La “oposición” que actúa en Venezuela (entre comillas para diferenciarla de la oposición venezolana que, gracias a Dios existe y es necesaria) recuerda en su comportamiento a esas señoras que llegadas a cierta edad empiezan a experimentar ciertos cambios en su organismo que se reflejan en su comportamiento. La edad a que se presentan estos cambios en las señoras es a partir de los cuarenta y cinco años, más o menos, la misma que tiene ese sector enquistado en la sociedad venezolana que representa esa “oposición”.
Las manifestaciones de ese “cambio de vida” en las damas se caracteriza por repentinos cambios de humor que las hacen pasar de un estado anímico a otro, perdiendo el control de si mismas, cayendo presas de gran ansiedad y actuando alocadamente, creando el natural desconcierto e inquietud entre quienes las rodean. Un momento están tranquilas, serenas y al siguiente se agitan nerviosas, angustiadas, con sofocones que las hacen enrojecer hasta la raíz de los pelos de la nuca y a veces hasta tienen arrebatos de furor acompañados de aspavientos y gritos solicitando la ayuda de los vecinos para que la salven de los supuestos malos tratos de su marido, víctima inocente y paciente de los desvaríos de esas señoras, que son capaces en tales momentos de rasgarse las vestiduras y auto inflingirse heridas para simular los malos tratos que imputa a su cónyuge. Se han dado casos graves de señoras a las cuales el marido ha tenido que recluir en centros asistenciales. Aun cuando no está científicamente comprobado, hay médicos que sustentan la teoría de que las señoras que presentan estos cuadros graves son proclives a la senilidad precoz y la consiguiente disminución de sus expectativas de vida.
La “oposición”, al igual que las damas, experimenta a menudo esos mismos síntomas antes descritos. Algunas veces está tranquila, serena y hasta alegre porque por ejemplo: el Presidente metió la pata públicamente al escribir “adquerir” (arcaísmo) en lugar de adquirir y tuvo que ser corregido por “el negrito ese ¡Y que Ministro!”; o porque se produjo el desbordamiento de una quebrada por una lluvia excepcional y arrasó con diez casas levantadas en sus márgenes dejando “centenares” de damnificados; o porque un incendio en la refinería de El Palito dejó fuera de servicio temporalmente una unidad de producción. En esos casos no dejan de transmitir su complacencia ante los hechos proclamándolos a voz en cuello. Luego suelen caer en estado depresivo y de mutismo cuando por ejemplo se enteran de que Venezuela obtuvo en los Juegos Panamericanos el mayor número de medallas en toda su historia; o que se batió el record en la producción de acero en Venezuela; o que la tendencia del precio del petróleo en los mercados internacionales durante los próximos meses es al alza. Pero luego se les presenta un sofocón, acompañado de desgarramiento de vestiduras, aspavientos y gritos que se oyen hasta en las Naciones Unidas, pasando por la O.E.A., se tiran de los pelos y se presentan como víctimas de un “déspota” que, haciendo uso de sus plenas atribuciones contempladas en la ley, realiza un acto administrativo para incautarse de unos equipos adquiridos y utilizados por ella violando expresas disposiciones legales.
Entre tanto el “déspota” sigue calándose pacientemente los arrebatos de esta demente y trata de convencer a los vecinos de no prestarle oídos, ya que su insanía mental la hace desfigurar la realidad. Y aunque entre los vecinos hay algunos que prefieren darle más crédito a lo que dice la demente porque le tienen arrechera al “déspota” y quisieran castigarlo, la mayoría sabe que éste tiene la razón y le ruegan para que tome las medidas necesarias a fin de recluirla en alguna institución, a ver si al fin pueden tener un poco de paz, sobre todo en esta época próxima a las navidades, ya que recuerdan el tremendo “peo” que por culpa de esta señora se armó el año pasado que les impidió comerse las hallacas en un ambiente de paz y tranquilidad, como conviene a tan señalados días.
Ojalá que la teoría que sustentan algunos médicos se cumpla en este caso y que lo que estamos viendo sean los estertores de esa escuálida demente