Hablando en una avenida de San Juan de los Morros, en promoción de la candidatura de William Lara a la Gobernación del Guárico, el presidente Chávez, expresó que llamó a las autoridades competentes, para ordenarles que expulsasen del país a José Manuel (Vivían) Vivanco y su sigüì, representantes de la ONG gringa "Human Rights", quienes estaban en nuestro territorio en condiciones de turistas, por haberse inmiscuido en asuntos que sólo competen a los venezolanos y de paso haber actuado con cinismo, difundiendo mentiras y aportando elementos para fortalecer a quienes precisamente en este momento están activos en la conspiración.
Hace más o menos un año, por una situación parecida a la de ahora, el presidente expresó públicamente, algo que a uno le pareció innecesario, porque es un deber y un derecho soberano nuestro, pero por la excesiva tolerancia que ha imperado en el país, aquello pareció a muchos de lo más natural y procedente, que a partir de ese momento, no se lo podìa permitir a ningún extranjero que dentro de nuestro propio territorio difamase, ofendiese a nuestras autoridades y menos dar opiniones sobre nuestros asuntos si eso implicaba sembrar cizaña entre los nacionales y estimular a quienes están empeñados en desconocer la legalidad.
Forma parte de ese libreto inmodificable que los gringos elaboraron, recomiendan y aplican tanto en Venezuela como en otros países de América Latina y hasta del mundo, con la ayuda de la oposición interna, lo de invitar al país que se trate, cuando hay una crisis, un acto electoral o un golpe "en pleno desarrollo", como diría Walter Martínez, a algún personaje extranjero para que se dedique a hablar mal del gobierno, invente situaciones inexistentes y hable de represiones, persecuciones o conculcación de libertades y derechos, sin fundamento alguno y hasta ofenda a la majestad presidencial u otra autoridad, buscando una reacción que sirva para darle sustento a lo que antes dijeron. Y lo màs curioso, es que dicen todo aquello ejerciendo libertades y derechos que no les corresponden.
Un tiempo atrás, por ejemplo, pero este es sólo uno de los tantos casos, trajeron a Lourdes Flores, quien estaba aspirando la presidencia de Perú. Estos personajes, pese a que les mueve un profundo odio a gobiernos como los del Chile allendista, Cuba, Bolivia y Venezuela, para sólo nombrar algunos, tampoco se mueven sólo por interés político; ellos cobran sus servicios en dólares. El pago se justifica con el argumento que el invitado viene a dar una conferencia.
Muchos de ellos, como la peruana antes mencionada, no tienen mayor cosa que decir ni como justificar los gastos del viaje y la cifra que se llevan, sino diciendo sandeces contra el gobierno que la oposición y los medios que la dirigen, utilizan como si fuesen opiniones muy valiosas e impactantes. Pero también juegan a lo de la expulsión para que en caso que se dé, usarla como prueba que en este país no hay libertades ni derecho a expresarse.
El señor Vivanco o "Vivianco", como le dicen en algunas partes, por lo amolado que es el tipo, suele venir a decir justamente las mismas cosas, con toda libertad, cada vez que hay una consulta electoral. Porque, como dijimos antes es el mismo libreto y no siempre, pero si gustan repetir, de vez cuando a los actores.
Pero está claro que en Venezuela, como en Estados Unidos, a los extranjeros y sobre todo a quienes estén en el país como turistas, les está vedado inmiscuirse en los asuntos de la política interna. Eso es competencia absoluta de quienes tengan la nacionalidad correspondiente.
Hace poco tiempo atrás, el gobierno colombiano, esa democracia "impoluta", según Vivanco, tanto que no ha podido percatarse que allí se violan los derechos humanos, incluyendo el de la vida y otras libertades, expulsó a unos diputados venezolanos acusándolos de actividades políticas a las que no tenìan derecho por extranjeros. Esos compatriotas nuestros participaron en unas reuniones donde no se trató nada que tuviese que ver con la vida colombiana, sino explicaban a quienes les invitaron lo referente al proceso bolivariano.
En Estados Unidos, eso bien lo sabe Vivanco, no se puede actuar como él lo hizo en Venezuela.
La costumbre tiende a hacerse ley. Y desde que Chávez está en la presidencia, por delicadeza y evitar confrontaciones innecesarias o darle rienda al enemigo, el gobierno nacional se había venido haciendo el indiferente frente a esos visitantes que venían a inmiscuirse en nuestros asuntos y fortalecer o estimular acciones ilegales. Hasta que poco tiempo atrás, por las opiniones irrespetuosas y atentatorias contra la soberanía nacional vertidas por un visitante extranjero, traído por la oposición para provocar, el presidente lanzó la orden valedera, legal y plena de orgullo soberano, de no aceptar más situaciones como esas.
Habiéndose tomado aquella decisión, que no es otra cosa que aplicar lo establecido en las leyes y hasta en las normas internacionales, ¿por qué hubo que esperar que el presidente lo ordenase para expulsar, no "invitarle a salir", a Vivanco y su comparsa?
Es verdad que al presidente corresponde manejar lo referente a las relaciones y políticas internacionales, pero lo que la ley expresa de manera específica e indubitable, los funcionarios correspondientes pueden y deben aplicar los procedimientos que de aquella emanan, sin que tenga que intervenir aquel.
Debieron evitarle al primer mandatario nacional dar una orden para que se aplique algo que además de estar en la normativa, está advertido y la luz roja encendida.
Que vayan a decir en el exterior que aquí no hay libertades, y usen como prueba que fueron expulsados, eso ya es un disco rayado. Tiene su público cautivo dispuesto a creerles y otro que se ríe a mandíbula batiente de esas necedades. Lo que no podemos permitir es que se mofen de nosotros y pisoteen nuestros derechos soberanos.
Tampoco debemos seguir asumiendo la actitud que Chávez nos defienda de todos y de todo. La ley venezolana, como la de otros países, prohíbe a los extranjeros dentro del país, inmiscuirse en nuestros asuntos políticos. Y eso es peor cuando en determinadas coyunturas conflictivas o expresiones de enfrentamientos entre venezolanos, intervienen para tomar partido e intentar catalizar la situación. Y es grave, cuando se irrespeta, ofende la majestad de las autoridades y hasta se distorsiona la realidad nacional para dañar.
Es más que justo y conforme a derecho la expulsión de los representantes de Human Rights Watch, quienes por cierto nunca se enteran de las violaciones de los derechos humanos en que Estados Unidos incurre, ni siquiera de las atrocidades de Guantánamo.
En esos casos, como el de Vivanco. hay que actuar conforme a lo legal y lo ya ordenado. No es bueno que el presidente aparezca innecesariamente. Bueno es cilantro pero……….