Bolívar también solía equivocarse.
Su empeño de tomar Caracas, resultó
más que infructuoso. Conversar con
Piar le condujo a lo de las erres.
¿Le agradaría que le enmendasen?
Uno no sabe.
La base
El general Manuel Francisco Piar Gómez, es un personaje de una fundamental importancia en la historia de Venezuela. Lo es por sus destacados servicios durante la guerra de independencia que, incluyó su participación en la toma de Guayana, al otra lado del río Orinoco; zona que había sido una retaguardia inexpugnable y generosa del ejército español, aportadora de inmensos recursos, como alimentos, armas, ganado, etc.; área de descanso y recuperación de combatientes. La amplitud del río hacia todo aquello posible. No fue Piar el primero en concebir la idea de tomar aquella apartada zona nacional para ponerla al servicio del ejército patriota; hay evidencias que antes otros pensaron en aquello, pero es obvio que sí quien tenazmente se lo planteó y con claridad de propósito. Alrededor del año 17, después de los desastres que significaron la pèrdida de la Casa Fuerte de Barcelona y la derrota de Bolívar en Aragua de Barcelona, éste y Piar conversaron, por iniciativa del segundo, de la conveniencia de dirigir los esfuerzos hacia Guayana.
La toma de esa parte del territorio nacional por el ejército patriota, ahora en una nueva estrategia y concepto del espacio, permitió utilizarlo para los mismos fines que lo había hecho el enemigo y para organizar de nuevo la república, mediante la reunión del Congreso de Angostura e iniciar la campaña del Sur, que llevó al Libertador a la libertad a gran parte de los pueblos de esta parte del mundo y a la gloria. La decisión de cambiar la estrategia de guerra, hasta aquel momento centrada en la toma de Caracas, fue pues como un aplicar de tres erres al revés. Un reconocer que algo andaba mal y las debidas correcciones. Alguien dijo que antes de aquella conversación, Bolívar apenas reunía unas fuerzas y armas se dirigía a Caracas. En Barcelona tenìa un parque y buscaba quien le acompañase precisamente en esa dirección. Por eso Freites defendió la Casa Fuerte hasta inmolarse. Defienda con su vida ese espacio, dijo Bolívar a Freites.
El general Piar, quien fue fusilado en la misma Angostura, medida tomada por un alto tribunal de la república y con el “ejecútese” de rigor del Presidente de la República y jefe del ejército patriota, Simón Bolívar, siempre ha gozado de gran simpatía en Venezuela. La medida que se le aplicó aún se discute en este país en las clases de historia nacional, en la escuela media y universitaria; hasta en las tertulias de aficionados este es un tema frecuente, sobre el cual se debate con calor.
Ahora ofrecemos una pequeña crónica que habla de lo mismo que acabamos de decir.
Richard Vawell fue un soldado que desde su lejana Inglaterra, un buen día, junto con un grupo de jóvenes compatriotas suyos, después de pasar por la isla Amelia, aquella de la República de Fernandina, y la de Santo Tomás, arribó a Venezuela a incorporarse al ejército patriota.
Como él mismo lo sugiere, su mayor obsesión, más que luchar por la independencia o la libertad, parece haber sido hacerlo al lado del Libertador.
De él, la Academia Nacional de la Historia tradujo del francés a nuestro idioma tres obras: "Campañas y Cruceros", "El terremoto de Caracas" y "Las Sabanas de Barinas". De la primera de ellas dijo el bibliógrafo venezolano Don Manuel Segundo Sánchez que era "interesante" y escrita con " notoria imparcialidad". Y Rufino Blanco Fombona, hombre poco dado al agasajo fácil y cuya identificación con la figura de Bolívar es de sobra conocida, expresó que "es modesto y ecuánime" y su "narración no puede ser tachada de parcialidad".
Posiblemente llegó a Angostura a fines de 1817 o comienzos de 1818. Casi al inicio de su narración, cuando penetra por primera vez por el Orinoco, al pasar frente a Guayana La Vieja, dice que esa población fortificada había sido tomada "recientemente" por el general Bermúdez. Pero cuando hace mención por primera vez a la detención y posterior fusilamiento de Piar, nos deja la sensación, como también al traductor, de ser portavoz de otros. Es decir, parece ser que llegó a Angostura no sólo después de la toma de Guayana La Vieja, sino también con posterioridad al fusilamiento de Piar.
Lo importante es que ese personaje, calificado reiteradamente de imparcial, recogió, posiblemente entre hombres de tropa con quienes con frecuencia anduvo, la versión de que el General Cedeño, portador de la orden para detener a Piar, invitó a su entrañable camarada a que lo acompañase ante Bolívar con la promesa que éste "sólo deseaba tener una entrevista con él" y después podría marcharse sin ser molestado.
Cuenta también Vawell, en su lenguaje sencillo, ameno y sereno, que estando Cedeño en Calabozo con una respetable fuerza fue avisado de la presunta aproximación del enemigo; según el autor de "Campañas y Cruceros", que se dice testigo presencial, Cedeño ordenó la evacuación precipitada de la plaza sin cerciorarse de la veracidad de la información y de una forma tan improvisada que dejó abandonado casi todo el parque que portaba. Al percatarse de su error e impericia volvió alentado por la ayuda que con frecuencia, algunos bandoleros que como Vicentico Hurtado, prestaban al ejército patriota. Pero al intentar el regreso, refiere el soldado-escritor inglés, Cedeño metió su tropa por el desfiladero de "Los Cerritos", sin enviar previamente exploradores, por lo que fue emboscado y derrotado feamente.
Más tarde, cuenta Vawell en su breve relato, cuando Cedeño llegó a Barinas a reunirse con Bolívar y Páez, encontró un ambiente que le era adverso; comenta el inglés que "La traición con su compadre Piar y varias bajas acciones le habían hecho muy impopular en el ejército". Y asegura haber observado que al llegar Cedeño al campamento de Bolívar, "los jinetes de Páez y otros tipos le acogieron con silbidos y denuestos". Según, hasta lo tildaron de cobarde por la huida de Calabozo y la derrota en "Los Cerritos". Y lo rodearon con el ánimo alterado e intentaron agredirlo. La enérgica intervención de Páez evitó que aquello derivase en un enfrentamiento lamentable entre las tropas de éste y las del agobiado Cedeño.
Este acontecimiento narrado por un testigo presencial e imparcial; admirador de Bolívar y también de Páez, sugiere la inconformidad que produjo en el seno de las tropas independientes el fusilamiento de Piar. Estos que protestaron en su favor allá en Barinas, quizás no formaron parte de las huestes que en Cumanà, Maturín y Guayana arrastró tras de sí; eran hombres de Páez; de los lados de Barinas y Apure y posiblemente nunca combatieron al lado del héroe de San Félix, pero conocieron de sus hazañas, de sus gloriosas jornadas de los años 16 y 17. Y aquellos hombres rústicos, con poco apego a la disciplina y más dados al arrojo y la lealtad al jefe, no admitían la conducta de Cedeño con respecto a Piar en la versión que les era conocida y que al parecer fue bastante difundida. Ellos mismos una vez estimularán a Páez para que se erigiera en el Jefe Supremo y en consecuencia desconociera a Bolívar.
Bolívar, según Vawell, aquel día discretamente reunió su tropa y tomó uno de los infinitos caminos del llano.
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