(Las ilusiones del mercado burgués)

Los Bazares de Mercal

Si observamos los inventarios de todos los expendios al menudeo veremos en
ellos muchas mercancías, tantas que exhiben prosperidad y garantía de
suministro para el consumidor final.

Pero bien miradas las cosas, no es así. Los comerciantes al detalle disponen
de un relativo poco capital ya que por grande que este sea se ven obligados
a tener de todo un poco. Las farmacias son un buen ejemplo. Estas llevan a
un control de existencias que a diario les obliga a reponer los faltantes.
Estos expendios de mercancías medicinales requerirían ingentes inversiones
para un completo abastecimiento de fármacos ya conocidos y prescritos diaria
y copiosamente por los galenos, además de las innovaciones que suelen
ocurrir casi quincenalmente. Por eso se limitan a tener pequeñas cantidades
de cada uno de esos miles de medicamentos patentados.

Cuando usted va, pongamos por caso, a una zapatería, esta se halla full de
calzados obsoletos, de tallas con poca salida, con colores y modelos no
adecuados al gusto del consumidor medio. Si prefiere calzar a la moda
debe aprovechar la época estacional, unas navidades, días del padre o de la
madre, etc.

En este sentido, los arcanos "bazares medievales" resultaban un mercado
ideal para el consumidor. En ellos se hallaba los productos del agro más
frescos y hasta de óptima calidad. También la artesanía de los oficiales y
maestros. Había plazas y lugares ad hoc que durante algunos días permitían
que los consumidores se abastecieran para los inviernos y otras estaciones.

Si estudiamos los flamantes Mercales, con todas sus taras de corrupción que
inevitablemente prende en todas nuestros organismos públicos, con una
burocracia impune, y usada más para votar que para servir al pueblo, en
esos Mercales, decimos, hay una buena y acertada copia de aquellos bazares.

Mediante estos nuevos "bazares" el pueblo consumidor logra adquirir su
cesta básica ocasionalmente y de manera fresca y abundante.

Como si fuera poco, con los bazares la vida y su costo resulta abaratada en
muchos y por muchas causas. Imagínese un comerciante moderno debidamente
establecido. Para vender una que otra unidad de su inventario, fuera de las
estaciones y días festivos, debe mantener un costoso local, con gastos de
electricidad, agua, patentes, empleados, etc. Por supuesto, todo ese costo
con cargo a unos inventarios repletos de invendibles.

Por todo ello abundamos con estas ventajas de los Mercales en los que el
Estado debería poner todo su empeño para garantizar su continuidad y
ocasionalidad temporal para que el consumidor pueda programar su
presupuesto. Los sueldos y salarios necesitarían una readecuación, los
puestos de venta deben ser fijos aunque ocasionales. Cosas así.

marmac@cantv.net


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Manuel C. Martínez M.


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