El alacrán y la "oposición".

Preguntó la rana:

¿Por qué me picaste?. Ahora moriremos los dos.

Respondió el alacrán:

No pude evitarlo. Es mi naturaleza.



Desde entonces las demás ranas, que habían visto todo desde la orilla del río, juraron que más nunca ayudarían a un alacrán, llevándolo sobre sus espaldas, a cruzar un río.

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Esta fábula no ocurrió en Venezuela. Ese alacrán no tenía un propósito sino que actuaba siguiendo los dictados de su naturaleza. El alacrán de aquí es más astuto y sí tiene un propósito definido: inocular su veneno al águila que se encuentra en la orilla opuesta del río. Y ya actuó una vez. Ayudado por una rana desorientada--que también las hay--cruzó el río sin picar a la rana contando con utilizarla para su viaje de retorno si algo salía mal. Y efectivamente algo salió mal, pues apenas el alacrán pisó la orilla se le vino encima un tropel de gente que tenía el águila como símbolo, con la intención de pisotearlo por lo que tuvo que meterse en una cueva que quedaba EN BAJADA, dejando a la pobre rana en la estacada.



Pero el alacrán es tenaz y no olvida su objetivo y anda de nuevo en busca de la rana que lo ayude a cruzar el río para volver a atacar, pero la rana que ya conoce la fábula del otro alacrán y su naturaleza, así como el comportamiento cobarde del alacrán criollo que se encuevó y la dejó abandonada a su suerte, se niega a prestarle ayuda para pasarlo al otro lado del río diciéndole: la primera vez te salvaste porque te encuevaste sin pensar en lo que me pasara, ahora jódete tú solo.



Así es la "oposición" venezolana, que montada sobre la espalda de una parte de la clase media confundida (porque a la chusma la odia) intentó derrocar al primer mandatario mediante un golpe de estado y un criminal paro empresarial y petrolero que dejó como saldo algunos muertos provocados por ella misma (es su naturaleza) y miles de desempleados a los cuales abandonó a su suerte, mientras sus "líderes" se cobijaron en la Constitución bolivariana--la cual dicen no reconocer-y unos compraron sentencias absolutorias y otros marcharon a un exilio dorado. Pero ahora trata de nuevo de convencerla para embarcarse en otra aventura similar. Sin éxito, porque esa clase media ya dejó de estar confundida y sin decirle palabra se limita a mostrarle su mano izquierda extendida y con el pulgar hacia arriba mientras, con golpe sonoro, se agarra el puño derecho y el índice extendido, lo cual provoca la ira del alacrán que está a punto de inocularse su propia ponzoña pues sabe que NO PASARÁN.




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Ño Leandro


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