Si arrastré por este mundo La vergüenza de haber sido Y el dolor de ya no ser (Carlos Gardel: Cuesta abajo) En Argentina, todo remite al pasado. Resulta excesivo para un país haber sido Esperanza del Mundo y Granero de América o, como decían los cosmopolitas, "Mundial", para caer en el paredón de las Malvinas y la trituradora neoliberal de Menem. Al porteño, cada esquina le recuerda una mujer o un esplendor ya idos. Al visitante, cada hora lo reenvía a un ayer más propio de lo que parece. En todos nuestros países se aplica el mismo recetario para aniquilar democracias. A los latinoamericanos nos unen tanto esplendores como calamidades.
Aquí está mi orgullo de antes Bandoneón de mi pasado (Rafael Rossá: Cuando fallan los recuerdos) Durante la I Semana del Libro Venezolano en el Centro de la Cooperación Floreal Gorrini, hablo de soberanía e integración. Soberanía la de Venezuela, al evitar la privatización de Pdvsa y de las aguas; la de Argentina, al renacionalizar Yacimientos Petrolíferos Fiscales y los acueductos. Soberanía la de Argentina, al intentar recuperar la aerolínea nacional, al reclamar sobre la IV Flota. Cinismo el de Thomas Shannon, al contestar que esta no navegará ríos ni aguas territoriales. Integración, la forma de ganar juntos tantas batallas.
Te criaste entre malevos Malandrines y matones, Entre gente de avería Desarrollaste tu acción (Celedonio Flores: Mala entraña) En Venezuela depende todo del subsuelo. En Argentina todo depende del suelo. Aquí una casta de burócratas quiso privatizar la energía fósil. Una casta de hacendados privatizó las tierras allá. Son gente de avería, que desarrolló latifundios matando indígenas, custodió su oligopolio con gobiernos de fuerza y moviliza para defender sus cercas una clase media aterrorizada por la televisión. Ya no cultivan para las necesidades internas: siembran soja, que comprende la mitad de las cosechas de Argentina y 20% de las exportaciones, pero casi no se usa como alimento humano y empobrece irreversiblemente los suelos. Esta agricultura del hambre dispara el valor de las estancias y cría nuevos ricos de mala entraña, dispuestos a tumbar democracias en aras del agronegocio. El Gobierno aumentó los impuestos a la exportación de granos hasta 35% la soja, el 28% el trigo, 25% el maíz, para aliviar la pobreza que en 2006 aquejaba a 26,9% de la población, la indigencia que castigaba a 8,7% y el desempleo que para 2007 superaba 11%. En Venezuela, la patronal quiso aniquilar la democracia con un paro petrolero, un bloqueo de alimentos y un llamamiento a la desobediencia tributaria. En Argentina, buscan desmantelarla con la desobediencia tributaria, el bloqueo de alimentos, el paro agrario.
La gente es brutal Y odia siempre al que sueña Lo burla y con risas despeña Su intento mejor (Enrique Santos Discépolo: Infamia) En la inauguración de la Cátedra Simón Bolívar en la Facultad de Periodismo de la Universidad de la Plata, expongo que cuando en Venezuela se desató la tormenta mediática contra el gobierno electo, éste sólo contaba con una televisora y una radio de servicio público, de alcance precario. Contra un aparato mediático dominado casi totalmente por los grandes propietarios, cuenta Cristina Kirchner con una televisora de servicio público y algunos programas de radio y emisoras comunitarias. Los medios de la patronal de estancieros exhortan a la paralización del país y al acoso a los defensores del gobierno democrático. Sus casas son atacadas por muchedumbres que les arrojan inmundicia y basuras. "Escrachar" llaman a esta variante del fascismo vulgar, amenizada con música de cacerolas.
Quisiera que alguno pudiera escucharlo En esa elocuencia que las penas dan, Y ver si es humano querer condenarlo Por haber robado... ¡Un cacho de pan! (Celedonio Flores: Pan) Camino por una avenida Corrientes opacada por la niebla. En la acera de enfrente, dos linyeras recogen desechos de un edificio en construcción y los apilan en un remolque más grande que ellos. Aparece un camión casi más grande que la cuadra, con policías que buscan aquí y allá y se marchan. Los linyeras huyen arrastrando el remolque.
En el Buenos Aires cosmopolita, cartoneros de las Villas Miseria periféricas recogen desperdicios que revenderán a los traficantes de basura para comprar un trozo de pan. Mientras tanto, los estancieros derraman la leche en las carreteras, cortan el suministro de alimentos al país que se ha atrevido a votar contra ellos.
¡Hoy resulta que es lo mismo Ser derecho que traidor!... ¡Ignorante, sabio o chorro Generoso o estafador! (Enrique Santos Discépolo: Cambalache) La pugna entre mayoría de votantes y minoría de propietarios se decide, como tantos dramas, por una traición. Así como un alcalde electo con votos bolivarianos ejecutó con su policía el golpe del 11 de abril, el vicepresidente Julio Cobos, elegido como compañero de fórmula de Cristina Kirchner, hunde con su voto en el Senado los impuestos a las exportaciones. Los diarios exhiben las listas de votantes, listas negras para muchos que quizá perderán su carrera política por haber desafiado al agronegocio.
La gente se te arrima con su montón de penas Y tú las acaricias casi con un temblor... Te duele como propia la cicatriz ajena: Aquél no tuvo suerte y ésta no tuvo amor. (Aníbal Troilo: Discepolín) El barrio del Boca, Caminito del viejo esplendor portuario, se ha venido a menos como una percanta cualquiera y las autoridades locales quieren arrasarlo para montar una zona rosa al estilo de La Costanera.
Ello multiplicaría por diez los alquileres, y los movimientos sociales resisten. La Cooperativa Los Pibes erige ladrillo a ladrillo viviendas colectivas en solares derruidos, monta talleres en galpones de industrias abandonadas. Los afiches recuerdan un mártir: el "Oso" Cisneros. Sobre las máquinas se afanan muchachas que cosen uniformes escolares, en la cocina una voluntaria escandinava amasa el pan de la solidaridad. El único que se multiplica más que la tristeza.
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