Contra Corriente

Venezuela, una estación de gasolina

Cierta vez, años antes de la era Chávez, un funcionario del Departamento de Estado apeló al off the récord para ofrecer ante un periodista la visión de Washington acerca de América Latina.

El anónimo vocero, cuyas declaraciones llegaron hasta aquí rebotadas por alguna agencia internacional, describió de manera muy gráfica a los más significativos vecinos del patio trasero.

No recuerdo los ejemplos que usó para ilustrar su visión de México, Cuba, Brasil o Argentina, pero sí me quedó grabada la descripción que hizo de ésta, la cuna de Simón Bolívar: “Venezuela es una estación de servicio al sur de La Florida”.

En su momento, alguna gente reaccionó indignada ante lo que, a primera vista, parecía una expresión despectiva. No comprendían que, en realidad, aquella declaración ponía las cosas en su lugar, al mostrar de la manera más simple el concepto que allá, en las esferas decisorias del Norte, tienen de estos 9l6.445 kilómetros cuadrados.

Que si una democracia ejemplar, que si un aliado estratégico en el hemisferio, que si la puerta de América del Sur, que si una economía emergente, que si una bella tierra agraciada con hermosos paisajes naturales…

Pamplinas. Aquella declaración extraoficial ubicaba las lisonjas como lo que eran –adorno diplomático- y dejaban en claro con qué ojos miraban a los venezolanos, incluyendo a sus élites políticas y económicas: como simples operarios de una estación de servicio dónde llenar el tanque.

De ellos sólo se esperaba (y se espera) que atendieran bien, y en forma estable, los requerimientos de combustible del chico grande del patio. Si vestían de lino y seda, desde el Norte se les veía con pantalones de dril manchados de aceite quemado. El perfume caro olía a lo que huelen los humildes trabajadores de una bomba: a hidrocarburo. Quienes se portaran bien, merecían algunos quarters de propina.

Con esos mismos ojos deben estar mirando a Hugo Chávez: un tipo que, por avatares del destino, se alzó con el surtidor de la estación de servicio, y aunque no ha dejado de llenar el tanque, y de recibir cheque contra factura, se da el lujo de desafiar a su cliente, lanzándole epítetos, encareciendo el precio del producto, promoviendo antiguas ideas socialistas, alborotando el patio trasero y, peor aún, involucrando a potencias competidoras –como China y Europa- en asuntos energéticos que antes eran de la exclusiva competencia de EEUU.

Su uniforme militar y boina roja son, para ellos, la indumentaria con que se viste el díscolo operario.

Si en el pasado Washington promovía, por ejemplo, un golpecito para cambiar al hombre que tiene el surtidor en la mano, eso era asunto suyo.

Si prospera la relación con China, convirtiéndola en cliente sustancial de esta bomba de gasolina, estableciéndose algún interés estratégico o nivel de dependencia hacia este surtidor, lo que aquí suceda también será asunto de esa otra potencia de ojos rasgados, de modo que nuestro destino ya no será cosa que Washington pueda resolver a solas.

La multiplicidad de países invitados a la exploración y explotación de la Faja Petrolífera del Orinoco, donde está el petróleo de los próximos siglos, también tiene ese efecto: lo que aquí pase no será ya de la incumbencia exclusiva de EEUU, sino un tema de interés internacional, no simplemente “hemisférico”.

Colocar aquí, así como así, a un Pedro Carmona o un Mijaíl Saakahsvili, no será cosa tan fácil como antes, lo cual tampoco quiere decir que no sigan intentándolo.

La polémica faja

Trajo cola la columna publicada aquí la semana pasada bajo el título ¿Petrolífera o bituminosa?, basada en un informe del Ministerio de Energía y Minas de 1978 que, entre otras cosas, revela que hasta entonces no se había hallado en la Faja del Orinoco “el tipo de hidrocarburo semisólido denominado bitumen”.

El ingeniero Luis Rivas, hasta 2003 jefe de la Division Técnica de Producción y Fiscalización del ahora Ministerio de Energía y Petróleo, hoy jubilado, aporta, vía email, la siguiente definición:

Bitumen: sustancia carbonífera contenida en un yacimiento, cuya viscosidad cinemática es mayor de 10.000 centipoises, que no permite fluir naturalmente.

“Hasta este momento -expone Rivas-, en la Faja no se ha encontrado material alguno con viscosidad por debajo del mencionado valor, es decir, que por ese motivo no se le puede llamar bituminosa, sino petrolífera, por contener un petróleo extra pesado de gravedad menor de 10 grados API, que fluye con operaciones de recuperación secundaria, tales como: la utilización de agua para producir en frío una emulsión en el yacimiento, la inyección de diesel o nafta para producir en frío una mezcla de hidrocarburos más livianos, la inyección de vapor para bajarle la viscosidad al petróleo y el método de combustión en el yacimiento, que produce una desintegración térmica del material”.

Añade que, probablemente, a la Faja se le llamó bituminosa “porque el Intevep desarrolló un método para su explotación mediante la elaboración de un combustible llamado Orimulsión: mezcla compuesta aproximadamente de 70% de petróleo y 30% de agua con un emulsificante importado”.

El nombre de Orimulsión, prosigue Rivas, “quizá fue originado por una posición estratégica para el país para que la producción de dicho petróleo fuese contabilizada como bitumen y así no violar la cuota de petróleo asignada a Venezuela por la Opep, ya que la Orimulsión, por ser un combustible, no se vendía como petróleo ni se refinaba posteriormente y, en consecuencia, su precio internacional y el pago de la regalía del petróleo extrapesado eran referenciados con los precios del carbón, que eran muy bajos, los cuales no se compadecían con los altos costos de producción de la Orimulsión, los cuales incluían una elevada inversión, difícil de recuperar”.

“Cabe destacar que el Intevep comenzó a investigar paralelamente un proceso de mejoramiento del petróleo extra pesado de la Faja, el cual patentó con el nombre de HDH, que hasta el momento no ha explotado comercialmente debido a que se le permitió a las transnacionales la utilización de sus propios procesos de mejoramiento instalados en el Complejo de Jose, mediante los convenios de asociación para el desarrollo de la Faja firmados por Pdvsa con esas empresas privadas, los cuales fueron abolidos recientemente por la República como una acción de soberanía en defensa de nuestros recursos naturales”.

¿Plagio?

Otro ingeniero, Gilberto Zerpa Rojas, también vía email, añade un elemento controversial al tema:

“Siendo un producto de mi invención la fórmula química que luego plagió un grupo de profesionales del Intevep, dándole el nombre de Orimulsión, debo salir en su defensa en el entendido que tal nombre "Orimulsión", registrado como una marca comercial y que fue mencionado en las patentes que registró Intevep, tiene un rango de trabajo en lo que concierne al tipo de hidrocarburo que se usa para producirla”.

Afirma el ingeniero que “según las patentes, se puede producir Orimulsión utilizando hidrocarburos en un rango entre 8 grados API (bitumen) y un crudo pesado de 16 grados API”.

“Esto significa, como de hecho ocurre con la formación de emulsiones inversas -principio básico de la Orimulsión-, que usted literalmente podría hacer este producto con bitumen o con crudo pesado o extrapesado. De hecho, mi primera experiencia la hice con un crudo de 12 grados API proveniente del campo Socororo, al noroeste de la Faja”.

Reconoce Zerpa Rojas que, antes de eso, la Faja era denominada petrolífera y luego se le bautizó como bituminosa “probablemente tratando de huir del control de la OPEP, perdiendo de vista que una Orimulsión hecha con crudo pesado se podía vender a mejor precio, por cuanto el crudo originario tendría más valor por su menor viscosidad y por tener menor cantidad de contaminantes que el bitumen”.

“Culpar a la Orimulsión por el cambio de nombre de la Faja se puede entender al ligarlo al maquiavelismo criollo, pero no a la naturaleza misma del producto, que dicho sea de paso es más socialista -porque su fin último es la generación de electricidad- que la instalación de plantas de mejoramiento de crudos, que al fin y al cabo sirven para que después se produzca gasolina, no tan socialista como lo es la Orimulsión”, opina.

Finaliza así: “en resumidas cuentas, podríamos integrar a Suramérica con la Orimulsión, utilizándola en el país para producir electricidad y transfiriéndola a los países vecinos, en vez de pensar en un gasoducto del Sur que técnicamente no tiene asidero”.

Como se ve, más combustible para el debate.

Taquitos

CAUCAGUA. Desde Caucagua, Estado Miranda, un grupo de pobladores formula una denuncia de carácter ambiental: sostienen que la empresa arenera Arevenca, con el dragado del Río Grande para la extracción del material, está poniendo en riesgo a varias viviendas campesinas, susceptibles de venirse abajo en caso de una crecida. CITA. "La historia enseña que las guerras comienzan cuando los gobiernos consideran que el precio de la agresión es bajo." Ronald Reagan.

columnacontralacorriente@yahoo.es


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Ernesto Villegas Poljak

Periodista. Ministro del Poder Popular para la Comunicación e Información.

 @VillegasPoljakE

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