¿Hay un modelo en la Venezuela actual? Hay uno bien claro, el neoliberalismo afligido que todavía insiste luego de la debacle argentina, para no hablar de la gringa que viene.
¿Hay un modelo bolivariano? Hay guías, referencias, indicaciones. Estamos ante un todo extremadamente complejo, tanto más por cuanto, estando en transición, no obedece a moldes como el neoliberalismo o el estalinismo o el dogmatismo cristiano o cualquier otro proyecto milenarista salvífico.
¿Cuántas venezolanas están dispuestas a ponerse obligadas un chador iraní? Muchas sí están poniéndose las minifaldas cubanas, las más vertiginosas de este lado de la galaxia. Y todos bailamos pachanga desde hace por lo menos 80 años. Y aprendemos del Che sin copiarlo.
El marxismo pasó por momentos bien ignominiosos y conviene releerlo a la luz crítica de Ludovico Silva, uno de los teóricos marxistas más cardinales después de Marx. Porque hablar de marxismo crítico es como hablar de hemorragias de sangre, de salsa erótica. Porque la salsa es erótica o no es salsa y el marxismo que no es crítico tampoco es marxismo. Igual el cristianismo y el judaísmo que no son críticos.
El neoliberalismo decreta que el Estado es la peor catástrofe. Pues bien, el Estado fabricó las Siete Maravillas del Mundo, conquistó América y llegó a la Luna. O sea, el Estado no siempre es ineficaz como enseña el IESA. La empresa privada, en cambio, hizo el Titanic.
Es decir, amigo fariseo de ultraizquierda o de ultraderecha: El Estado fracasa o triunfa solo en aquellos casos en que fracasa o en que triunfa. Igual la empresa privada. Por eso invitamos a los empresarios a construir socialismo, porque el ser humano está bien lejos de ser simple y pan con queso.
Con razón los fariseos de ultraizquierda saltan la talanquera con tanta facilidad, porque obedecen al mismo modelo de la ultraderecha. Por eso los fanáticos se aman en secreto.
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