A estas alturas de la diatriba donde el “quítate tú pa’ponerme yo” pareciera ser la “propuesta” política y de país en ambos extremos de la acera, cualquier inocente y golondrino espectador le han de asaltar evidentes y obligatorias dudas sobre cuál es la verdadera naturaleza humana, la viabilidad del carácter protagónico y del correspondiente futuro de nuestro proceso.
Más de uno en el patético trance de no verse reflejado por ninguna de las mezquindades que refleja nuestra actualidad, preferirá, antes de convertirse en eunuco nihilista, hacer “tiendita aparte” y preferir seguir creyendo que es posible y necesario deslastrarnos del ultra partidismo del pasado, y continuar profesando en solitario la integridad de las verdades, aunque con ello se garantice el ser tildado de traidor.
Confieso, al igual que muchos, seguir creyendo en la buena fe de nuestro Presidente al querer construir un partido, su partido. Pero el “podrido” espectáculo que algunos están ofreciendo no vaya resultar el que defina, como el 2 de diciembre pasado, la contienda del próximo 23 de noviembre.
La cotidianidad de las calles de no se evidencian y reflejan plenamente a través de las mediciones y las encuestas, ni por medio de las lisonjeras demostraciones de devoción que algunos “inamovibles” suelen aconsejar. El tiempo de ese Chávez desafiador y pendenciero no arroja actualmente los mismos adeptos y sentimientos del pasado. Hace diez años el único pasado que tenía nuestro proceso era el sentimiento de rebeldía que el pueblo compartía con un tal Chávez.
Actualmente nuestro Presidente si bien no tiene mácula bastante la tienen muchos de los que actualmente lo acompañan. En estos diez años ha habido más errores cuando se ha querido no tenerlos o pretendido enmendarlos. La misma cotidiana equivocación es la que se reconoce pero que igualmente se insiste en cometerla.
Evitar errores y suspicacias ha sido la mejor forma para enredarnos en la equivocación. La búsqueda de la excesiva democracia nos ha llevado ha degenerar en el antidemocrático desconocimiento del respeto de la voluntad popular. Lo que inocentemente se buscó con eso del 15% o el 50 + 1 terminó siendo la oportunidad para que los más allegados o los con mejor palanca concluyeran que en “revolución” los perdedores se lo llevan todo.
Lo que ha de venir requiere hoy más que nunca de un Comandante sereno, y dispuesto a la tarea de encontrar nuevas y diversas fuentes de información que le permita no solo depender de los cristales y ventanas de Miraflores para encontrar las piezas y jugadas en el tablero político de hoy.
El tiempo se torna preciso para evaluar quienes hoy seriamente están amenazando con endosarle su rechazo al Presidente. Omitir realidades en estos momentos indefectiblemente le condenaría a éste a posiblemente pagar lo que no ha sido capaz de evitar.
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