Muchas veces ser o decir que se es revolucionario, no es una inquietud sentida en la conciencia para defender los derechos de los desposeídos y explotados del mundo. Para muchas personas, decir ser revolucionarios, representa un mecanismo de escalar posiciones políticas y económicas. Creo que ser revolucionario de verdad es anteponer el interés colectivo y su fortalezca para que el humillado deje de serlo a un al costo de los intereses personales, grupales o familiares. Sobre todo si estos intereses son contrarios a los principios de la revolución.
Se de muchos “revolucionarios” que tienen años y años conviviendo con una problemática odiosa y discriminatoria, pero no se ocuparon ni preocuparon por atacarla y corregirla. Aun teniendo los mecanismos de poder para enfrentarla, la vista gorda fue la constante. Bastó que el problema tocara un interés personal o familiar para que los resortes de la critica revolucionaria se activaran y se develaran como una vergüenza nacional, de inmediato la solidaridad automática de otros de la misma condición, y que últimamente se han mortificado por que le quieren tocar la tetica autonómica y se quiere expandir la universidad a los barrios.
Se argumenta que la revolución debe ser diferente, que no debe haber retaliaciones, que hay que dejar a los zamuros en las carnicerías velando por el cuidado de la carne. Etc. etc. ¿pero se han preguntado revolucionarios de pacotilla, vividores de gloria ajena, si un elemento que se opone rabiosamente a una estructura social que se quiere construir. Que suelta pestes, sapos y culebras por la boca, en contra del gobierno que se dio el pueblo (con todos y sus defectos) puede tener la voluntad de cumplir honestamente con una función laboral; que si es bien ejecutada, favorecerá a las políticas del gobierno que es su enemigo declarado, dicho de sus propios labios? Yo no creo que ese señor en el Seniat, vaya a hacer una política comunicacional en pro del organismo del estado, para luego irse a globo terror o al canal del olvido y la perversión (rctv) a declarar miles de mentiras y calumnias cobardes en contra de quien le da de comer, a pesar de su bajeza y falta de lealtad.
¿Por qué sus hermanitos y el ex rector “revolucionarios” no abrieron la boca cuando el infeliz, se fue a hablar pestes de una mujer que ni siquiera lo nombró, como fue el caso de la falta de respeto y la ofensa a la dignidad a Vanessa Davies?. No, allí no había necesidad de defender el honor de una revolucionaria, fueron travesuras de un escuálido y se le perdona su idiotez. Lo único censurable en todo esto, y es lo que molesta, es que se tenga a gente de esa calaña trabajando para una institución en la cual no cree, y como ese triste caso hay muchos que no deberían estar en posiciones de trabajo y políticas, que solo las usan para gloria personal, grupal o familiar, siempre con el peculio por delante y de paso estorban el avance de las reivindicaciones populares y su desarrollo ideológico. Al cual temen, de paso. Ya basta de contemplaciones con los muros internos del proceso.
javiermonagasmaita@yahoo.es