Área de combate

Las elecciones del 23 de Noviembre

El capitalismo, según no sólo admite sino que reivindica con fuerza como un valor del mismo esa suerte de gurú del neoliberalismo que es Lester Thurow, para quien el capitalismo tiene gran éxito porque apela a los instintos naturales más salvajes de ese animal conocido como hombre marca el camino al Apocalipsis. Ciertamente el capitalismo convierte la vida en sociedad en área de combate entre depredadores y presas. El capitalismo es el darvinismo social en su expresión más acabada y letal.

Ciertamente para dejar fluir la fiera de los instintos no es necesario apelar a ningún valor de orden superior, espiritual o ético. Homo homini lupus, esa locución latina que significa “el hombre es un lobo para el hombre”, originaria del comediógrafo latino Tito Marcio Plauto (254 a.C – 184 a.C) popularizada en el siglo XVIII por Thomas Hobbes, realmente tiene aún más fuerza si se toma el texto exacto de Tito Marcio Plauto que dice: “Lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit” (Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro) (1), ya que ciertamente el hombre se hace lobo y depredador del hombre cuando olvida, guiado por los instintos, quien es aquel al que explota, depreda o asesina.

Llegar a concebir –sentir quizás sería más apropiado- al otro como a uno mismo, asumir sus urgencias, sus necesidades, sus penas y sus alegrías como propias no es desde luego una condición del hombre salvaje, sí lo es del hombre con valores superiores capaz de trascender a sus propios instintos hasta la entrega y la renuncia que supone el amor al prójimo.

Hasta nuestros días, a lo largo de ese milenario éxodo por el desierto de los instintos estos –los instintos- se han impuesto hasta aplastar una y otra vez al hombre espiritual, al hombre del amor, al hombre solidario. En la medida en que en esta prehistoria (esclavismo, feudalismo, capitalismo…) el instinto asesino y egoísta ha impuesto la norma el área de combate ha ido llenándose de víctimas y se ha degradado hasta la muerte la vida de la madre tierra de la que todos venimos y a donde todos iremos.

Hoy, el depredador, el hombre lobo, al modo de las consecuencias que deja la pesca de arrastre, contempla sin conciencia del desastre como el área de combate, la sabana antes generosa en recursos y víctimas, acusa irreversiblemente el castigo infligido. Hoy, la opción por el socialismo –no como meta sino como camino- no es una elección entre el hombre-lobo y el hombre-hombre, sí lo es entre la muerte y la vida. La humanidad y con ella la casa que a todos nos dio la vida no soporta más, al modo de una vieja carreta le traquean las ruedas y le chirrían los ejes anunciando la catástrofe.

En Venezuela este combate por la vida tiene un escenario excepcional. Cada día que este pueblo se acerca al socialismo aleja el desastre y señala –para el resto de la humanidad- la luz del camino. Se tiene en Venezuela la posibilidad cierta de alcanzar la utopía o volver a perdernos, quizás para siempre, en el terreno pantanoso y letal de una nueva distopía. Esa dimensión escatológica tiene el torneo electoral –en ese plano lo ubica la burguesía- del próximo 23 de noviembre. Se gana, y se gana todo para la Revolución Socialista o retrogradamos hasta el borde del abismo. Hay que tener clara esta conciencia…Patria y Socialismo…o muerte…es mucho, mucho más que una consigna.

(1) Wikipedia


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Martín Guédez


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