“La iniciativa de Hugo Chávez de pedir la salida de dos organizaciones (de la lista de terroristas) supone legitimar lo que en su génesis es ilegítimo. ¿Insinúa Chávez que si salen de la lista las FARC y el ELN el resto, palestinos, kurdos, tamiles, grupos contra la ocupación de Iraq o Afganistán, están bien incluidos?”. Esta duda se la plantea el periodista español Pascual Serrano (http://www.pascualserrano.net) a raíz de la petición hecha por el Presidente Chávez de sacar de una lista de terroristas a las FARC y al ELN. Dice Serrano en su artículo que para Amnistía Internacional esta lista es “una amenaza para los derechos humanos”.
Entre la lista de Schindler (Spielberg, 1993) y la de Tascón, tenemos para entretenernos. Claro que formar parte de una lista para morir en una cámara de gas jamás será comparable con una que te convierta en desempleado. Las consecuencias son distintas, pero es el mismo fascismo. La idea de elaborar una lista de terroristas no podía venir si no de Bush, el fascista mayor del siglo XXI. Concordamos con Serrano en que “lo que procede es desautorizar la lista”.
Y es que si de listas se trata, entre los logros del gobierno del Presidente podemos contar la Operación Emmanuel. A las primeras de cambio me pareció que la petición hecha por Chávez a Uribe y al mundo fue, cuando menos, inoportuna. Hacia pocas horas que se había producido la liberación de Clara y Consuelo. Hacia pocas horas que ambas habían relatado detalles de su secuestro y del secuestro de sus compañeros. Hacía pocas horas que nos habíamos emocionado hasta las lágrimas con el reencuentro de Clara y Consuelo con sus familiares. Hacia pocas horas que las FARC eran noticia, no por su gesto humanitario, sino por las descripciones que de su cautiverio hacían dos mujeres. La lista de penurias que describieron Clara y Consuelo no era como para felicitar a las FARC.
No hay que olvidar que hay una lista de secuestrados de las FARC y del ELN. No hay que olvidar que en esa lista hay civiles inocentes. Creo que el Presidente no fue asertivo al momento de formular una propuesta que pudo, y aun puede ser, el inicio del camino hacia la paz en Colombia. De errores, pues, tiene el Gobierno una lista. A revisar, rectificar y reimpulsar ha dicho el Primer Mandatario. Que su palabra vaya adelante.
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