El infierno de Ugalde, Miquilena y Petkoff

El infierno Sartreano. No el infierno del paraíso perdido, ni el infierno del que lucha y cae. El infierno sobre la tierra, entre los seres humanos. El infierno de carne y hueso, el que carece de trascendencia, el de la falsa conciencia. Ese es el infierno de Luis Ugalde, Teodoro Petkoff, Luis Miquilena y Pompeyo Márquez, hoy convertidos en operadores políticos de la unidad electoral de la oposición. No se trata de diferencias políticas con el Presidente Chávez. Tampoco de diferencias ideológicas. Menos aún de diferencias espirituales. Nada tan sublime, todo más terrenal. Todo lo que es capaz de gestarse desde el ego sin esperanza y desde la conciencia abandonada.

Vivimos un mundo complejo, lleno de prejuicios y de mentiras, un mundo cautivado por la TV y por unos medios de comunicación y una industria del entretenimiento convertidos en fábricas de estupideces y banalidades. Un mundo que adora la farándula y los conciertos por la paz; un mundo que sólo se desvela por el poder y el dinero. No es fácil sustraerse a esa superficialidad que es característica de nuestros tiempos. Sin ir más allá, un hecho tan terrible como el que involucra a Edmundo Chirinos nos distrae momentáneamente de nuestro vacío existencial, creemos vivir en las desventuras del otro, en lo que no se construye o en lo que fracasa, cuando ni siquiera somos capaces de interrogarnos sobre nosotros mismos.

Vivimos en un mundo difícil que poco se interesa por la miseria y por la suerte de los demás seres humanos, donde privan los intereses individuales sobre el bienestar colectivo. La Revolución Bolivariana se desarrolla en ese contexto que es más existencial que político e ideológico. La política, en el mundo actual, es muy escasa y la ideología, como expresión de ideas nuevas, casi inexistente. Nuestro proceso revolucionario está lleno de imperfecciones, errores y contradicciones, esto es cierto, pero uno se pregunta: ¿pudiera ser distinto en ese contexto que hemos descrito? Sólo la hipocresía y la mezquindad pudieran responder afirmativamente. Se busca labrar un camino de un mundo mejor no sin dejar de estar conscientes de las dificultades implícitas en ello. Esto es lo que ha buscado hacer la Revolución Cubana y, ahora, la Revolución Bolivariana. No sin limitaciones. 

El Infierno de Ugalde, Petkoff, Miquilena y Pompeyo se llama Hugo Chávez, un inquieto teniente coronel que nació en un pequeño pueblo de Barinas, llamado Sabaneta. Y ese infierno es un simple espejo cóncavo que no refleja imágenes sino sus conciencias agonizantes.

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Reinaldo Quijada


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