El Gran Lavado Bancario

Mucha literatura politicoeconómica ha pretendido explicar y dar cuenta de los motores que activan las crisis económicas de fuerte impacto negativo entre los trabajadores y en los inversores de mediano y pequeño giro (esas catástrofes financieras propias de los mercados mayores del sistema económico contemporáneo), así como también de las variables que moverían la periodicidad del ascenso y caída que las precede y sucede, respectivamente.

Esa literatura, que enriquece las bibliotecas de los ministerios civiles estatales, de algunos cuarteles, del Vaticano, de sus conventos y monasterios, así como las de las escuelas y facultades universitarias de cierto *prestigio* académico internacional, no termina aportando nada para la solución final del problemita laboral. Ensayos van y ensayos vienen, teorías van y teorías vienen, Nobeles van y N. vienen.

Más bien, esa literatura termina desbrozando el mejor camino para la conservación de la ganancia patronal derivada del trabajo ajeno, que hasta ahora no ha hecho sino crecer, crecer y crecer, crisis tras crisis, y con ello estas reaparecer, reaparecer y reaparecer.

Durante la fase ascensional y la del llamado *progreso*, la banca privada, coadyuvada con la banca central de todos los países modernos, hace de las suyas con la colocación de todo ese 100% (ciento por ciento) de los ahorros esquilmados durante la fase descensional al pequeño y mediano inversor, a los ciudadanos tributarios, y a los trabajadores ahorristas en general.

Cierto que la BP congela improductivamente para sí una reserva que no pasa de 1/10 de toda su cartera, lo hace para respaldar su movimiento diario de caja, y cierto que del remanente satisface un *encaje legal* (léase depósito como cliente de la Banca Central), pero este no deja de redituarle más ganancia, además del imponderable poder político que consecuencialmente deriva a su favor como cofinancista del gobierno de turno. Con dicho 10% de dinero retenido alimenta las cajas del comercio menor que termina devolviéndoselo, no menos diariamente.

Como efecto principal, durante la caída que sigue a las crisis económicas megafiancieras, se produce una fuerte enervación popular, angustias, crecimiento del desempleo de mano de obra y de maquinarias y equipos que, por cierto, en caso de obsoletarse sólo sirven de incentivo para nuevas inversiones dinerarias a fin de reimplantar y despegar esa economía laboral que luego y tendenciosamente entrará en fase de despegue y nuevo crecimiento.

También se produce mucha materia prima informativa que alimenta la mediática moderna del bla, bla, bla, parlamentado por profesionales y empíricos de la comunicación, así como de material didáctico, o piso teórico, sobre el cual cimentar y erigir toda la literatura que venimos reseñando. Esta es divulgada por un considerable número de docentes cuyo oficio, salvando las excepciones, se limita al refrito subliminal de unas conjeturas económicas que en nada favorecería a sus alumnos, si estos son hijos de trabajadores, ni a sí mismo en caso de ser un simple proletario de toga y birrete. Digamos que en el barco de la banca privada no hay salvavidas suficientes para todos sus pasajeros.

Durante esa fase descensional, la Banca Privada también termina robustecida en la personalidad de los grandes inversores de capital dinerario, tanto fiduciario como digitovirtual mediante la ejecución de sus garantías varias: hipotecas, pignoraciones, prestaciones sociales , etc.

De manera que en caída y en ascenso, en progreso y en ruina, la BP hace su redondo negocio a costa de una permanente iliquidez autoinducida, a tal punto de que si surgiere algún indeseable pánico o sospecha de insolvencia bancaria, esa banca o uno de sus miembros no podría satisfacer todos los retiros que súbita y conjuntamente le hicieran sus depositantes , pero el patrimonio de los banqueros seguirá incólume porque sencillamente durante su actividad se habría encargado de convertir 90% de sus deudas en libros en acreencias materiales sólidamente respaldadas por terceros en su condición de prestatarios. A esta conversión de dinero fiduciario en bienes materiales con valor per se doy en llamar dinero bancariamente lavado.



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Manuel C. Martínez M.


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