Esta semana, el Colegio Nacional de Periodistas celebrará elecciones por primera vez en diez años.
No tengo la más mínima intención de participar en un acto que daría una supuesta legitimidad a un organismo que perdió su razón de ser y su esencia mucho tiempo atrás.
El CNP no me representa en ningún sentido. Creo que son muchos los colegas que guardan similar sentimiento. Un Colegio que ha asistido impávido, cómplice, sumiso, al proceso de degradación que ha venido sufriendo el gremio periodístico en Venezuela, no me merece el más mínimo respeto. No me siento colega de muchos de sus agremiados.
Seguramente no son una mayoría, pero sí son una minoría bulliciosa, convenientemente ubicada, que se ha aliado descaradamente con los dueños de los medios para convertir esta hermosa profesión en el más artero y destructivo instrumento político que se conozca.
Ellos se han prestado voluntariamente para el lento y efectivo proceso de alienación colectiva que ha tenido lugar en esta sociedad en los últimos años. No me anoto en esa lista.
Se supone que un gremio es un conjunto de personas que desarrollan el mismo oficio, regido por las mismas normas. Cuando aquí se volteó el Código de Ética más avanzado que tiene profesión alguna, y se le encerró en el cajón de los inservibles, dejamos de reconocernos unos a otros. El periodismo venezolano le ha pasado por encima a la norma esencial de la carrera, la veracidad, y ha convertido a la credibilidad en un comodín que es utilizado para generar jugosas ganancias en comerciales a las estrellas de este triste espectáculo mediático.
Al CNP pertenecen casi 17 mil periodistas. El viernes 20, el día después de las elecciones, podremos constatar la baja presencia de electores en ese proceso.
Probablemente la abstención ronde 60 por ciento, en un escenario optimista para ellos, pero la noticia seguramente será que triunfó la democracia gremial. Ése será el ejemplo de un periodismo manipulado que voltea las informaciones en un sentido o en otro, según le convenga.
Uno de los candidatos, el que representa a Globovisión, sacó su carnet de afiliación al CNP el mismo día que fue a inscribir su candidatura. Me pregunto si sus seguidores sabrán que a su nuevo líder le importa tan poco el gremio, que ni siquiera tenía la identificación del mismo. Y no mencionemos el tema de las mensualidades pendientes y de cuándo fueron canceladas.
Tampoco tomemos en cuenta el largo show de nueve horas que duró la inscripción, mientras las cámaras montaban el espectáculo y los directores de orquesta se afanaban para pulir detalles. Pero ésa es la política: pretende dirigir el organismo gremial una persona a quien el mismo le tenía sin cuidado hasta ahora.
Para todo eso se prestan los periodistas de hoy, tan identificados ellos con sus patronos que son capaces de entregarles en bandeja de plata su colegio, porque creen que con eso le van a hacer daño a Chávez.
En este mismo diario debe salir publicado hoy un extenso documento, firmado por la no despreciable cantidad de más de 500 comunicadores, en el cual exhortamos al país a debatir, entre otras cosas, esta ética tan vapuleada. Vamos a ver si se atreven.
Mlinar2004@yahoo.es