El hasta ahora casi desmedido y loable esfuerzo realizado por nuestro presidente Chávez en hacer personalmente presencia permanente e inmanente dentro de todo el avance y reimpulso del Proceso Bolivariano de Venezuela, tiene hoy nuevos y mayores compromisos y requerimientos que demandan de sus exclusivas e inagotables fuerzas y carisma. Como si fuera poco ahora no solo se le pide el que sea el Alcalde de toda Venezuela sino que también sea el candidato a Diputado de los Consejos Legislativos Municipales, candidato a Alcalde y, por supuesto, candidato a Gobernador de todo el país en los próximos comicios del 23 de noviembre.
Esta proeza sin paralelos en los anales de la historia parece que estoica o suicidamente la ha asumido el presidente junto y exclusivamente con su partido el PSUV. Sólo así se llega a comprender como lo hasta ahora visto de la campaña (que “no” ha empezado) esté orientada a partir de explotar y magnificar su liderazgo en las probabilidades de éxito y aceptación de todos los candidatos del PSUV.
Por eso nadie debiera de sorprender ver al presidente en campaña por cada rincón de Venezuela. El principal proponente y referente de este proceso eleccionario lo es Hugo Chávez, después, indiscutiblemente, el PSUV, y como último accidental atractivo los candidatos elegidos bajo los democráticos mecanismos de los dos primeros.
En cuanto a los partidos que conforman lo que se dio por llamar “de la alianza”, inéditamente vienen en un paquete a parte del que viene el binomio Chávez-PSUV. Obviamente sí previamente han reconocido y respetado los candidatos del PSUV y de Chávez, y disciplinadamente aceptado los puestos número cuatro (4) de los candidatos a Diputados de los Consejos Municipales.
Por lo visto el futuro del Proceso Bolivariano de Venezuela desafiantemente ha quedado exclusivamente en las manos y el tino del Presidente de la República y, por tanto, del PSUV. Convencidos y seguros están en que no necesitarán de voto alguno que no sea del nacido de su legal “casamiento”.
De verse triunfadores por esta temeraria estrategia de modo fulminante nos estaríamos convenciendo que solo Chávez y su partido son necesarios para impulsar y consolidar el proceso de cambios y de participación protagónica en Venezuela. De no ser así la política correlación de fuerzas en el país entrarían bajo un nuevo orden de jerarquías. Lo mismo ocurriría con el PSUV y su relación preferencial con los partidos “de la alianza” del Proceso Bolivariano, sobre todo frente al próximo y seguro reto: El Referéndum Revocatorio Presidencial.
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