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A esto ha de enfrentarse el Poder Popular este año: de su acción, de la naturaleza de su acción, o de su pasividad, dependen la sobrevivencia del Gobierno bolivariano, y de la posibilidad de entrar en una etapa genuinamente revolucionaria. Sin activación del Poder Popular no hay Revolución, y ni siquiera continuidad del gobierno chavista. Esta y no otra es la responsabilidad de quienes hacen activismo revolucionario fuera de las instituciones del Estado: o nos atrevemos a pensar, hablar y actuar como Poder que somos, o lo que viene es debacle, colapso del único Gobierno que no nos ha masacrado por hacer una Revolución o al menos intentarlo.
La responsabilidad del Poder Popular roza o tropieza con el tema electoral, pero al final lo rebasa: con elecciones o sin elecciones, con dos, cinco, diez o veinte gobernaciones en manos del antichavismo, el Poder Popular debe aplicarse urgentemente a marcar, no digamos aún la agenda política del país, pero al menos su propia agenda. Todavía uno ve y oye a sujetos pundonorosos, arriesgados, salidos de las luchas clandestinas del proceso, suspender o postergar actividades importantes del Poder Popular porque justo el mismo día “hay actividades en el PSUV” o “hay que esperar el Aló Presidente”.
El punto, hablando de elecciones 2008, es que todavía sobrevive cierto temor, o quizá más bien timidez, por parte de muchos sujetos aptos y probados en las artes del cogobierno y la gestión administrativa y humana de la sociedad, a la hora de postularse para cargos de elección pública. Los mejores hombres y mujeres de la Revolución se niegan a ser diputados, alcaldes o gobernadores porque ven en ese ámbito un camino seguro hacia el achicharramiento de su imagen o su de función como dirigentes. “Quemarse” parece que es una fija para quien se atreva a gobernar desde instituciones acabadas, caducas, adecas, anquilosadas como las actuales. Entonces, por ese temor o esa cautela, seguimos prefiriendo que los candidatos sigan siendo adecos disfrazados con boina roja. Militares que desprecian cuanto huela a ñángara y a comunismo pero que cantan la consigna de Chávez (patria, socialismo o muerte) con una energía que ni Pavarotti.
Chávez ha anunciado que no le servirá de portaaviones a nadie, lo cual es una buena noticia para la democracia que queremos construir. Pero el figurón de turno ha de ser el que tuvo la habilidad para jugar mejor ajedrez en el tablero del PSUV
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En lo personal, distingo dos corrientes dentro del ámbito que llamaremos Revolucionario; hay movimientos y corrientes contrarrevolucionarias, pero esas para mí no cuentan. O mejor dicho, cuentan pero son las corrientes a derrotar si queremos seguir siendo un país y si queremos cambiar esta sociedad.
Así que, entre los nuestros, distingo una tendencia a ponerse a la orden, ciega y automáticamente, ante todo cuanto digan el presidente Chávez y todos los funcionarios y saltiumbanquis que se han tomado con él alguna foto. Y otra corriente o tendencia más libertaria y audaz, que reconoce el liderazgo de Chávez en este momento histórico, pero que asume al Poder Popular como una instancia de demolición de la vieja sociedad y construcción de una nueva. Esto es, hay un chavismo automático y servil, y otro crítico y creador.
El chavismo creador es brillante a la hora de parir propuestas, pero le falta fuelle y concreción para convertirlas en actos efectivos de gobierno del pueblo.
El chavismo servil ha tenido chance de gobernar, legislar y ocupar cargos en el Gobierno, y ya usted ve. Ni falta hace ensayar un diagnóstico de las instituciones.
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¿Solución probable a la vista para la coyuntura electoral? Ya el Poder Popular la ha planteado: primarias de base para elegir a los candidatos del chavismo. Yo quisiera ver a Darío Vivas boqueando para socavarle la imagen a Vanessa Davies. Sudando el bofe para explicarle a la gente que Vanessa es escuálida por osar enfrentarse a un super revolucionario como él.
Es una fantasía. No sé si esos dos compatriotas irán a aspirar a alguna de las alcaldías de Caracas. Pero no aguanto las ganas de decir que me gustaría ver eso.
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Porque si se trata, compas, de darle aire y vida al chavismo para que el Proceso pueda mantenerse en la actual etapa de maceración rumbo a una Revolución genuina, la tarea urgente, importante e ineludible es conseguir la desemeverrización del chavismo. El futuro del chavismo dependerá de su capacidad para renovarse, para sepultar al emeverrismo-pepetismo-militarismo, y abrirles las puertas a figuras frescas, a dirigentes no contaminados de cultura adeca. El Gobierno Bolivariano y sus expresiones regionales y locales necesitan urgentemente demostrar y demostrarse que son capaces de cederle el turno al relevo generacional, a la sangre joven que está formándose. Que ha hecho algo más que crear principados y ponerlos en manos de diputados de segunda, ministros de tercera, alcaldes y gobernadores de quinta y octava categoría. Si el PSUV aclama como candidatos a personas que ya gobernaron o fueron diputados, habrá que despedirse de la actual etapa llamada “Gobierno Bolivariano” e ir pensando en lo que hará dentro de dos décadas o más la generación de guerreros que nos sustituirá. La que ha de quitarle el control del Estado a la derecha... si es que ésta se deja.
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Lo más promisorio hasta el momento, en materia de organización del pueblo chavista-creador es la marcha del 27 de febrero, y la celebración de la Asamblea Nacional del Poder Popular del día 28. De esta última se derivarán otras acciones, como la posición de cara a las elecciones, la postura de las organizaciones de base respecto al PSUV y otras. Todo lo que viene pasa por las decisiones que han de tomarse el 28 de febrero.
duquejroberto@yahoo.com