El país que no hace mucho logró la liberación de cinco rehenes en poder de las Farc, luego de complejas operaciones que permitieron salvar la vida de quienes entre ellos se encontraban en delicada situación de salud, ahora es acusado de auspiciar, proteger y amparar movimientos terroristas.
Como quiera que no han podido, con sabotajes internos, golpes de Estado, planes de desabastecimiento, conspiraciones constantes e incesantes, destructivas y alienantes campañas mediáticas, alcanzar el objetivo de sacar a Chávez del poder, ahora viene con todas sus fuerzas la arremetida internacional para hacerle creer al mundo que nosotros somos una amenaza. El mismo plan que le aplican a Irán y a Corea del Norte y el mismo que sirvió de excusa para invadir Irak y sumergirlo en una cruenta guerra que ya ha cobrado casi millón y medio de víctimas. Es similar al que mantiene a Cuba aislada y sometida a un bloqueo económico de naturaleza criminal.
Ahora entramos nosotros en la lista negra; estamos en observación y probablemente pronto seremos objeto de inspecciones por parte de comisiones especiales de la ONU, la OEA y pare de contar. Somos una pieza muy importante del llamado "eje del mal". En esa visión deformada y falaz no se considera en absoluto que aquí no hay presos políticos, ni se persigue a nadie, ni se ilegalizan partidos, con todo y el copioso expediente que muchos oposicionistas han acumulado. La intención es hacernos ver como un peligro por la única y exclusiva razón de que dejamos de servir a los intereses norteamericanos.
La base estratégica del accionar está ubicada aquí al lado, en Colombia, con un líder de comprobados nexos con el paramilitarismo y el narcotráfico, pero que ahora es fiel servidor a la causa gringa de hacerse de nuestro petróleo. Los medios que utilizan son los de la propaganda sucia, con el diario El Tiempo de Bogotá y El País de Madrid como portavoces internacionales, al lado de los enceguecidos apátridas criollos, envenenadas puntas de lanza sin escrúpulos de ninguna naturaleza. Ellos son la ventana a través de la cual quieren cubrirnos con el manto tenebroso de la etiqueta de terroristas. Ese calificativo ha sido la excusa tras la cual se han escudado siempre los cobardes ataques que han sufrido numerosas naciones en el mundo, que en algún momento de su historia han tomado rumbos distintos a los del país del Norte.
De la supuesta computadora de Raúl Reyes está saliendo toda la información que les sirve de justificación para sus siniestros objetivos.
Lo que no han podido lograr con su penetración en varias áreas del quehacer político del país, pretenden ahora alcanzarlo fabricando mentiras, falsas pruebas, forjando documentos, sembrados en la laptop del asesinado guerrillero. Las agencias de noticias y los medios cómplices del proyecto recogen con descaro la especie y la difunden hacia un mundo cada vez más incrédulo y menos inclinado a dejarse llevar por apariencias. No es casual que Latinoamérica se haya ido deslastrando de gobiernos lacayos y esté dibujando ahora horizontes diferentes, mientras la derecha se empeña en bañar de sangre el continente.
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