El pasado 22 de febrero, la Coordinadora Simón Bolívar efectuó una acción de protesta - de esas que medios de la derecha, como Globovisión, califican de “vandálicas” - frente a la Embajada de España, en rechazo a la detención de varios dirigentes del partido revolucionario vasco, Batasuna. Nuestra cancillería no tardó en repudiar al acto, calificando a sus autores como grupos “minoritarios que actúan a contrasentido del ideario bolivariano” y expresando su solidaridad con la Embajada de España.
La protesta consistió en una “pintas” a la fachada de la Embajada, unos volantes y una carta dirigida al Gobierno español. Una vecina dice que tiraron unas piedras. La policía de Chacao señala que lanzaron una granada con una sustancia irritante. Lo que es realmente irritante es que nuestra cancillería se apresure a calificar los hechos sin investigar primero. La CSB es una organización social sembrada en el corazón del 23 de Enero. Su sede es la Casa de Encuentro “Freddy Parra”, lo que antes, en la IV República, fue la sede de la policía metropolitana. Desde allí se reprimía y se vejaba. Hoy, desde allí, se educa y enseña. Desde allí funciona una radio comunitaria, un infocentro, las misiones educativas y se desarrollan una infinidad de actividades comunitarias.
La derecha siempre ha calificado las “pintas” como “actos vándalicos” y eso no debe extrañarnos porque ellos son amantes de los “buenos modales”. Mientras torturan, hablan de “derechos humanos”. Mientras vejan, hablan de “educación”. Son expertos en la simulación. Odian las estridencias, son comedidos y moderados. Son decentes. Por eso no les gusta el lenguaje del Presidente Chávez. El lenguaje del Presidente, al igual que el de la CSB, es un lenguaje franco, directo y espontáneo, un lenguaje que contrasta con el lenguaje hipócrita, soso y estereotipado de la derecha. El instrumento de las “pintas” no es nuevo, ni lo inventó la CSB. ¿Tendremos acaso que recordarles a nuestros funcionarios sus orígenes? Esto sí que sería preocupante.
Las organizaciones sociales pedimos respeto para nuestras formas de expresión. Esto parece no siempre entenderse. De cualquier manera, le recomendamos a nuestra organización amiga, que en una próxima oportunidad se lleven un par de cuñetes de pintura y unas dos o tres brochas para que cualquier lugar “agredido vandálicamente” pueda ser restaurado tan pronto los medios terminen de tomar sus fotos y ellos puedan evitar así cualquier averiguación que pueda abrírseles. Será un aporte inédito venezolano al lenguaje universal de las “pintas”.
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