no sólo son económicamente exitosos y autosuficientes sino que además de representar una buena parte de la producción agrícola para el consumo de la nación, exportan a los mercados del mundo. ¿Donde está el posible secreto de estas comunas? En primer lugar no renuncian -no lo harían- a la conformación de una sociedad colectiva de miembros basada en la propiedad común de los medios de producción. Aquí pudiéramos encontrar una variante interesante. Una familia miembro de una comuna no puede disponer de su parte de propiedad de los medios de producción, e incluso bienes muebles, porque estos son propiedad de la comuna. No puede entonces vender a alguien su parte de la comuna porque no le pertenece en forma estricta, pero sí puede disponer de los beneficios alcanzados con su trabajo para sí y para los suyos. ¿El resultado?: que la mayor eficacia, el mayor esfuerzo recibe una forma de compensación que satisface el instinto primario de esforzarse más cuando se trata de los suyos.

Durante las décadas que van del 20 a los 40 del siglo pasado, las comunas se fueron convirtiendo en sociedades eficientes empezando a surgir en ellas industrias, generalmente -como he mencionado- asociadas a su actividad agrícola, las que rápidamente se transformaron en empresas de producción social altamente rentables. Es conveniente recordar que esto lo hicieron estas comunas antes de la creación del Estado de Israel, es decir, que no contaron con apoyo oficial de ningún tipo, lo cual da aún más credibilidad al argumento. Por el contrario, al aparecer el Estado de Israel, (sionismo) muchas de las autonomías de las comunas pasaron a manos del Estado disminuyendo grandemente su fortaleza, aprovechando este gran aporte de la izquierda socialista judía y limitando su ejemplo a algo poco más que marginal.

En estos momentos -finales de 2007- el gobierno revolucionario cubano reconoce que "las tierras tienen que estar en las manos de quienes las hagan más productivas" ¿Renuncia con esto la revolución cubana a los valores y principios de una economía socialista?, eso dirán muchos para confundir, yo no lo creo. Creo -per contra- que la Revolución cubana descubre, admite y reconoce que han de introducirse cambios que, sin afectar la esencia social, aborden el tema de la eficacia como un elemento estimulador del aparato productivo. Me adelanto a plantear este tema porque me temo que no faltarán quienes intenten desviar los caminos de nuestra revolución socialista apoyados en argumentos como el de "la reforma" en Cuba.

Se es socialista por convicción absoluta en su superioridad como única solución al problema del hombre en libertad. No se es socialista por una suerte de fe fundamentalista sino afincados en la razón más pura y crítica. El ser humano -ser social- no tiene otra alternativa que el socialismo o la barbarie; el socialismo o la muerte del planeta. Sólo una economía social orientada a la satisfacción de las necesidades humanas más auténticas y dignas es sustentable con la vida en el planeta. El capitalismo, no sólo con la confiscación de la riqueza a quienes la producen, sino que con la capacidad decisoria para producir no lo que se necesita para la vida sino lo que genera ganancia, inventando necesidades inexistentes, produciendo basura hasta convertirla en deseable por la gente mediante sus aparatos publicitarios, no es solo radicalmente inferior éticamente al socialismo sino la garantía de que en pocos años se destruirá el planeta. En esto, no solamente cree un socialista, como se cree en Dios, sino que de esto, un socialista tiene la más rotunda de las convicciones. De allí que a dos manos, generando las condiciones materiales para la instalación del socialismo y sembrando conciencia debamos emprender la tarea este año 2008 de grandes definiciones.


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Martín Guédez


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