Nada más fácil que ser candidato en este país. Los hay de todos los colores y todas las posturas, incluso algunas muy eróticas. Las hay incomprensibles, indigeribles y cotidianas, por aquellas que llevan una, dos, tres y más postulaciones. Dirán que es cultura, una esencia del venezolano de sentirse igual a cualquiera, tenga ese cualquiera ojos verdes, dinero, linaje o un carro último modelo. Hay candidatos con amnesia, algunos precipitados, otros definitivamente locos y por supuesto también analfabetas. Folclor, nuestras candidaturas son folclóricas, con sentido del humor, con ingenuidad, simpatía, demagogia, pero sobre todo democráticas, porque hasta el dedazo es democrático. Nuestros partidos, alejados del mundo de las ideas y convertidos en máquinas electorales saben que las candidaturas tienen una corta duración, por eso hay que venderse al mejor postor. Jamás se puede hablar mal de un candidato cara a cara, quizás a través de los medios porque el canal es impersonal y existe la coartada de la tergiversación. No hace falta plan, ni siquiera conocer la realidad, basta con aprenderse de memoria los titulares más frecuentes de la prensa y la TV, para coincidir con la matriz de opinión, aunque no se tenga idea de lo que significa matriz de opinión. De manera que el discurso de un candidato está escrito, y los escritores de discurso perdieron su trabajo. Combatiremos la inseguridad, debemos parroquializar la basura, debemos mejorar el sistema de salud que está en el suelo, defender la libertad de expresión y bla, bla, bla. Ah pero es muy importante el financiamiento, por eso siempre los ex alcaldes o ex gobernadores son eternos candidatos. Volver, con la frente marchita, veinte años no es nada, es febril la mirada, y la la la.
Pero no menos importante es la sabia administración del chisme. ¿Qué sería una candidatura sin chisme?. Al adversario se le embarra con chisme y el buen chismoso obtiene tantas ganancias como un buhonero en navidad. Se puede perder una amistad por una candidatura mal ubicada, pero jamás se gana un amigo por una candidatura. Y los acompañantes de una foto, no son asesores, no son amigos, no son equipo de campaña, nada de eso, son sencillamente parásitos. Se pueden recopilar las fotos de diferentes elecciones y se puede notar como el enemigo de ayer es el compañero de hoy. Ejemplo: cuando Rojas Suárez metió presa a la dirigente de AD Nelly Frederick, ningún astrólogo habría podido vaticinar que sería precisamente ella su jefe de campaña, y el ejemplo se repite, porque nadie hubiese podido imaginar que hoy Beria sea miembro del comando de campaña de Rojas Suárez. No se trata de extrañas relaciones, sino de la dinámica de una política mal entendida en la que una candidatura te lleva a cualquier orilla.
Los medios son los que más saben de candidaturas, han tenido que aprender a lidiar con ellas porque el candidato ama los medios. Hoy día los medios se beneficien también como los buhoneros, solo que a mayor escala. Digamos que son mayoristas y tienen páginas para todos los colores. Sin embargo, solo uno a de ganar, y las demás, serán solo candidaturas estériles.
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