Ya vienen las elecciones, horas
y horas a través de los medios de comunicación se invierten o mejor
dicho, se derrochan en la campaña electoral para elegir al “candidato”,
no se sabe cuando llegará el día en que la conciencia ciudadana adquiera
tal nivel que no sea necesario emplear tanto tiempo útil para promover
el “candidato”.
El soberano con toda la potestad
que le otorga el Sistema Establecido, elegirá su “candidato”, el
ejercerá este derecho lleno de grandes expectativas, pensando en su
futuro y en el de sus hijos. Espera del “candidato” una actuación
decorosa y positiva que permita el desarrollo integral de la nación,
de su comunidad y de sus semejantes en un país en el cual se le ofrece
el mayor grado de felicidad posible.
Pero... las ilusiones van y
vuelven, no siempre es lo mismo lo que pueda pensar el elector que el
“candidato”. La historia, que es la referencia más certera, nos
ha demostrado muchas veces que el “candidato”, tiene la facultad
de poder manejar hábilmente estas ilusiones de acuerdo a su propia
conveniencia. Su objetivo principal es LLEGAR.
En la medida que la conciencia
del pueblo sea más elevada, la capacidad de manipulación del “candidato”
se verá reducida. Lamentablemente no es el caso de nuestro país, aún
hay regiones donde cuatro tablas y un bollo de pan son suficientes para
comprar un voto. Pero, hay también parte de la población capaz de
dar su voto como consecuencia de la perversión mediática, lo cual
significa que el “candidato” conocedor de estos detalles abre sus
perspectivas de maniobra.
Ahora bien, como enemigo de
los clichés previamente establecidos, no puedo admitir que todo lo
proveniente de las clases económicas más necesitadas es bueno por
antonomasia y que lo proveniente de las clases medias o medias altas
es malo.
La realidad señores, es que
tanto en unas como en otras hay de todo y más aún hay corrupción.
Así que un buen “candidato” debe saber esto y saber también que
el deseo de superación del individuo es inherente a su propio ser,
aunque sea elector o elegido.